Day 3: Ana.

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Mis domingos normalmente son para lavar la ropa sucia, tomar duchas largas y usar pijama todo el día, claro esta que la mayoría de mis fines de semana eran así. Desde que vivo en esta ciudad mi rutina diaria es monótona, pero mis redes sociales se mantenían medianamente activas, me entristecía lo mucho que había cambiado mi vida, a los 13 era raro verme en la casa, pero a los 19 lo raro era encontrarme por fuera. 

Poco después de cumplir 7 años mis papás y yo iniciamos una aventura en la capital del país, tenían trabajos estables en una empresa cerca del conjunto residencial donde vivíamos, y desde que llegaba del colegio hasta que anochecía me dedicaba a caminar con mis amigos de la época por los callejones que ya conocíamos a la perfección, y eso en resumen se mantuvo así hasta mis 13 años, por aquel entonces cursaba décimo grado y comenzaba a tener un bosquejo difuso de lo que quería para mi futuro, me entró la fiebre de escoger una carrera y dar los primeros pasos para hacer realidad mis sueños, hasta con mi fiesta de 15 años soñaba. Los planes de Dios eran otros, para cuando quise terminar ese año las jornadas laborales de mis padres eran agotadoras y ni hablar del mal trato que recibían mientras cumplían con sus labores, yo ya me había acostumbrado a pasar varios días sin saber mucho de ellos y en ese momento no me dolía su ausencia, se había vuelto una rutina y encontraba más valioso el hecho de que aún nos encontrábamos en la ciudad que aún considero tiene oportunidades para todos, que aunque es fría y cambiante, te acoge rápidamente en su vibrar y te impulsa diario a cambiar tu realidad, sin embargo eso hace mucho había dejado de ser importante para ellos, lo único que los ataba a esa ciudad eran mis problemas de salud, y una vez resuelto el tema de mis controles médicos regresamos a la ciudad que me vio nacer. Era un golpe bajo del destino a los planes que tenía para el resto de mi vida, pero honestamente no me quedaba de otra que aceptarlos y recurrir al plan B. 

Me sigue costando aceptar mi presente, los 5 años que ya he pasado aquí parece que los hubiera vivido otra Ana, inevitablemente iba a cambiar y crecer, pero la Ana que soy ahora no es la que tenía en mente ser. Esta Ana no se adapta a la gente que la rodea, no comprende tanta indiferencia ante las problemáticas sociales, no acepta el machismo que demuestran algunas de las mujeres con las que habla, no tolera el racismo, no aguanta el calor y el sol, esta Ana ya no disfruta de la lluvia, ni tiene con quien salir a pasear por las calles del lugar en el que vive, esta Ana ve a sus padres todos los días pero extraña locamente estar a solas escuchando música a todo volumen con sus amigas, esta Ana ha soñado muchas veces con la vida que cree que tendría si no hubiera regresado a su ciudad natal, se aferra a las redes sociales y a los pocos amigos que conserva de su otra vida, a esta Ana le ha tocado esperar una hora un bus y se ha aguantado algunas quejas porque sabe que sus padres hacen hasta lo imposible porque estudie y salga adelante. Esta Ana se enamoró de la ingeniería industrial, pero idea mil formas de combinar su carrera con las otras ramas que hubiera querido seguir. Esta Ana se siente aveces como una madre adolescente y aunque ama a su hermana menor no puede evitar sentir que desperdicia sus años dorados encerrada en casa coloreando con ella y cantando rondas infantiles, sabe que todos los esfuerzos que hace ahora tendrán su recompensa, pero sueña despierta con las cosas que quisiera estar haciendo. Esta Ana siente a menudo que ve su vida pasar como una espectadora más, sabe que no lo es, que ha tenido muchos buenos momentos y que bien o mal esta ciudad le ha ayudado a descubrir lo fuerte que es y lo brillante que puede ser cuando una causa de verdad la conmueve, pero siente que falta algo y busca ese algo en cualquier persona. 

Ana sabe que ser feliz es una actitud, y tiene momentos felices y trata siempre de esparcir felicidad, Ana no siempre estuvo bien en la capital, tuvo muchos momentos de dolor y tristeza en los que sentía que nadie la quería y se propuso hacer que todos los que acercaran a ella se sintieran amados, escuchados, valiosos y por eso es tan cariñosa y expresiva, por eso se ríe fuerte y estruendosa sin pena de sí misma, aunque algunas noches llora porque se siente tonta, por eso Ana siempre tiene los brazos dispuestos a un abrazo, los oídos prestos a escuchar y el corazón dispuesto a amar. Ana se ha equivocado tantas veces, pero también aprendió de su papá a ser noble, y de su mamá a percibir a la gente, Ana es distraída y sonríe aunque sienta el peso de su vida encima, Ana sabe que es importante y tiene gente que la quiere, que merece tener una vida feliz y no solo momentos, llora en silencio y se siente vacía porque cree que nadie la comprende, esta marcada por las palabras duras que ha tenido que escuchar y los sacrificios que ha tenido que hacer con tal de no generarle más gastos a sus padres, Ana trata de ser mejor cada día. 

Ana sabe que debe amarse a si misma, que al final del camino todo estará bien, pero se le olvida.

The Maca Jarta diariesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora