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Esta es una parte extra de cuando Calum conoció primero a Mike. Quizá así se den una idea de por qué está pasando todo.

(Sídney, Australia. Residencia de los Hood, 9:01 am)

"Pero mamaaaá" rogué evitando por completo saludar a los nuevos vecinos.

"Por favor Calum, papá y yo debemos irnos y Mali no se encuentra, no queremos ser descorteses, ¿verdad?" Preguntó arreglando su cabello.

"Si" dije con inocencia y me dio un débil golpe en el hombro.

"No lo diré dos veces Calum Hood, solo salúdalos de nuestra parte y lleva las flores"

"Está bien" bufé y mamá beso mi mejilla.

"Debo irme, te amo cariño"

"También te amo mamá"  dije y después de eso salió, al momento escuche el ruido del motor encenderse y luego alejarse.

Estaba decidido, no iría a saludar a nadie, quizá solo jugaría videojuegos y comería pizza, las flores las tiraría y listo, podría mentir y nadie lo sabría. Pero lamentablemente mi buena conciencia me obligaba a solo ir a saludar, solo eso y podría regresar como sin nada.

Tome las flores que estaban en una maceta decorada y salí de casa, llevaba unos jeans negros y una musculosa de Nirvana pero vamos, tampoco me voy a vestir formal para visitar a los nuevos habitantes.

Crucé la calle y por costumbre mire en dirección a la casa de Luke, ya se me hacía habitual mirar todo el tiempo aquella casa azul pastel con las esperanzas de toparme con el chico rubio.

Llegue hasta el pórtico de la nueva casa color amarillo también pastel y arregle mi cabello un poco antes de tocar a la puerta, casi al instante un chico extraño me abrió a la puerta, llevaba una caja en sus manos.

—Hola, vivo en la casa de la izquierda, enfrente y, un regalo— dije extendiéndole la maceta.

—Te molestaría pasar y dejarlo dentro, estoy algo ocupado— murmuró echándole un vistazo a la caja aparentemente pesada.

—Oh si, si, claro— balbuceé y pase detrás de él.

En la casa, casi igual a la mía en el interior, había demasiadas cajas por todas partes, era obvio, acaban de mudarse.

—Puedes dejarlo por ahí, como verás, no hemos acomodado nada aún— dijo a mis espaldas y solo me limité a asentir y dejar la maceta en la encimera.

Aquel chico extraño, realmente lo era, su cabello era morado, llevaba unos pantaloncillos y una camiseta de Iron Maden, tenía perforaciones en sus orejas y un piercing en la ceja.

—¿Necesitas ayuda?— me ofrecí cuando vi que le faltaban demasiadas cajas por acomodar.

—Si no es molestia— dijo y apuntó a una caja— solo saca las cosas y yo las acomodo.

Asentí y me dirigí a las cajas, comencé con una grande y poco a poco fui sacando su contenido, jarrones, fotos en marcadas, piezas de colección y figurillas decorativas.

—Por cierto, mi nombre es Calum, Calum Hood— dije cuando iba terminado con la primera caja, faltaba demasiado y que mejor que comenzar una plática con el nuevo vecino.

—Michael Clifford— soltó cortante, bueno, quizá él no quiere hablar.

—¿Realmente te gusta estar aquí?— cuestione por qué desde que llegue su cara de molestia no había desaparecido.

—Si te soy realista no, odio esto, no sé por qué no nos pudimos quedar en Perth— bufo y fue del otro lado de la casa para acomodar un cuadro— ¿a ti te gusta este lugar?— siguió la conversación.

—Aquí he vivido toda mi vida, ¿sabes? Y me gusta, este lugar me gusta, y más el vecino de al lado— dije y después de unos segundos caí en cuenta de mi estupidez. Para esto Michael ya me miraba arqueando una ceja.

—¿Eres gay?— cuestionó no perdiendo el gesto de su cara.

—¿Que? Yo, no— afirme pero sonaba más como una pregunta.

—Entonces, no te molestaría hacerlo mi novio, ¿verdad?— vacilo formando una sonrisa de lado.

—¿De qué hablas?— pregunte dejando a un lado las cajas— mira Clifford, acabas de llegar y no creo que quieras enemigos.

—Vamos Calum, a ti no te gusta y yo soy abiertamente gay, ¿cuál es el problema?— soltó en tono burlón.

—Basta, que no se te ocurra acercarte a Luke o te parto la cara Clifford, ¿me escuchaste?— dije ya molesto, pero mis comentarios no intimidaban en lo más mínimo a Michael.

—Luke— probó el nombre en sus labios— me gusta.

Esas solas palabras me enloquecieron por lo que le tire un puñetazo que lamentablemente supo esquivar y justo cuando iba a darle el segundo la puerta de la entrada se abrió revelando a una mujer y un hombre que llevaban más cajas.

—¿Qué está pasan..

No escuche más de la voz de la mujer cuando salí de aquella casa hecho una furia.

Nunca, por ninguna razón le permitiría a aquel idiota acercarse a Luke.

Paper Window| cakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora