Arrancarse las orejas, cortarse la cabeza o clavarle una estaca al novato... Arrancarse las orejas, cortarse la cabeza o clavarle una estaca al novato... Arrancarse las orejas, cortarse la cabeza o clavarle una estaca al novato...
Esas tres ideas se repetían una y otra vez en la mente de Raphael a cada minuto que transcurría del incesante parloteo de Simon. El chico estaba por mermar el legendario autocontrol de Raphael, control que le tomó décadas dominar y del cual el vampiro estaba muy orgulloso.
Raphael Santiago era un subterráneo modelo,un ejemplo para los de su clase, calmado, objetivo, diplomático y mesurado. Eran contadas las veces que el vampiro llegó a perder la calma, incidentes aislados y sin notables consecuencias, Raphael era la viva (no muerta) imagen de la serenidad.
Si viene era cierto que se mostraba serio y con el ceño fruncido la mayor parte del tiempo, era sólo cosa de apariencia, después de todo como líder provisional de clan de vampiros debía proyectar una imagen que impusiera respeto y Raphael era un firme creyente de que la intimidación es la mejor forma de obtener respeto. Eso y el que encargarse de cuidar de un montón de vampiros malcriados eran una labor por demás irritante, sin contar con el nuevo polluelo del clan.
El chico no era normal, incluso cuando aún era mundano hablaba hasta por los codos, apenas y respiraba entre palabra y palabra. Raphael debió darse cuenta desde el primer instante que le conoció que Simon Lewis sólo causaría problemas. Fue el prisionero más molesto que tuvo la desgracia custodiar y eso que apenas pasó un par de horas en Dumort. También sin mencionar la sublevación con los licántropos y lo molesto que era tener shadowhunters visitando cada que al chico le daba la gana.
Debió haberle parado a tiempo las andadas a Camille, de esa forma el novato seguiría siendo humano y Raphael podría disfrutar el resto de su inmortalidad sin tener que soportar tontos debates sobre películas de superhéroes.
—Chicos no importa cuanto argumenten, ustedes lo saben, yo lo se, cualquiera que haya leído un cómic en su vida lo sabe el protagonismo que le dieron a Mystic en la última película de X-Men, no tiene nada que ver con el personaje si no con la actriz que la interpretó— dijo Simon apenas y pausado entre una oración y otra al mismo tiempo que hacía movimientos dramáticos con las manos.
Simon se encontraba sentado en el suelo de living de Hotel Dumort, tenía las piernas cruzadas y sobre su regazo, y gran parte del piso, se encontraban una pila de cómics. Le hacían compañía un par de vampiros en el sofá frente a él y claro Raphael, que inútilmente trataba de concentrarse en leer el periódico en la esquina más alejada de la habitación.
—¡Ja! Como si no hubieran hecho lo mismo con Tony Stark— soltó despectivamente Lily. —¿O acaso tengo que mencionar que le dieron más importancia que al Capitán América, siendo que la película era de él?
Raphael aún no lograba comprender cómo es que ella y Simon habían congeniado tan bien desde que el novato llegó al Dumort. Usualmente Lily era la más reservada de todos los vampiros, Raphael no recordaba haberla escuchado hablar tanto en el medio siglo que tenía de conocerla. A veces pensaba que ni siquiera él le agradaba a la vampiresa.
Simon lucía sumamente ofendido con el argumento de Lily. Tenía la boca entreabierta y los ojos perplejos tras los anteojos. Esa era otra cosa sobre Simon que molestaba a Raphael, el chico era un vampiro, no necesitaba usar anteojos y aún así de vez en cuando los. llevaba puestos. Como si quisiera aferrarse a su vida mundana, como si el parecer más humano lo hiciera menos demoníaco que a los otros vampiros, Raphael simplemente detestaba al polluelo.
— Eso es diferente y los sabés, Lily— dijo Simon — Todo mundo ama a Iron Man, el actor es genial no lo niego, pero es Tony quien se gana al público. Es el personaje más ... su personalidad es... es su... ¡Zeke, amigo, apoyame.
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Saphael: Más humano, menos monstruo
RomansaLa vida como vampiro no era como lo retrataban las películas de horror, los días eran agónicamente largos y solitarios, las noches no eran mejores. Su única compañía parecía ser su guitarra... y la insistente mirada de Raphael.