Mi vida en un reflejo

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Muchos creyeron que yo estaba loco. Muchos me llamaron demente y no imaginaron mi gran descubrimiento.

Les daré una lección por haberse burlado de mí. El secreto que han querido desvelar durante tanto tiempo y no han podido encontrar ahora está en mis manos. Se los mostraré y sé que su escepticismo y su orgullo los cegarán y no podrán ver la verdad aunque esté frente a ellos. Mirarán, mas no verán; oirán, mas no escucharán.

Durante muchos años de mi vida me dediqué a estudiar los efectos que la muerte causa sobre el ser humano, tanto los efectos físicos como los que escapan a nuestras percepciones, aquellos que han sido superficialmente revelados por ciertos mitos y leyendas, ocultos tras el velo de los fantásticos para escapar a la censura de mentes poco iluminadas que no son capaces de distinguir las grandes verdades del universo.

Estudié diferentes cuerpos luego de que la vida los abandonase, materias en apariencia inertes, pero contenedores de una vida latente que apenas podemos percibir los mortales; tomé notas de todos los aspectos que pudiese apreciar en un cadáver, desde su textura, palidez y temperatura hasta aspectos como la expresión del rostro, la disposición de las comisuras labiales, los rasgos faciales más insignificantes, entre otros.

A través de estas observaciones llegué a realizar numerosos experimentos y obtuve diversas conclusiones acerca del verdadero significado de la muerte, y de cómo se podría vencer, si es que en realidad existe una forma de vencer a ese ser desconocido que tanto nos empeñamos en negar y cuyo poder principal se centra en el miedo que sienten todos los mortales ante su sola presencia.

Durante el tiempo que duraron mis investigaciones consulté diversas obras místicas y estudié varias leyendas que se tejían en torno a la muerte. En gran parte de estos libros se establecía una fuerte relación entre la vida de los seres humanos y ciertos objetos como las urnas, las posesiones más queridas de las personas y los espejos. Para mis estudios, centré mi atención en esto último. Se decía que la vida de cada persona estaba dividida en dos partes: una estaba contenida en su cuerpo y la otra era la antítesis de dicha persona, el reflejo de su alma que quedaba atrapado en un espejo, el primero que viera la persona luego de nacer.

Luego de realizar estas investigaciones y de recurrir a diversas bibliotecas en busca de datos y referencias sobre esta cuestión llegué a varias conclusiones en cuanto a la relación que existía entre la muerte y los espejos. Una idea surgió en mi mente: si parte de la vida de una persona quedaba atrapada en un espejo, sólo era cuestión de encontrar dicho espejo y los métodos adecuado para devolverle la vida a alguien que hubiese muerto.

Pasé varios meses revolviendo esta idea en mi mente. Vivía en una casa bastante grande con la única compañía de un fiel servidor llamado Nicholas, por lo que mis estudios no molestaban a nadie. Más que un criado, Nicholas era como un hermano mayor para mí ya que nos habíamos criado juntos y teníamos casi la misma edad.

Mi amigo era una persona que solo hablaba cuando creía que era necesario y eso me agradaba de él, aunque nunca descubrí la razón de su reservad. Me sentía muy a gusto en su compañía, pues me permitía realizar mis investigaciones sin ningún tipo de perturbación, sin preguntas indiscretas y sin los molestos comentarios que se pudieran esperar en un criado común.

Pasaban las semanas y en mi mente solo existía un intenso deseo por probar una teoría que había elaborado en torno al tema que me ocupaba. Solía pasarme horas completas contemplando un gran espejo de pared que había en mi habitación. Era un regalo que mi madrina, la madre de Nicholas, me había hecho cuando nací, y que siempre había despertado mi curiosidad, pues cuando me hallaba frente al gran espejo sentía que desde su interior era observado por una extraña presencia, como un ser etéreo que habitase en el interior que gran objeto de cristal.

Tabú: Relatos prohibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora