Empece el día con el mismo sin sabor de la noche anterior, dormí tan incomoda que no podía esperar para levantarme de la cama, no tenía planes de ir a clase, y ningún plan en realidad, me esperaba una mañana larga, callada y aburrida recostada en la cama, ya no tenía rutina, ya no era despertar, gimnasio, clase, dormir, repetir, y tampoco era despertar, hablarle, dormir y repetir. Me invadía la sensación amarga de que en cuestión de segundos lo había perdido prácticamente todo, no encontraba el balance y entre más lo pensaba más difícil de sobrellevar era. Tenía demasiado tiempo para pensar y eso me perjudicaba, empezaba a olvidar todas las veces que le había dicho a los demás que la vida no era para entenderla, sino para vivirla, ¿qué iba a pasar con los pocos resultados que había conseguido en el gimnasio? ¿cómo le iba a hacer para ir a clase y sobretodo para subir las escaleras hasta el segundo o tercer piso donde tenía la mayoría de mis clases? Me asaltaban las dudas y cada vez más profundo en el abismo caía, hasta consideré en riesgo mi futuro profesional, me encuentro próxima a culminar mi carrera y uno de los últimos pasos es realizar una pasantía empresarial, entonces en el peor escenario posible me imagine frustrada porque los 50 días con el yeso en el píe no habían valido de nada, e iba terminar en un quirofano, y de nuevo enyesada hasta el fin de mis días de manera que ninguna empresa querría contratarme, de todo pensaba menos que iba a salir de la situación en la que me encontraba y honestamente la mayoría de mis amigos y familiares sustentaban la hipótesis de que era demasiado torpe y que en primera instancia no debí siquiera haber intentado saltar la cuerda.
Entiendo que soy descuidada y distraída, pero si algo necesitaba en ese momento era una palabra de aliento, algo que combatiera mi ansiedad y nerviosismo, que me recordara que nada estaba perdido, sabía perfectamente de quien quería escuchar esas palabras, leía una y mil veces las conversaciones viejas, buscaba palabras entre las palabras, un indicio de que había hecho mal, trataba de tener rabia, pero lo único que sentía era soledad, solo pensaba que el problema había sido yo, que dí mucho de mi en muy poco tiempo, que fui muy rápido, o muy lento, que no era bonita, ni chistosa, ni tierna ni nada de lo que el había dicho que era, pensaba que todo lo que me gusta terminaba por lastimarme, así como saltar la cuerda, como acostarme mucho tiempo boca abajo, como cortarme la yema de los dedos al pasar las hojas de un libro, así como el.
Tantos pensamientos y no llevaba ni siquiera 24 horas en casa, ni conocía su rostro, ni podía recordar bien el timbre de su voz, ni había pasado nada, eran solo palabras vacías en un chat de WhatsApp lleno de mensajes con tono coqueto y juguetón que todavía me sacaban sonrisas, no era nada pero me sentía como si todo, como si en serio hubiera estado un largo tiempo enamorada de alguien que no tenía ni la más mínima intención de permanecer en mi camino, alguien con quien había tropezado como consecuencia de la necedad y las casualidades, alguien que por más que me empeñaba en no recordar, en no extrañar, en no pensar me terminaba por carcomer el corazón con los recuerdos de palabras dulces, que aunque sin trasfondo de verdad necesitaba escuchar, abrazos que aunque no eran reales quería recibir y caricias que seguramente el no quería darme, pero que mis brazos y espalda cansadas pedían a gritos.
Aveces Dios no te da lo que desesperadamente le pides, sino lo que de verdad necesitas, yo quería hablar con el, pero el plan de Dios era escuchar las palabras de una amiga, la que no se cansa de ayudarme a levantar cuando tropiezo y caigo, la que me recuerda casi a diario que nada es tan malo como mi mente me obliga a pensar que es, la que esta leyendo esto porque obviamente le iba a mostrar mis delirios antes que a otra persona, la que me hizo recordar que en ese instante tenía más cosas que agradecer: familia, amigos, educación, sueños, aspiraciones, y además la tenía a ella. Ella que cargando su propia cruz se preocupaba por recordarme que yo era lo suficientemente fuerte como para cargar con la mía, que también estando físicamente lejos me acompañaba en cada paso, en cada pequeña victoria, la que celebra mis triunfos y llora conmigo mis batallas perdidas.
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The Maca Jarta diaries
Non-FictionMaca jarta: Adj. Distraída, tonta, torpe Soy Ana. Soy hija, hermana menor, hermana mayor. Soy estudiante, soy amiga, compañera. Soy Linda y Especial según mi mejor amiga. Soy una Maca Jarta según mi mejor amigo. Y esta es mi historia.