Desperté en el sofá del salón. Era de los pocos días en que podía dormir y extrañamente, acostumbrado a despertarme temprano por mi trabajo, hoy también lo hice. Pensé unos segundos cuánto tiempo hacía que no cogía vacaciones... desde que entré en homicidios no lo había hecho, estaba obsesionado con sacar a los criminales de las calles y cuando había un caso, no podía quitármelo de la cabeza, no podía disfrutar sabiendo que un asesino estaba ahí fuera. Incluso ahora estando de infiltrado, mi cabeza pensaba en Tyler y todo este asunto.
Me levanté para ir a la cocina a desayunar. Empecé a preparar el café cuando sonó el teléfono de encima de la mesilla. Suspiré, no sé quién podría estar llamando a estas horas pero al descolgar, escuché la voz de Tyler y me sorprendió. Mi mente pensó unos segundos en aquel cadáver que había aparecido pero también se me dibujó una sonrisa al saber de él.
- ¿Estás muy ocupado? – preguntó y pude notar que sonreía.
- ¿Me echas de menos o qué?
- Algo así. Quería invitarte a desayunar.
- ¿En tu casa?
- O en un bar, hay uno cerca de donde trabajas. Luego si quieres podemos surfear un poco o podríamos... no sé... hacer algo quizá.
- ¿Quieres hacer algo conmigo? Creía que no te gustaban las relaciones serias.
- Quizá estoy cambiando de opinión. ¿Quieres desayunar conmigo o no?
- Claro – le dije al fin – dame cinco minutos para arreglarme y salgo hacia tu casa.
- Te espero mejor en el bar.
- Es posible que llegue yo antes – le dije sonriendo.
- Entonces intentaré darme prisa.
Apagué la cafetera en cuanto colgué la llamada y sonreí mirando el teléfono. Al menos estaba más cerca de ese chico y eso me haría más fácil la investigación. El bar no quedaba lejos de mi casa ni de la tienda de surf donde le había dicho que trabajaba. Cogí una sudadera y salí hacia el bar. Me sentía extraño saliendo tan informal a la calle, ya me había acostumbrado a vestir con americanas por mi trabajo en homicidios, tan sólo llevaba las sudaderas cuando iba a correr por las mañanas mis quince kilómetros diarios. Pero ahora no quería llevar americana para que Tyler no sospechase, él era un surfista y vestía informal, así que si fingía trabajar en una tienda de surf, no podía vestir como acostumbraba.
Pedí un café largo y me senté junto a la ventana observando mi coche aparcado al otro lado de la calle. Generalmente no lo habría sacado para un trayecto tan corto pero como Tyler había comentado de ir a hacer surf, se me habían ocurrido también un par de ideas que podríamos hacer, aunque éstas no estaban precisamente cerca el lugar.
Estaba dando el primer sorbo al café cuando, al mirar por la ventana, vi a Tyler cruzar la calle corriendo por el primer paso de peatones que encontró, acceder al local y pedir en la barra un café con leche. Al verme, sonrió y se acercó hacia mi mesa para sentarse frente a mí.
- Lo siento, llego un poco tarde.
- No te preocupes, llegas justo a tiempo.
- ¿Llevas mucho tiempo esperando?
- No, acababa de entrar.
El camarero se acercó a la mesa y le sirvió el café con leche que había pedido. Observé a Tyler abriendo las bolsas del azúcar y sonreí al ver que le gustaba el café muy dulce.
- ¿Así que hoy querías surfear? – pregunté.
- No creo que haya buenas olas – comentó mirando por la ventana el tiempo – y hará frío, necesitaríamos un traje de neopreno y eso es bastante costoso.
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Lo que oculta un ángel
Roman d'amourAdvertencias: Homoerótica. Todos los derechos de autor reservados. Adam Perks es un detective de homicidios en Miami, pero su vida profesional se verá enredada en la vida privada cuando en su siguiente caso, trabaje de incógnito para descubrir al as...