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Narra Laura

Ross y yo estábamos desayunando tranquilamente. Zoe había salido a hacer unas cosas, aunque era muy sospechoso que no estuviera desayunando con Ross. No me nombró porque, ya saben.

—No has comido nada ¿Te pasa algo?—preguntó Ross preocupado dejando su chocolate a un lado.

—No es nada, sólo pensaba en por que Zoe me odia tanto—dije tomando el mango de la taza, dispuesta a beber.

—Despreocúpate, ya se le pasara—Ross sonrío tranquilizándome, aunque eso no duraría mucho.

Tome un sorbo de mi chocolate caliente, y automáticamente mi taza cayó al suelo. Empecé a tocer como loca, no podía respirar.

—¡¿LAURA?!.

Ross tomo su teléfono con un urgencia.

—¡NECESITO UNA MALDITA AMBULANCIA!

Después todo se volvió negro.

Narra Ross

Laura tomo un sorbo de su chocolate y inmediatamente fue a caer al piso haciendo que la taza se rompa en pedazos. Comenzó a toser. Su cara se volvió roja y su pecho no se movía. Se desmayó en el suelo mientras yo me quedaba helado del miedo.

Tome mi teléfono con torpeza y rapidez y marque al 911. Desde que escuche un mínimo sonido de la otra línea dije:

—¡NECESITO UNA MALDITA AMBULANCIA!

Esa medita caja blanca no llegaba, se supone que llega en unos 2 minutos malditos sean. Me arrodillé juntos Laura y le levante su camiseta sin importarme nada. Presione los puntos clave y nada. Nada. NADA. ¡NADA!

Tumbaron la puerta y se llevaron a Laura corrí y detrás de la ambulancia para intentar montarme en ella. Las puertas se cerraron y arrancaron a toda prisa. Los carros le cedían el paso a la ambulancia, cosa que me retrasaba. Seguía corriendo, y no sentía cansancio.

—¡DETÉNGANSE!

Por fin la ambulancia se detuvo y di unos golpes a las compuertas traseras.

Dos enfermeros ahí, me abrieron para dejarme pasar. Me senté en frente de la camilla, y contemple su pacifico rostro por todo el angustiante viaje.

Unas horas después..

Aún seguía en la sala de espera, no había nada que podría hacer más que esperar y tener fe. Apoyaba mis codos de mis rodillas mirando al suelo angustiado.

¿Y si le pasaba algo a Laura?

¿Como fue que pasó?

Recordé el momento en que pasó una y otra vez. La única pista que tenía era..el chocolate.

¡EL CHOCOLATE QUE HIZO ZOE!

Esa..¡Esa maldita zorra asquerosa! Desapareció de la nada, sin dejar rastros. Me dio esa estupida y barata excusa que me trague. ¡Demonios!

Ya, resolví la mitad del caso. El problema ahora es saber a dónde se fue. Desde que la encuentre, juro que no quedará ni su recuerdo. Se pudrirá en la maldita prisíon.

Me levante de la silla y seque el sudor de mi frente, cara y manos. Fui hacia la recepcionista, la cual tecleaba con rapidez. Apoye mis manos sudadas en el taburete y la mire:

—Laura Marano.

—Los doctores dicen que deberían dejarla descansar un rato, pues la sustancia utilizada para ese acto fue un líquido muy potente.

—¿Que tipo de líquido?—pregunte extrañado—¿Acaso me han ocultado algo?

—No le estamos ocultado nada, sólo que nosotros los secretarios no debemos revelar datos importantes.

—¿¡Acaso no entiende que su vida corre peligro?!—exclamé molesto, mientras mis puños se estrellaban inconscientemente en el taburete—Estoy apuntó de resolver este caso, y usted—la señale—no me deja completarlo por su estupida ley.

Ella me miró con miedo. Si, talvez me excedí, pero esto es algo serio, que no se dice con timidez.

—Está drogada.

—¿Que dijiste?—dije aturdido.

—Ella está drogada.

ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora