Capítulo 7: "La segunda plaga"

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No sentía nada, todo estaba de acuerdo con lo sucedido. Mi cuerpo seguía en el suelo de ese lugar, estaba allí y podía sentir todo, pero no hacer nada. Me resultaba extraño sentir, pero no actuar. El no poder hacer nada era patético para mí. Yo siempre encontraba en modo de hacer algo y en ese momento, no había nada que pueda hacer; solo estaba ahí, sin hacer ni un simple movimiento, cualquiera de estos podría alterar por completo el destino ya escrito.

No había tiempo para que escriban un nuevo destino, no solo el mío, muchas personas habían sufrido aquel ataque de Tamara. Esperaba que los mundanos se hayan salvado, sabía que la mujer ya había fallecido, pero ella no es la única en la tierra; los humanos aún tienen posibilidades para seguir viviendo. Esos seres son los más optimistas que he conocido, a muchos, no los he conocido, pero eso no me parecía importante. Necesitaba que todos estén con vida. Ellos no merecían morir por una venganza.

Desperté en el suelo, estaba frío, muy frío y todo el lugar tenía una fragancia horrible; la putrefacción del aire me estaba desanimando. Me levanté, por ese olor putrefacto, me limpié inmediatamente las manos sucias y todo estaba cubierto por esa neblina, cada vez me sentía peor. La maldad se estaba apoderando de todo mí ser, del ser de todos los que absorbieron la oscuridad de Tamara.

Las historias que se contaban de la Oscuridad, sin duda, quedaban cortas con la descripción de Tamara y con todo lo que podía hacer. Comprendo que los escribas de Dios no la conocían, pero debían darle un poco más de crédito, después de todo, ella es la hermana de Dios. Yo fui tonto al creer en las escrituras, tendría que haberle dado el crédito que merecía, pero no la conocía, solo de lo ya escrito.

Las cosas que estaba visualizando, no eran nada que ver con lo que había leído de ella. Nunca me había imaginado tal atrocidad. Me hubiera gustado saber la verdad que esconde tanta venganza hacia mi padre.

Traté de dibujar con mi sangre el símbolo que me llevaría nuevamente al cielo, pero de la nada apareció Tamara. No esperaba que ella se presentara luego de haber hecho lo que hizo. No esperaba nada de todo esto, pero lo que menos comprendía era la razón por la cual aún sigo vivo y ella no me había asesinado.

La oscuridad me tomó de las manos y me dijo—: Hola, Castiel, tú no te irás tan fácilmente de mis manos. Me gustaría que estés en mis manos por un largo tiempo, muy largo —Con un tono de lujuria en su voz me habló de ese modo tan peculiar—. Vos estarás junto a mí y verás a tú papá morir en mis manos. Será muy divertido, demasiado, ya que luego no podrás matarme, nadie puede.

Definitivamente, no esperaba oír nada de eso. No comprendía los actos que ella llevaba a cabo, no sabía lo que debía esperar de esta mujer. No quería pensar de un modo trágico, no esperaba que la vida me respondiera con seguridad lo que yo esperaba.

1) El ángel pecador (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora