Eran ya las 18:30 cuando el hombre tenía todo listo, no llevaría mucho solo lo habitual su gran espada de platino enfundada en su vaina del mismo material, a el hombre le gustaba mucho su espada la había ganado hace mucho a un fauno en una lucha por honor, el hombre venció al fauno en una partida de ajedrez, aunque no solo era una simple partida de ajedrez, pues si el hombre la perdía debía quedarse para siempre como esclavo del fauno, fue una partida de tres largos días para el hombre y cuando venció el fauno tuvo que concederle cualquier cosa que el hombre quisiera y para aquel entonces lo único que el hombre no tenia era una espada, así que, le pidió la suya y el fauno no tuvo otra opción más que entregársela. El hombre también llevaría un cinturón de cuero negro con doce ranuras en donde encajaban perfectamente doce cuchillos seis en cada costado con esto era suficiente para el hombre, que al verse en el espejo que tenia colgado en la pared de su celda se fijo que no traía colgado su collar así que se volvió hacia la cama en donde se suponía debía dormir todas las noches que estuviese en el sacro se acerco a ella y tomo su collar se lo colgó del cuello y se volvió a posicionar frente al espejo, hizo un rápido examen visual de su atuendo llevaba su habitual traje comandante: capa vino tinto, camisa a juego y pantalón y botas negras, brazaletes de batalla de plata y su cinturón de cuero negro y evilla de plata, al quedar satisfecho se coloco su capucha y recito las mismas palabras que encomienda tras encomienda se decía:

- Juro solemnemente despojarme de todo pensamiento humano, separándome así del mundo mortal de sus emociones vánales y pecados capitales.

Abrió la puerta y se dejo absorber por la oscuridad de los pasillos del sacro, al llegar al vestíbulo central se encontró con Piero quien estaba puliendo su espada apoyado en una mesa de mármol, se acercó a él y le dijo:

-¿Listo?

-Te estás volviendo anciano –Respondió el joven-

-¿Te parece? –Preguntó el hombre-

-Antes eras el primero en estarlo, ahora hasta nos da tiempo de ir al comedor por algo de comida para el viaje –Contestó Piero haciendo una seña con la cabeza en dirección al pasillo que conducía hacia el ala donde se encontraba el comedor por donde se acercaba su hermano con tres bolsas repleta de provisiones y comida para los dos largos días de viaje-

-Ya veo, -continuó el hombre- así que se consideran más rápidos por el hecho de tener tiempo de ir por comida.

Ambos sonrieron y se volvieron hacia Pietro que se acercaba sonriente con las manos llenas.

-Ah, veo que ya estás listo anciano, ten, para el camino. –Dijo Pietro al hombre mientras le extendía la mano para entregarle una de las bolsas que traía-

-Gracias –Le contesto el hombre esbozando una sonrisa-

-En marcha –Dijo el otro gemelo- ya solo quedan 10 minutos.

Y los tres se encaminaron hacia lo alto de la torre del norte.

Al llegar se encontraron con un comité de bienvenida un poco numeroso, estaba Cassandra, Orazzio, tres soldados más que partían esa misma noche hacia otras encomiendas, y Reinaldo el guardia que se encargaba de tomar nota de todos los que salían esa noche.

-¿Están todos ya? –Preguntó Reinaldo-

-Si –Contestaron todos al unísono-

-Perfecto, ya conocen el procedimiento prepárense parten en 5 minutos.

El hombre se acerco a Cassandra y le dijo:

-Cass, quería hablar contigo, pedirte disculpas por el incidente de hace unas horas, no debí decir lo que dije.

-Precisamente por eso eres el comandante en jefe, -Respondió la mujer- siempre sabes reconocer cuando te equivocas, tranquilo, no hay problema.

El hombre esbozo una sonrisa y le dijo:

-¿Qué haces aquí arriba? ¿Otra misión extracurricular?

-No, -Contesto la mujer- he venido para que te disculparas.

-Interesante, -Le dijo el hombre- ¿estás satisfecha ya?

-Mucho.

-Me alegra –Finalizo el hombre-

Luego de unos segundos en absoluto silencio ambos sonrieron y el hombre se incorporo de nuevo con sus dos acompañantes.

-¿Listo Señor? –Pregunto Pietro-

-Listo, ¿tienen lo acordado?

-Sí señor –Contestó Piero-

-Perfecto, –Finalizo el hombre- salgamos de aquí.

Reinaldo se alejo del borde de la torre y se volvió hacia los presentes, los estudio unos segundos y dijo:

-Papeles.

Todos se acercaron y entregaron un pergamino al hombre en donde redactaban los detalles de su misión.

Perfecto, –Continuo Reinaldo- prosigamos.

Todos sonrieron y ansiosos esperaron a escuchar la orden del guardia.

-DESPLIEGUEN. –Grito Reinaldo-

Y de la espalda de los soldados por debajo de su capa se desplegaron una par de alas blancas como los glaciares de los lagos del norte con más de dos metros de diámetro, todas excepto las del comandante, pues sus alas eran de un particular color negro profundo y median alrededor de 4 metros de diámetro, los tres soldados que partían también esa noche se quedaron sin alentó al observar las alas del comandante, pues nunca antes habían presenciado nada parecido.

-Partid, –Dijo Reinaldo- y que la espada de Miguel los acompañe en todo momento soldados.

El hombre muy confiado de que esta sería otra encomienda más de tres aburridísimos meses espiando a su objetivo, un mes adicional planeando su asesinato, tres semanas esperando el momento perfecto y dos días de viaje de vuelta al sacro se encamino hacia la orilla sur de la torre seguido por los gemelos scorpioni y salto.

Que equivocado estaba.

Black WingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora