III

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Dos chicos estaban en una sala de reuniones privada, uno sentado sobre el otro moviendo su cadera sobre el miembro del primero mientras sus labios chocaban en besos salvajes, demandantes y húmedos. Las manos del que estaba sentado en la silla recorrían el torso del chico por debajo de la camiseta, sintiendo la suavidad de su piel y lo caliente que estaba. El otro paseaba las manos por el cuello y cabellos del contrario, aumentando la velocidad del movimiento pélvico, escuchando el gruñido ajeno, una risa brota de su garganta y se separa para tomar aire.

¿Qué pasa?, ¿quieres que valla lento?, ¿así? –sus movimientos se hicieron pausados pero con fuerza, sintiendo lo duro que estaba debajo suyo–. ¿o rápido? –un gemido sale de sus labios cuando el otro muerde su cuello clavando sus dientes–. Bruto...

Tú me provocas, hazte cargo de las consecuencias... Quítate la camisa, ahora. –su voz sale tres tonos más bajo y totalmente ronca–.

¿Y si no quiero?, ¿qué pasará? –lo desafía mirándolo con deseo y lujuria, mientras se muerde el labio inferior–.

Lo haré yo y no vas a querer que lo haga, te quedarás sin camisa cariño... –su nariz roza la otra, abre su boca y su lengua lame los labios ajenos, una escena totalmente erótica entre bocas sucede allí–.

Pero serías un jefe malo al romper mi camisa, y los jefes deben ser buenos con sus empleados... –dice con falsa inocencia haciendo sonreír al otro–.

Pero tú eres un mal empleado al no hacerle caso a tu jefe cuanto te dice que hagas algo y no lo haces... –contraataca victorioso al haberlo derrotado en su propio juego–.

P-Pero... Ash... –inconscientemente hizo un puchero con sus labios, el cuál el otro no resistió y besó–.

Juntan sus labios en un nuevo beso más, si es posible, desenfrenado que el anterior devorandose la boca el uno al otro, el rubio ya le había desabrochado los botones de la camisa cuando la puerta se abre de golpe y ambos se separan ante el ruido que hizo, el pelirrojo esconde su rostro rojo de la vergüenza al haber sido descubierto en una pose muy comprometedora con el jefe de la compañía, en cambio este mantenía una actitud calmada pese a la interrupción abrupta.

¿Pasa algo? –su voz se escuchó un tanto ronca debido a lo excitado que había quedado, uno de sus musculosos brazos rodeó la cintura del chico apretandolo contra sí–.

Di-Disculpe que haya entrado así p-pero el hijo del señor Park quiere hablar con usted personalmente. –explicó nerviosa la secretaria Sunny, sus mejillas estaban rojas al ver tal escena entre su jefe y el secretario personal de este–.

Bien, en unos minutos iré... –mientras hablaba acaricia la cintura del chico en sus piernas, que sigue con el rostro oculto en el cuello del otro–.

Con s-su permiso, me retiro... –él asintió, Sunny hizo una reverencia y se fue cerrando la puerta tras de sí–.

¡Eres un idiota! –el rostro del pelirrojo estaba rojo de la vergüenza–.

¿Por qué? –dijo con una sonrisa ladina–. Sunny te había estado observando desde hace tiempo de diferente forma a la que lo hacen los amigos... Y ya le ha quedado en claro que no estas disponible para nadie, solo para mí. –dijo con simpleza y observando un tanto divertido al chico sentado en sus piernas–. Además que no me gusta que miren lo mío... –le susurró haciéndolo estremecer–.

¡¡P-Pero deberías haber cerrado la puerta con llave cuando terminaste de despedir a los inversionistas!!

Ya... Lo olvidé ¿si? En parte tú tienes la culpa...

¿Y de qué la tengo? –entrecerró sus ojos–.

De haberte puesto unos pantalones más ajustados que los de costumbre. Así que no te hagas el que no sabe. –le regaño y luego le pellizco la piel del abdomen recibiendo un manotazo–.

No pellizques.. –se levanto de las piernas del rubio aunque este lo sujeto de la cintura–. Suéltame, debes ir a hablar con el hijo del señor Park, levántate, acomodate la ropa y ve. –tomo las manos que sujetaban su cintura e hizo que lo soltará, se alejó de él mientras se abotonaba la camisa y, una vez hecho eso, tomo su gabardina gris y se la puso, se acomodó el cabello que estaba desordenado. Al terminar miró de nuevo al rubio viéndolo exactamente como lo dejó–. Levántate, dale... No puedes hacer esperar a su hijo mucho tiempo.. –fue ignorado olímpicamente por el rubio haciéndolo suspirar y acercarse a él–. Hey... ¿Hyung? ¿gege? Tsk... Cómo quieras... –se alejó caminando a la puerta y la abrió–. Cuando salgas de tú nube ve a ver al joven Park... –estaba a punto de cruzar el umbral de la puerta cuando unos fuertes brazos rodearon su cintura y lo jalaron hacía el interior, viendo como la puerta se cerraba y lo arrastraban hasta la mesa–. YiFan quieto y... –los labios del mayor se posaron sobre los del pelirrojo en un suave beso que gustoso lo correspondió rodeando el cuello del más alto con sus brazos, mientras este lo sentaba en la mesa y se colocaba entre sus piernas–.

Me encanta verte enojado... –le susurra al separarse del beso con una sonrisa–. Te ves muy sexy, como toda una fiera... Una que voy a controlar... –se acerca al oído del chico–. En la cama... –le susurra y le muerde el lóbulo del oído haciéndolo gemir–. Mañana no vas a venir al trabajo, estarás invalidó para siquiera pensar en pararte de la cama... –una risa escapa de sus labios, besa por última vez los labios ajenos y se separa–. Ahora, pequeño Tao, a la reunión con Park...

Salen de la habitación y YiFan no pierde la oportunidad de darle una nalgada a ZiTao, y es que, ¿cómo resistirse si lleva unos pantalones jodidamente apretados? Sin duda alguna, el pelirrojo no vendrá mañana y el rubio no tendrá problema en quedarse a hacerle compañía.

Shots TaoRisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora