[Fanfic CDM] Hilo del destino

¡Peligro! Alerta de emociones

Amanecí como en un día cualquier otro, recordando dulcemente lo que Priya y yo conversábamos anoche. Todo mi último día de vacaciones se fue en una pastelería con mi mejor amiga, puede parecer tonto; pero la verdad es que era suficiente para mí. Conversar y mejorar mi fluidez en el habla y más allá de ello... Haber tenido a alguien en quien confiar.

Así que sonreí ése día con amor en mi corazón, albergando esperanzas y sueños. Pequeñas metas que me llevarían a algo grande, y tan sólo dando el primer paso dentro de la escuela. ''¿Qué podría cambiar de ahora en adelante?'' me preguntaba ''¿Qué podría cambiar... dentro de mí?'' Ésas preguntas mezcladas con un puñado de emoción, resultaban un raudo palpitar en mi corazón. ''Dum dum dum'' como si me hubiera corrido toda la manzana que rodeaba al parque. Está bien que sea mi primer día, pero no es como si me fuera a presentar frente a miles de personas en un concurso. Así que ignorando aquellos latidos tan dinámicos que corría como una pequeña chispa dentro de mí, abrí las cortinas que impedían el paso del sol.

De modo que con una enorme sonrisa, me vestí rápidamente una blusa blanca con unos jeans hasta los tobillos. Me quedaba bastante bien junto a los tacones marrones de cuero fino, los aretes en forma de aro de siempre y tan sólo un poco de labial como único maquillaje. Ni demasiada desarreglada ni demasiada ridícula.''Perfecta'' pensé.

Después de tomar el desayuno y despedirme tiernamente de mi madre, me quedé a las expectativas de qué podrían esperarse el primer día de escuela. ¿Un taller nuevo? ¿Profesores nuevos? ¿Alumnos nuevos? En resumen, tendría que haber algo novedoso para llamarlo ''expectativa''. Curiosamente Priya también me preguntaba lo mismo cuando nos cruzamos en la colosal entrada del Sweet Amoris. Y como de costumbre, andaba muy hermosa.

- Quizá veamos nuevas caras ¡Qué emoción! - exclamó Priya, ilusionada.

- Estoy segura que los dejarás boquiabiertos a todos con sólo hacer un pestañeo - dije entre bromas y mi amiga me codeó.

- ¡Tampoco es para tanto Aurore! - y empezó a reírse con su inigualable voz cantarina.

Entramos sin antes atraer todas las miradas de compañeros de otros grados e incluso de los que ya conocíamos. Como por ejemplo, Castiel; quien nos miraba con picardía y nosotras le devolvimos la misma mirada siguiéndole la corriente. La verdad es que nos llevábamos muy bien con el pelirrojo, a pesar de las advertencias de Nathaniel, nunca le habíamos visto alguna característica negativa en su persona y lo conocíamos tan bien. Ser socarrón no era una de ellas, ya que siempre le podía sacar en cara que mi cabello era 100 % natural y el suyo, pintado.

- ¡Hey pelo pintado! ¿Ahora podrías decirnos el secreto de tu magnífico tinte? ¡Pero nunca se igualará al mío! - le grité burlonamente sacando la lengua y él rió de manera fortísima ante mi ''inesperada'' ocurrencia.

- Eso nunca pasa de moda enana - dijo el aludido mientras se acercaba hacia nosotras, ocasionando ciertos murmullos y malas caras dirigidas hacia su persona ¿Es que somos Paris Hilton o qué? - Pero al menos yo lo tengo mejor cuidado que el tuyo.

- Hola Castiel - saludó Priya con un beso en el cachete que causó un bajo barullo a nuestro alrededor, así que nos decidimos a entrar rápidamente al pasillo principal - ¿Qué crees que suceda este año?

- Que Aurore deje de mentir diciendo que su cabello es natural - bromeó él y yo le di un fuerte codazo en el tórax, pero terminó doliéndome. Pues ese titán tenía músculos de acero - ¡Pero si lloverían rosas ese día y hasta bailaría desnudo frente a la directora! - Luego todos nos echamos a reír, aunque a costa de la mirada disgustada de Nathaniel.

Incluso Castiel, ''nuestro querido pelirrojo'' como le decíamos antes. Se sintió muy hastiado por la repentina ''huida'' de Kentin sin decir ni siquiera el por qué. Es por eso que comencé a sentir empatía por él, a pesar de que los profesores lo mandaban a la dirección con frecuencia y Nathaniel nos decía una larga lista de sus defectos, a la cual a nosotras nos hacía poner los ojos en blanco. Castiel podría tener muchos defectos, pero nosotras sólo le mirábamos las virtudes. Sin embargo, nunca sentí alguna atracción por él y me alegré mucho, porque sabía que así todo estaría mejor.