Capítulo 21: "El fin es solo el comienzo"

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Sin querer, casi asesinaba a mi hermana. Por suerte, Castiel se encontraba allí cerca. Pensaba lleno de tristeza en mi corazón y mi rostro se desfiguraba con cada pensamiento interno.

Oí como lentamente se acercaba Castiel.

—¿Cómo pudo?—Bajó hasta donde me encontraba con el ceño fruncido, ya que la situación no había sido para nada de su agrado.

Tampoco había sido de mi agrado lo sucedido.

—Yo... no lo pensé, solo lo hice. —Alcé una ceja—. Usted no debería cuestionarme en lo absoluto.

—Casi muere padre.

—Castiel, perdón, pero estas fuera. —Puse su cabeza en alto, sin importar lo que eso sería para el pobre Ángel, él lo sabía, pero no le importaba, ya que sabía que algo muy malo sucedería luego del fin de los tiempos, así es el fin de todo lo que conocemos.

—¿Por qué?, padre mío, no lo comprendo —Frunció el ceño y alzó una ceja demostrando su ira gesticulando su rostro de manera tal que me apiade de su sentimiento, pero era inútil yo tenía un plan y no dejaría que nadie ni nada se interponga en este.

—Porque ahora sabes todo —le dije luego de sonreírle de una manera dulce calmando al pobre Ángel que no entendía nada del porqué de mi decisión. Castiel sabía todo, pero eso no impediría mi misión ¿o sí?, Todo era posible. Nunca podría saber este pobre mis intenciones—. No podrás acabar con Tamara. No puedes.

—Sé que no, pero... puedo ayudar. Sé que puedo ayudar.

Sabía que él podía ayudar, yo tenía mi plan y Castiel debía hacer lo que ya tenía planeado.

—No, vete... Abel tiene tú misión de ahora en más.

—No, por favor... es mí misión.

—Ya no.

—¿Y ahora qué haré?—Preguntó el pobre Ángel con una triste sonrisa en su rostro sabiendo que sin su misión no había propósito para seguir con su vida; la vida la cual llevaba hace siglo o más, mejor dicho, siglos antes de Cristo.

Esa pregunta era justamente lo que estaba esperando.

—Ahora eres un simple humano, cuídate y salva tu alma del pecado.

—¡No! —Sollozó este de una forma sin igual al ver que a mí no le importaba un pepino lo que a él le pasase, no era posible que no me importara mi hijo.

Actuar de ese modo me estaba rompiendo el corazón, pero debía seguir adelante o las cosas no saldrían respecto al plan.

Desaparecí dejando a Castiel y caminé por la Capital sin mirar atrás, hoy era el fin y eso lo sentía, sabía que pronto llegaría. Sabía exactamente lo que estaba por suceder a la vuelta de la esquina, así que caminé hacia su destino y vi a Tamara con sus súbditos.

1) El ángel pecador (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora