Capítulo 10

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Un nuevo día también significa una nueva decisión. ¿Cómo lo sé?... Ok, en realidad no tengo idea. Hoy simplemente quiero ser feliz, y que cada hora me parezca grata.

Incluso en educación física me divierto. No he encestado el balón una sola vez, y mi coordinación ojo-mano no es la mejor, pero esas cosas no importan si mantengo una buena actitud.

—¡¿Te diviertes con el balón?! —vocifera un jovial Theo.

—¡Supongo! —le contesto.

Él se aproxima.

—Dame el balón. —Me lo quita—. Observa bien... Lo tomas y luego pones la mirada en un punto fijo, pero en realidad no lo lanzas ahí, porque de seguro fallarás —aconseja—. Solo tienes que sentir ese lanzamiento, hacerlo parte de ti.

—Theo, acabas de hacer del baloncesto algo jodidamente filosófico. —Suelto una carcajada—. ¿Qué siempre eres así?

—La mayor parte del tiempo. —Con humor él se encoge de hombros—. ¿Algún problemita con eso?

—Ya, solo lanza el balón —le digo, tras rodar los ojos.

Más tarde, de camino a clase de biología...

Ambos caminamos a través del pasillo. Casi sin notarlo, Asher pasa cerca. Él se encarga de tirar mis libros al suelo.

—¡¿Cuál es tu problema?! —recrimino un grito, mientras Asher continúa caminando como si nada.

—Anthony, no te alteres —ruega el chico de mis sueños.

—Es que no entiendo qué le sucede a Asher.

—No trates de entender a alguien que actúa por impulso. —Recibo un consejo—. Esa persona no espera que lo hagas —añade Theo, mientras levanta mis libros del suelo.

En clase de biología...

De repente, todos en el salón escuchamos el llanto de una chica. Sus sollozos parecen venir del pasillo. Además, a lo lejos se escucha la bocina de una ambulancia.

Nadie resiste la curiosidad. Cada persona deja sus respectivos salones con tal de ir hacia la entrada de la secundaria.

Yo salgo también.

Al llegar, veo a Asher Woods en una camilla. Su rostro está hinchado y respira con dificultad.

Tiffany solloza al lado de la camilla, preguntándole a los paramédicos si su hermano estará bien.

—Es una fuerte reacción alérgica —responde uno de ellos—. ¿Sabes si comió algo que lo provocase?

Tiffany asiente, con la mirada perdida.

—Sí, hace un rato —musita—. Asher comió unos choc...

Ella detiene su hablar.

—¡Tú! —Me señala, en frente de todo el mundo—. ¡Es tu culpa! —vocifera en tono acusador—. Ayer le diste a mi hermano una caja de chocolates... Sí, tú de seguro pusiste algo en ellos, porque nunca le habían hecho daño.

—Tiffany, por favor. —Niego con la cabeza, mientras todos me miran—. Eso es absurdo. ¿Acaso estás consciente de lo grave que es tu acusación?

—¡Me las pagarás, chico de los chocolates! —sentencia, como una auténtica desquiciada.

Tiffany sube a la ambulancia, para acompañar a su hermano.

—Oye, Anthony. —De pronto me habla Theo—. Sé que tú no le hiciste nada a Asher.

—Gracias —contesto, sin más—. ¿Pero qué pudo haberle ocurrido?

—Es el karma. —Marisa entra a la conversación—. Estoy segura.

Volverá la primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora