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Narra Laura

Caminaba por las calles de la hermosa Paris, la cuidad del amor. Caminar sola por la ciudad del amor sería deprimente, por lo que andaba con Brandon, mi novio. Llevamos unos dos meses saliendo, y resulta que lo amo mucho.

Nos mirábamos como unos locos enamorados con nuestras malteadas en mano. Milagrosamente no habíamos chocado con nadie en nuestro camino, ya que no prestábamos atención al camino. Brandon, un chico castaño con ojos verdes, verdaderamente guapo. Era amable, comprensivo, paciente, lindo, gracioso y lo mejor de todo, que me ama.

No sabíamos a donde nos dirigíamos, pero todo estaría bien, si estaba a su lado. Algo frío y crujiente impactó contra mí abdomen. Salí de mi trance de enamorada y me fijé en lo que había impactado en mi abdomen. Un maldito cono de helado. Levante mi rostro indignada, esperando ver a la persona que había ocasionado esto, a mi preciosa blusa favorita, la cual había escogido específicamente para mi cita con Brandon. Tire mi malteada a una papelera cercana y levante la vista:

Un chico rubio, con ojos color miel avellana, bastante guapo debo decir, se encontraba con una cara de sorpresa. Yo lo miraba molesta.

—¿¡No te vas a disculpar!?—exclamé furiosa dando una gran pisada al pobre suelo, que suficientes pisadas debe tener.

El rubio cambio su rostro de sorpresa y arrepentimiento, por uno de enojo. Uy, creo que metí la pata.

—¿Disculpa? Creo eres tú la que ha chocado conmigo —contraatacó el rubio cruzándose de brazos, y bien formados que los tenía.

—¡Mentira! Yo y mi novio caminábamos pacíficamente por la zona, y vienes tú y estampas tú cono de helado en mi abdomen—exclamé clavando mi dedo índice en su pecho, intentando intimidarlo, una extraña fuente de electricidad me recorrió todo el cuerpo, me asustó tanto que lo aparte de inmediato.

—¿No crees que si quisiera haber estampado mí cono de helado en una chica, hubiera preferido a alguien más linda?—preguntó alzando una ceja, con un tono de obviedad.

De mis oídos salían humo. Juro que parecía la cereza del helado en mi abdomen. Este chico es una perdida de tiempo.

—Olvidemos todo lo ocurrido ¿Vale?, lo único que necesito es que me des 20 dólares de lavandería—extendí la palma de mi mano hacia el, esperando mis billetes.

—En tus sueños, lávalos a mano, las mujeres saben de eso ¿No?—desenredo sus brazos y metió ambas manos en sus vaqueros ajustados y rotos.

—Amor, solo págale los 20 dólares y vámonos—dijo la chica que andaba a su lado.

Yo gire mi cabeza para ver a Brandon, quien se encontraba apretando los labios, escuchando toda la conversación.

—Pero amor..—se quejó el haciendo pucheros, debo admitir que si no estuviera molesta con el, diría que es tierno.

—Págale, ya veremos qué hacemos para recuperarlos—dijo la chica tomándole la mano.

Brandon soltó un suspiro de alivio al ver a el muchacho sacando su billetera del bolsillo. Saco exactamente 20 dólares y me los dio en la mano.

—Espero no verte nunca más en la vida, arruina camisetas—sentencie
guardando mis billetes en mi bolsillo.

—Lo mismo digo–dijo caminando en la dirección opuesta a la de nosotros.

ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora