Más de un mundo

La llegada

El camino que lleva a Casiari, separandome de todo lo confuso que pone en evidencia lo que fue y es mi vida, se encuentra intensamente tranquilo. Antes de llegar, pienso en la cara de ese extraño muchacho que sin permiso apareció en mis sueños,  todavía no puedo entender si esa mirada imponente que me descolocó kilómetros atrás, es real o solo otro impulso de mi loca imaginación. 

De niña recuerdo haber visto personas vestidas exageradamente raro deambular por los pasillos de mi casa, pero comprendía al instante que eran producto de mi imaginación porque al salir corriendo a contarles a mis padres, ellos y sus monos color anaranjado brillante desaparecían. 
Ahora que lo pienso, el no tenia esa vestimenta extraña, probablemente sea parte de mi realidad y solo eso espero, que ese misterioso chico ojos color café y cabello negro azabache reluciente bajo la luz de la luna se haga presente y me despeje todas y cada una de mis dudas existenciales, esas que arrastró conmigo desde tantos años.

Un cartel indica que Casiari se aproxima, y empiezo a recapacitar sobre este viaje, ya que este lugar no es turístico con puntos claves o demasiada gente caminando por sus calles, sino que más bien es un pueblo tranquilo, sus casas son la mayoría de dos plantas con jardines extensos y bellos repletos de flores y árboles.

He investigado un poco sobre este lugar,  existen varias leyendas que cuentan que aquí se refugiaron personas que  escapan de una realidad paralela que las persigue y tortura. Claro yo no encuentro mi realidad digna de escapatoria, se que dudas deambulan por mi cabeza e imagino que mi vida no es lo que parece pero no creo que me torturen y persigan.

El bus hizo su parada en la terminal de ómnibus, la cual estaba localizada en el centro de Casiari, para llegar a ella pasamos en frente de un centro comercial, bares y tiendas.
Espere a que todas las personas que se encontraban en el colectivo descendieran antes que yo, me gustaba bajar en silencio. Cuando todos se encontraban abajo, agarre mis bolsos y descendi. Al llegar donde estaban todos, mire a mi alrededor y una a sensación lastimosa recorrió por mis entrañas. Yo he estado aquí antes y las personas que me rodean lo saben, me observan con la mirada feliz y sonríen. No recuerdo exactamente cuando o en que circunstancia pero lo se, he visto a todos ellos, a la joven de cabello anaranjado, a la señora de pantalón  rojo, al hombre morocho, con todos ellos he compartido un momento de mi vida que no logro recordar, estas dudas que resonaban en mi cabeza cada vez son más, necesito averiguar quienes son estas personas, quien era ese muchacho, porque mis padres me enviaron aquí,  tengo que descubrir quién soy yo.