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Sebastian, siempre tuve sentimientos contradictorios hacia ti, en ocasiones te odiaba y en ocasiones te extrañaba tanto que me ardía el pecho, esa mirada marrón que brillaba a la luz del sol, también tu sonrisa infantil que reflejaba todo sobre ti y a la vez no decía nada, a veces tan vacío y a veces tan lleno de vida.

Estábamos platicando en la hora del receso.

-Ya va a ser tu cumpleaños-mencionaste.

Suspiré.

-Sí... Que emoción-dije sin energía.

-Ánimo-dijiste y pusiste un mechón de cabello desobediente a un lado de mi mejilla.

Algo sucedió, al sentir el contacto de tu mano con mi mejilla, me estremecí, mi corazón palpitaba de manera irregular y tu sonreías, como siempre.

Aunque dudé al colocar la otra carta, lo hice... No era tiempo de arrepentirse, no ahora.

La versión de la que nunca hablé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora