Capítulo 9

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Theo otra vez ha dejado sus babas sobre la almohada, pero eso ya no importa más porque he probado sus labios. Su saliva es algo que ya conozco, y que da lugar a nuevas sensaciones.

Camino despacio hacia la puerta, para no despertarlo. Y eso me recuerda que ayer no hicimos nada más que mirar televisión hasta tarde. Vimos “Bajo la misma estrella”

Cuando acabó la película, Theo repetía sin parar el nombre de su cereal favorito.

—¿Blossom Sparks?

—Blossom Sparks —le respondí.

—Ahora ese cereal es nuestro siempre, ¿Estás de acuerdo, Anthony?

—Theo. —Resoplé—. Ya no digas tonterías, mejor vámonos a dormir.

Reímos juntos, incluso alcanzó el tiempo para un besito de buenas noches.

Lunes por la mañana...

El reloj de pared marca las cinco. Debo ir a la secundaria, pero antes iré a la tienda por un cereal y una botella de leche. Quisiera sorprender a Theo con su desayuno favorito. Tengo el presentimiento de que mi intención es hacerlo feliz.

—Buenos días. —Lo saludo—. Mira lo que traje para ti.

—¡Blossom Sparks! —exclama—. Te adoro Anthony, muchas gracias.

—De nada —le digo—. Oye, pero deberías comer rápido, ya sabes que iremos a casa de Marisa, y luego a la secundaria.

Justo en ese momento, recibí una llamada de mi Marisa.

—Anthony, tengo una buena noticia para ti —anuncia—. Pero te la diré en cuanto llegues a mi casa, con Theo. —Lo incluye.

Mi amiga termina la llamada.

¿Qué estará tramando Marisa ahora? Quizá tiene otra caja de cereal para Theo, o talvez ella ha comprado una nueva baraja de cartas para adivinar el futuro.

—¿Terminaste tu desayuno? —le pregunto a Theo—. Es hora de irnos.

—Sí, terminé.

—Vamos entonces.

—Anthony, espera. —Él da una palmadita sobre mi hombro—. Verás, hay algo que debo hacer primero.

Theo se levanta, con la caja de cereal entre sus manos, y sin permiso, me quita el móvil.

—¿Qué haces?—inquiero—. ¡Suelta mi teléfono!

Escucho el sonido característico de la cámara. Theo ha sacado un selfie, con todo y sus adorados Blossom Sparks.

—Ahora sí. —Él me devuelve el celular—. Mira la foto que acabo de tomar.

—Theo, eres un atrevido, y probablemente estás loco —comento con una pizca de humor—. Pero vaya foto tan adorable.

Un rato más tarde...

Marisa nos esperaba afuera de su cada. Lo primero que veo junto a ella es una bicicleta color púrpura adornada con etiquetas.

—¿Cómo están, chicos? —Nos saluda Marisa—. Miren lo que mamá me ha comprado. —Señala la bicicleta.

—Es tan llamativa como tú —comento de manera amistosa—. En fin, supongo que ya no tendremos que subir todos juntos a mi bicicleta.

—Exacto —confirma Marisa—. Tú irás con Theo. Yo usaré mi nueva bici.

6:15 a.m.

Mientras ando en bici, Theo otra vez me arrebata el móvil.

Volverá la primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora