Unos fuertes gritos le despertaron.
Gerard se incorporó de inmediato, pero como la luz de la vela se había extinguido bastante tiempo atrás, en el pequeño y reducido cuarto no reinaba más que la oscuridad. Solo una leve luz pálida se dejaba asomar por debajo de la hendidura de la puerta; la única manera que tenía para guiarse en aquel océano de negrura.
Se oyeron más gritos, seguidos de maldiciones. Parecía una discusión y por lo visto una muy acalorada. Intrigado, Gerard se movió de su lugar y gateó lentamente hasta la puerta; al llegar tanteó con sus dedos y pegó su oreja sobre la superficie de madera. Espero. Durante los primeros cinco segundos el ambiente permaneció en total silencio, un inquietante silencio, ni siquiera el aleteo de una mosca podía oírse.
Y de pronto, todo cambio.
Oyó pasos acercándose, acompañados de voces. Gerard retrocedió justo cuando la puerta se abrió de golpe. Se cubrió los ojos debido a que la luz exterior le cegó impidiéndole ver; solo al acostumbrarse pudo visualizar lo que ocurría.
Se trataba de Matt, y un arma relucía en su mano.
El sujeto se adentró en el cuarto en grandes zancadas y antes de tener tiempo de reaccionar, le tomó de los cabellos y le arrastró fuera de su lugar. Gerard gritó de dolor, pero Matt solo le soltó cuando le hizo caer al suelo de rodillas, mientras presionaba el arma en su sien.
— ¡Matt, detente!
Ray llegó corriendo a la habitación, Bob le siguió poco después. Ambos hombres detuvieron en seco al ver la situación.
— Baja el arma —pidió Bob, con ambos brazos extendidos en señal de aplacamiento— Esto es una locura. No hagas algo de lo que puedas arrepentirte, amigo.
— ¿Arrepentirme? —respondió el castaño, seguido de una risa burlona. El frío metal seguía presionado sobre su cabeza. Gerard no se atrevió a moverse, las lágrimas comenzaron a nublar su visión— ¿Qué acaso no lo ven? Esto se nos ha ido de las manos, esto se ha prolongado demasiado tiempo.
— Matt, no lo hagas. Estás estresado, todos los estamos —murmuró el rizado. Intentó adelantarse, pero se detuvo en seco cuando Matt solo presionó aún más fuerte el arma contra su cabeza, en forma de amenaza.
— P-por favor, no... —sollozó Gerard, pero sus súplicas no parecieron aplacar al castaño ni un poco.
— ¡Cierra tu puta boca! —ordenó el castaño, agitado. Miró a sus amigos— Ya no lo soporto, ya no más. Voy a hacer lo que se suponía era nuestro trabajo. Lo que debimos haber hecho desde un comienzo. Ya no más.
Gerard cerró los ojos cuando oyó quitar el seguro del arma. Eso era todo, pensó. Su vida terminaría en ese mismo momento, en ese lugar; solo y asustado. Dicen que toda tu existencia pasa frente a tus ojos cuando estás a punto de morir, pero Gerard no fue capaz de ver nada. Lo único que podía sentir era miedo y lo único que su cerebro podía pensar era en que no quería fallecer, no así. Siempre se había imaginado que viviría hasta la vejez, que antes de partir al otro mundo tendría consigo una buena cantidad de experiencias positivas y aventuras, quizás haber viajado por el mundo durante sus años de juventud. Pero morir de esa forma... No era lo que quería.
— ¡No! —gritó Ray, pero ya era tarde.
Un disparo. Un solitario disparo se dejó oír en el cuarto. Y lo más sorprendente fue que descubrió que seguía allí, que aún estaba vivo. Un líquido caliente le salpicó el rostro en forma de lluvia, abrió los ojos y vio a Frank de pie bajo el umbral de la puerta, apuntando un arma recién disparada hacia él... No, no a él. Matt yacía en el suelo a su lado, una sustancia espesa emanaba de su cabeza, y al rozar su mano observó que era sangre.
Estaba muerto. Matt estaba muerto, Frank le había disparado para salvarlo a él. Acababa de asesinar a uno de los suyos sin mostrar ningún astibo de duda, y solo por él. Gerard comenzó a llorar aún más fuerte, se deshizo en llanto y no pudo controlarlo. Sus manos estaban cubiertas de sangre ajena, no supo qué hacer con ellas, nunca había visto un muerto en su vida, y estaba seguro de que esa imagen se quedaría con él para siempre.
Mientras tanto, un silencio sepulcral se estableció en el cuarto con la excepción de su lloriqueo. Frank guardó el arma en su bolsillo trasero y se adentró en la habitación con toda la naturalidad posible. Miró a Ray y Bob como si estorbasen.
— ¿Por qué se quedan allí parados sin hacer nada? —dijo— Vamos, muevan el cuerpo y entiérrenlo. Ahora.
Ambos hombres reaccionaron luego de unos segundos y pusieron manos a la obra. Entre los dos cargaron con el cadáver de Matt y más pronto de lo esperado se encontraron fuera del cuarto. Gerard seguía en el mismo sitio, aún en estado de shock. Frank avanzó hacia él y le sujeto de un brazo para ponerlo de pie. Le vio sacar un pañuelo y procedió a limpiar la sangre que había salpicado su rostro.
— Deja de llorar —ordenó— Te ves como un niñato en busca de su mami cuando lo haces. Ya no lo soporto.
— L-lo mataste —balbuceó entre incoherencias. El rostro de Frank era imperturbable, sin ninguna pizca de arrepentimiento.
— ¿Preferirías que él te hubiera matado a ti, niño? —cuestionó, soberbio. Alejó el trapo de su cara y ante su prolongado silencio volvió a hablar— De todas formas jamás confié demasiado en Matt. Apestaba en su trabajo como el infierno, era débil. Tal vez fue lo mejor. Los débiles no me agradan.
— É-el era tu amigo, y lo mataste.
Frank dejó escapar una pequeña risita, tal como si no le importase— Solo hice lo que debía hacer. Creí habértelo dicho antes, eres demasiado preciado para mí. No podía permitirlo.
— Eres un asesino.
Temió recibir una reprimenda, pero eso no le llevó a inmutarse ante sus palabras. Llegaba un punto en tu vida en el cual todo dejaba de importarte. Eso era lo que sucedía con Gerard; Frank no podía tomar más de él, ya lo había tomado todo. Solo quedaban pequeños fragmentos rotos de lo que alguna vez fue en el pasado, fragmentos muy dispersos.
— Cariño, dime algo que no sepa —fue su respuesta a su acusación. Se acercó a su rostro y su aliento cálido le provocó escalofríos— Además, yo no le hablaría así a la persona que te controla.
Depositó un pequeño beso en la comisura de sus labios y sonrió. Relamió sus propios labios.
— Esta noche.
Gerard sabía a lo que se refería, lo que solo contribuyó a aumentar sus lágrimas.
Le miró atentamente por un momento más, y sin más decir abandonó la habitación, dejando a un Gerard todavía afectado por la situación a oscuras nuevamente. No logro estar tranquilo en todo el resto del día, pues las palabras del castaño retumbaban en su cerebro y no acallaban. Había dicho que se suponía debían de haberlo matado mucho antes, que todo se había prologado demasiado. De ser cierto, ¿entonces porque no lo habían hecho? ¿Qué los detuvo?
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Stockholm Syndrome ↠ Frerard
Fanfiction"El síndrome de Estocolmo se presenta cuando la víctima desarrolla un fuerte vínculo afectivo hacia su secuestrador."