Capítulo 1.

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Qué peligrosa la noche. Qué peligro cuando la mente no se calla. Llevo una semana así y ya no se que más hacer para dormir, no se si es buena idea mudarme con Julen tan pronto, como dice mi hermana, llevamos un año juntos y a mi nadie me garantiza que saldrá bien y que una casa para nosotros dos solos no tiene porqué ser la solución a los problemas que hemos tenido últimamente. ¿Qué pasaría si de repente, cuando vayamos a comprar la casa, o peor aún, cuando ya la hayamos pagado Julen se echa atrás? ¿Qué pasaría si me deja? ¿Qué pasaría si la bruja de su madre le come la cabeza, como tantas veces ha hecho, para que vuelva a la casa con ella y sus hermanos?

-Marta, ¿estás bien? -La voz de Julen me sacó de mis pensamientos.

-¿Qué? Eh... sí claro, ¿qué ocurre?

-Son las tres de la mañana y no paras de moverte, me has despertado. -Dijo.

-Lo siento Julen, no pretendía despertarte, no puedo dormir.

-Marta, llevas semanas así, ¿por qué no vas al médico? Quizás mi madre tenga razón y sufres insomnio y lo mejor es ir y que te receten pastillas para dormir.

Su madre, ya estaba otra vez con su madre. ¡Pero y esa mujer que sabrá! Lo único que sabe, y con mucha certeza, es que me odia y que no sabe que más hacer para que su hijo me deje. Como le jode que haya logrado sacarlo de su casa. A ver, que yo no tenía nada en contra de esa pobre mujer hasta que empezó a inventarse cosas para que Julen no quedase conmigo. Y es cierto que madre no hay más que una y que nunca es malo tener buena relación con tu madre pero, hasta tal punto de creerle que tu novia se pone a fumar porros en la cocina de tu casa cuando tu no estás...

-Marta, ¿pero tú me estás escuchando?

-Julen que sí, dale las gracias a tu madre de mi parte. Y ahora vamos a dormir que mañana tenemos que ir a mirar por última vez las dos casas y decidirnos por una.

Y así fue, nos dormimos, Julen enseguida y yo mucho más tarde, pero nos levantamos a las ocho de la mañana para poder ver las casas y por fin ver a donde nos mudábamos. A veces me sentía como en un programa de la televisión viendo tantas casas. Después de desayunar, cogimos las llaves del coche de Julen y nos fuimos. Cuando llegó el medio día ya habíamos visto las dos casas y nos habíamos decantado por la más grande y espaciosa, pero no por eso más cara. De hecho era mucho más barata que la otra. Y entonces ocurrió lo que tanto me temía que ocurriera.

-Cariño, ¿estás segura de que irnos a vivir juntos es lo ideal para los dos?

-¿Por qué no iba a serlo Julen?

-No se cielo, ten en cuenta que nos veríamos mucho más.

-Pero vamos a ver, ¿tú no te quejabas de que con tu trabajo y el mío nos veíamos poco?

-Sí, pero no se Marta en serio, quizás sería precipitarse mucho. Apenas hemos pasado noches juntos y bueno, apenas hemos convivido dos días seguidos en la misma casa.

-Julen, ¿qué pasa? Ya está tu madre metiendo las narices en nuestras decisiones ¿verdad?

-No Marta, no es eso.

-¿Y entonces? Se claro de una vez por favor... --He de reconocer que esto último lo he dicho con la voz entrecortada, asustada y pidiendo por favor que no me dejara y menos ahora.

-Marta, es que yo ya no se que hacer con mi vida, quiero estar solo un tiempo, aclararme, no se si me explico.

-Claro, ya no me quieres.

-No digas eso, claro que te quiero, sabes que no he querido a nadie como a ti.

Y después de esas palabras me di media vuelta, cogí un taxi y volví a casa. No le dije nada, ni siquiera un adiós. Nunca imaginé que Julen hiciera eso en mitad de la ciudad, como quien dice de ir a una terraza a tomar algo. Una hora después llegué a casa empapada en lágrimas.

¿Crees en el destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora