Contando cada noche las historias de batallas en donde se le formaban esos morados y rasguños. Sus finos labios moverse con emoción mientras narra sus épicas victorias. Mis ojos brillosos, entusiasmados de que, algún día, tal vez pudiese llegarle a los talones. Sonrisas marcadas en nuestros rostros por tan agradable y risueña conversación.Todas las noches oír la batalla en la planta baja, cubriéndome bien bajo las sábanas y protegiéndome con la puerta cerrada con llave. Oír los gritos de batalla de parte de mis guerreros, luchando con destreza contra el monstruo que siempre viene por la noche a secuestrar a la princesa.
Cada mañana, bajando con prisa para ver la salud de mi madre guerrera. Cada día con morados nuevos, rasguños, a veces hasta cortadas; una guerrera tan torpe y tan querida. Los besos sanadores de la princesa repartidos por todo rastro de lucha. Mirar a mi padre guerrero y verlo sano, fuerte y serio; un guerrero tan fuerte y tan determinado.
Una noche, creyéndome lo suficientemente valiente para enfrentar cualquier batalla, bajo las escaleras de dos en dos con prisa, peluche mágico en mano y la valentía a ochenta y cinco porciento.
Llegar y quedarme en shock en el penúltimo escalón. No es una batalla lo que veo, una batalla implica un contrincante. Mi padre no es un guerrero, mi madre no es una guerrera; mi padre es un monstruo, mi madre un títere. Golpeándola tan salvajemente que mi corazón se encoge bajo mi pecho y las lágrimas salen sin presión, miradas sorprendidas por la escena, sorprendidas por las diferentes presencias.
Negar con la cabeza, girar con las lágrimas salpicando la pijama y correr escaleras arriba directo a mi habitación, a la torre de la princesa. Protegerte de todo aquello que me aflige y sellar la puerta a la realidad, resbalar por la pared hasta que los glúteos posen sobre la alfombra y recargar la cabeza en la fría pared. Llorar con necesidad.
Pensar, meditar, entender, que mi madre no era más que una títere, que todo ese mundo mágico en el que me habían encerrado no era más que una mera fantasía, que mi padre era un infeliz que se aprovechaba de los demás, que las mentiras por más que lleven buenas intenciones hacen daño, que no sabía nada.
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Pequeños Relatos DAYFIGO
RandomHistorias que quise escribir y no sé si desarrolle más. ⚠ PARA MAYORES DE 12 AÑOS ⚠