Capítulo 3

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El bullicio de la gente le incomodaba a tal punto de darles zapes en la cabeza a todos. Después de unos momentos, sintió como alguien le tocaba el hombro con insistencia.

Volteó la cabeza y sin previo aviso, una saco café- por cierto, apestoso- le privó de ver a su alrededor.

Quiso gritar pero el susurró de el secuestrador, le hizo estremecerse:— Un ruido y tu vida acaba.

Decidió que callarse por una vez en su vida no le haría nada mal. Sintió que le enterraba algo en la nuca haciéndole perder el equilibrio.

No supo que día era o la hora, pero sabía que había pasado mucho cuando le quitaron el saco apestoso de su cabeza, desordenando sus cabellos rubios. Quiso alzar una mano pero esta estaba atada a... Abrió los ojos asustado, estaba atado a una silla. Pero no cualquiera, era una silla eléctrica que se usa en pena capital. Con miedo trató de moverse pero como lo supuso, estaba pegada al suelo.

El miedo le recorrió por todo su cuerpo, cerró los ojos esperando morir de una buena vez. Pero los pasos de alguien resonó por la habitación.

Lentamente abrió los ojos y miró una ¿Mujer?, no sabía lo que era exactamente, pero tenía el cabello largo atado en una cola baja. Su piel pálida oscura y ese kimono...

—No puede ser— susurró al darse cuenta de quien era.

—Bienvenido Boruto— Orochimaru alzó los brazos a la vez que las luces se encendieron, y por fin pudo ver quienes eran los dueños de los murmullos.

Eran muchas personas quienes tenían muecas burlescas en sus deformes rostros. Hizo otro vano intento de zafarse de ese monstruoso acto.

—Espero y te gusté tu nueva habitación— abrió los ojos y soltó un jadeo cuando Orochimaru estiró su cuello hasta quedar muy cerca de su rostro— Ya que aquí vivirás hasta que consigamos lo que buscamos.

Escupió en su rostro como hace 13 años y sonrió burlesco. El sannin sólo pudo reír, llevar su cuerpo hasta el frente del rubio y golpearlo hasta hacerlo sangrar.

—No me retes niño. No sabes con quien te metes.

—Callate serpiente travesti. Sólo eres una basura a la cual tiraré al cesto sin chistar — gruñó cuando le tomó del cuello y enterró sus dedos huesudos y fríos en su piel.

—Shh... Calla y escucha— sin soltarle, se levantó y se volteó a ver a sus acompañantes — Logré mi primer cometido, pero no fue lo suficiente satisfactorio como para dejarme descansar.

Le soltó y empezó a pasearse por todo el lugar. Parecía pensativo.

—Llevo años estudiando la única forma de lograr crear un shinobi demasiado fuerte. Lastimosamente no se por quien empezar— no lograba entender nada de lo que le decía —Así que ella será una buena prueba.

—¿De quien hablas?— preguntó con temor de que fuera su hermana.

—X, cuídalo. Lo quiero vivo para el evento— sin más, desapareció junto a los otros, a excepción del enmascarado. Sin contestarle.

—Como usted ordene.

Y las luces se apagaron y volvieron a encenderse, mostrándole que X ya no estaba tampoco. Confundido, soltó un suspiro agotador.

—Mierda...

Soltó un suspiro más y bajo la cabeza, dejando que colgara. Cuando de repente, sintió unas manos fuertes tomar con fuerza sus hombros.

—Me excitan tus suspiros— alzó la mirada y se encontró con esa estúpida mascara.

—Enfermo.

Battle ScarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora