Mi oración

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''Era imposible de describir la tétrica y ennegrecida escena, tuve miedo, pánico. Mi respiración se convertía en resuellos y me costaba inhalar el oxígeno que abundaba en mi aire cotidiano''

Éste capítulo será muy largo, prepárense....

El día tan ansiado y anhelado marcado en mi calendario, por fin había llegado. Un maravilloso 17 de noviembre, que se veía venir como el mejor de todos. Yo lo sentía de esa manera y así  tenía que ser, por eso al levantarme de la cama y recibir los primeros rayos del sol; pude percibir un bello canto de alguna magnífica ave cuyo nombre no sabía ¿Quién sería el dueño de tan hermosa melodía? Entonces me paré sobre mis pies sobre el suelo entarimado y me apoyé en el alféizar de la ventana. Pude reconocer a una pequeña y hermosa golondrina que comenzaba a cantar y ascender a octavas con su aguda y enternecedora vocecilla; tan cerca mío que sentí ganas de estirar el brazo y tocarla. Sin embargo no me atreví a hacerlo, sería actuar de manera muy egoísta.

Pude ver que verídicamente, la vida me animaba a que todo iba a salirme bien éste día y que podía brillar incluso más que en otros años. Entonces así fue como empecé aquel día espectacular. Claro que desde el momento en que Lysandro me regaló aquella pulsera, no me desprendo de ella por nada del mundo e iba conmigo a todas partes.

Era mi alhaja de la buena suerte.

Los huevos fritos, las truchas al vapor y las lonjas de tocino de pronto, mis papilas gustativas lo percibieron como el más suculento manjar; y pensar que un día antes sólo lo consideraba como un desayuno normal y corriente. Mentiría si dijera que estaba completamente normal ese día ¿Cómo iba a estarlo? Aún en mis horas matutinas, sentía una pequeña opresión en el pecho, como si mi cuerpo estuviera sacudido por escalofríos. Pero todavía faltaba mucho para que Lysandro me recogiera, y claro que mi mente no dejaba de imaginar cómo podría yo salir y recibirlo. Además, con qué cara se mostraría cuando me viera puesta en mi nuevo vestido.

¡Estaba roja como el tomate! ¡Cómo si el albino viniera dentro de media hora! Éstos nervios que no puedo controlar... ¡Es como si no pudiera evitarlo! ¡Estoy totalmente enamorada de Lysandro!

Priya y Castiel me mandaron mensajes para animarme, deseándome suerte. Y es como si por ellos empezara a sentirme mejor y más tranquila, porque de pronto aquellos nervios y sacudidas se desvanecieron, y me sentí con los pies firmes sobre la tierra. Pues... ¡Sería un gran día!

Me preguntaba qué estarían haciendo Iris, la simpática Rosalya (Novia del dueño de la tienda de ropa) Ya se imaginan cuán hermosa sería cuando la vierais, pero aún consideraba que le faltaba mucho para asemejarse a la belleza de Priya. Sin embargo, lo que no pudieron los nervios, sí lo hizo la ansiedad. Ya se imaginan cómo estaría yo estando pendiente de aquel inmenso reloj de ébano que habitaba en la gran sala de la casa. Yendo frenéticamente de un lado para otro, rondando por todo el lugar sin saber qué hacer para entretenerme hasta que llegara la hora indicada. No vería a Priya y Castiel durante todo el día antes de la ceremonia ¿Qué iba a hacer?

- ¿Por qué no vas a pasear un rato? - preguntó mi madre incordiada, mientras veía como caminaba por toda la casa moviendo mis dedos nerviosamente - Así te despejas de esos molestos nervios que llevas.

- Madre... Es la primera vez que me pasa ésto. Ni siquiera con Kentin...

- Ya hija no te preocupes, estoy seguro que ese hombre será el indicado para ti y no volverá a irse de tu vida. ¿Pero por qué no lo trajiste a la casa, cariño? - indagó ella un poco apabullada. Y sin darme cuenta, empecé a reírme con timidez.

- Es que no estaba muy segura de aquellos sentimientos, tenía miedo madre. No quería pasar por lo mismo de nuevo, pero ahora creo que puedo confiar en él.

[Fanfic CDM] Hilo del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora