Voy a tener que dejarte –le dijo Brittany a su madre–. Han acabado de embarcar, así que será mejor que apague el teléfono.
–Todavía tienes un rato –persistió Whitney Pierce–. ¿Has terminado el trabajo para la compra Evans?
–Sí –Brittany intentó que su voz no sonara áspera. Quería apagar el teléfono y relajarse. Brittany odiaba volar. En realidad, lo que odiaba era el despegue. Quería cerrar los ojos y escuchar música, e inspirar lenta y profundamente antes de que el avión iniciara el despegue del aeropuerto de Sídney. Pero su madre, como siempre, quería hablar de trabajo–. Como te dije, todo está al día.
–Bien –dijo Whitney.
Brittany enrolló un largo mechón de pelo rojo en el dedo, como hacía siempre que estaba tensa o concentrándose.
–Tienes que asegurarte de dormir en el avión, Brittany, para ponerte en marcha en cuanto aterrices. No creerías cuánta gente hay. Hay tantas oportunidades...
Brittany cerró los ojos y contuvo un suspiro de frustración mientras su madre seguía hablando sobre la conferencia y luego pasaba a los detalles de viaje. Brittany ya sabía que un coche la recogería en el aeropuerto de Los Ángeles para llevarla directa al hotel donde se celebraba la conferencia. Y sí, sabía que tendría media hora para lavarse y cambiarse de ropa.
Los padres de Brittany tenían una presencia prominente en el mercado inmobiliario de Sídney, y buscaban ampliar su cartera invirtiendo en el extranjero para algunos de sus clientes. Habían ido a Los Ángeles el viernes para hacer contactos, mientras Brittany ponía al día el papeleo en la oficina antes de reunirse con ellos.
Brittany sabía que tendría que estar mucho más emocionada con la perspectiva de un viaje a Los Ángeles. Normalmente le encantaba visitar lugares nuevos y, en el fondo, sabía que no tenía motivo de queja: volaba en clase ejecutiva y se alojaría en el suntuoso hotel donde se celebraba la conferencia. Haría el papel de profesional de negocios de éxito, al igual que sus padres.
A pesar de que, a decir verdad, el negocio familiar no iba demasiado bien en ese momento.
Sus padres nunca dudaban en apuntarse al último plan para hacerse ricos en dos días. Brittany, sensata ante todo, había sugerido que solo uno volara a la conferencia, en vez de ir todos; o incluso que no fueran y se concentraran en las propiedades que ya tenían en catálogo.
Por supuesto, sus padres no habían ni querido oír hablar de eso.
Habían insistido en que ese era el siguiente gran paso.
Brittany lo dudaba.
Pero no era eso lo que la inquietaba.
En realidad, cuando había sugerido que solo fuera uno de ellos, había tenido la esperanza de que se plantearan enviarla a ella, que se ocupaba de los aspectos legales.
Una semana fuera no era solo un lujo, empezaba a convertirse en una necesidad. Y no por ir a un hotel bueno, habría dormido en una tienda de campaña si hacía falta, sino por el descanso, por tener un respiro y poder pensar. Brittany se sentía como si se estuviera sofocando; fuera donde fuera, sus padres estaban allí, sin darle espacio para pensar. Había sido así desde donde le alcanzaba la memoria, y a veces se sentía como si toda su vida hubiera sido planeada con antelación por sus padres.
Seguramente, así era.
Brittany tenía poco de qué quejarse. Tenía su propio piso en Bondi pero, dado que trabajaba doce horas diarias, nunca lo disfrutaba. Los fines de semana siempre había algo que requería su atención: una firma que faltaba, un contrato por leer. Parecía que no acababa nunca. –Vamos a ver un par de propiedades esta tarde... –su madre siguió hablando mientras se iniciaba un frenesí de actividad en el pasillo, junto al asiento de Brittany.
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Carcel de Amor -Adaptación Brittana G!P
FanfictionLo último que Brittany Pierce quería oír era que su esposa a la que había intentado olvidar había pasado el último año injustamente encarcelada en Brasil y necesitaba que la visitara. Estaba dispuesta a hacer su papel a cambio de la firma de Santana...