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Kim Seok Jin se movió de un lado a otro en su cama de dos plazas, su cuerpo sudaba a pesar de que su temperatura fuese considerablemente fría, basto sólo un minutos más antes de que un grito lo hiciese despertar. Su pecho subió y bajó rápidamente mientras sus sentidos absortos le ensordecieron, su respiración irregular y su constante incapacidad de poder volver a la normalidad le dejó agotado. 

Limpió las gotas de sudor que corrían por su frente con las sábanas de su cama y dejó caer los brazos a cada costado. 

¿Por qué siempre terminaba soñando con él?

Quizá toda la frustración y el ambiente tenso que estaba creándose en el laboratorio estaba dejándolo acabado. El mayor de los científicos, Jung Gi Dong, había estado presionando más de lo debido, asegurando que si Kim NamJoon no era atrapado antes de terminar el año en curso, todos estarían acabados. 

Era una de las razones por las que Kim Seok Jin no había podido despejar su mente y olvidarse del tema por al menos una noche. Siempre era eso, NamJoon era capturado y él era quien le entrevistaba, pero sólo era eso... un sueño más.

Se levantó de la cama y observó el reloj, tan sólo eran pasadas de las tres de la mañana y ya su sueño se había esfumado. Pasó saliva y salió de su habitación en busca de un vaso de agua. Sus pasos torpes en medio de la oscuridad le hicieron tropezar. Encendió la luz cuando estuvo en la cocina y tomó un vaso de la alacena, sirviendo agua en el mismo. 

Bebió y sintió como si hubiese corrido todo un maratón. La última semana había estado tan presionado por su trabajo, que francamente el descanso físico no llegaba a un descanso mental, lo cual, era más agotador aún. 

El agua recorrió su garganta, lamió sus labios mientras los latidos de su corazón se regularizaban, por suerte, era fin de semana y quizá se concentraría en poder arreglar toda clase de angustia que tuviese. 

Dejó el vaso en el fregadero y dio media vuelta, sin embargo, no fue capaz de dar el primer paso. Se detuvo en seco cuando observó a alguien de pie a un costado de la puerta, su corazón latió y justo entonces reconoció aquella cabellera azulada. Sus latidos que récien había logrado controlar, se dispararon. 

Kim NamJoon.

Parpadeó sin poder creerlo, pero en ese momento, cuando volvió a abrir los ojos, él ya no estaba ahí.

Negó con la cabeza, intentado acomodar sus ideas. Tal era su nivel de estrés que incluso ya comenzaba a alucinar. Se burló de sí mismo.





Eres un idiota, Seok Jin.

Y con eso, volvió a su habitación e intentar recuperar el sueño.







(...)







El día sábado por la tarde, Kim Seok Jin tomó sus cosas y se dirigió al café en el que había acordado verse con Park Jimin. 

Jimin había sido su mejor amigo desde la universidad. Ambos tomaron la misma especialidad y fueron admitidos en el mismo lugar de trabajo, aunque con diferentes puestos, por supuesto. Park y él, se habían convertido en grandes compañeros, la mezcla del intelecto de Jin, más la gran capacidad de análisis de Jimin, hacían que sus trabajos de investigación fuesen los mejores de todo el laboratorio e incluso, habían resuelto más incógnitas que el resto de los científicos juntos. 

Jin caminó por todo el sendero hasta llegar al lugar, Park Jimin estaba sentado en una de las mesas al aire libre, mientras acomodaba un par de carpetas en su maletín. Fue gracioso que justo horas atrás, Jin había prometido dedicarse a su descanso absoluto y justo ahora estaba reuniéndose con Jimin para resolver asuntos referentes al trabajo.





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