Tal y como decía el pergamino el comandante quemo el papel y arrojo los restos al rio, se quedo meditando y estudiando los riesgos de su misión, pues, fuera como fuera su misión representaba un riesgo de guerra entre los elfos y su raza y sinceramente lo menos que necesitaba en estos momentos de su vida era una guerra provocada por él, no sabía qué hacer debía tomar una decisión y debía ser rápido.

El comandante estaba tan concentrado pensando que hacer que bajo totalmente la guardia y cuando se percato de la presencia que lo asechaba ya era demasiado tarde, había un hombre parado junto a un arbusto totalmente perplejo mirándolo fijamente el comandante lo miro y rápidamente pensó en asesinarlo, sería fácil, un rápido lanzamiento de uno de sus cuchillos directo al corazón o al cuello cuando el comandante se disponía a hacerlo el hombre le pregunto:

-¿Qué eres? –Dijo Mirando fijamente las inmensas alas negras del comandante-

Justo en ese momento el comandante se percato que aun tenía sus alas desplegadas pues haría una parada rápida para beber agua comer algo y volver a despegar se suponía que nadie lo vería, aunque, las cosas no salieron como él esperaba.

-¿Y tu quien eres? –Pregunto el comandante evadiendo la pregunta del otro hombre-

-Yo soy Jacob Giardinelli señor y ¿Usted quién es?

-Yo soy...

-¿Qué clase de criatura es usted señor? –Interrumpió el hombre- ¿De dónde viene?

-Hagamos algo antes contéstame tu esas mismas preguntas y luego yo te contesto a ti.

-Está bien, Yo soy Jacob Giardinelli proveniente de las tierras heladas mas allá de las montañas nevadas del sur, soy un hombre, pero no como cualquier otro hombre, pertenezco a uno de los cinco clanes de... Vaya, eso no puedo contárselo, pero ya revele bastante de mi, ahora es su turno.

-Yo soy un comandante de una legión ancestral proveniente de las tierras inalcanzables, es todo lo que puedo decirle señor.

-¿Qué me dices de las alas que salen de tu espalda?

-Ah estas –Dijo el comandante mientras miraba sus alas completamente estiradas sobre él- las tengo desde hace muchísimo tiempo ya.

-Pero, ¿Cómo? ¿Las gano? ¿Alguien se las dio?

-Solo las tengo. –Dijo el comandante sin darle mucha importancia a la curiosidad de aquel hombre-

-¿Y para qué las usa?

-Para nadar.

-Jajajajaja claro, que pregunta tan tonta, obviamente son para volar, ¿Y esas plumas...?

-Basta de preguntas tontas señor, debo marcharme.

-Yo iré con usted señor, por favor, sé que puedo serle de ayuda en su camino.

-No creo que eso sea posible.

-¿Y por qué no señor?

-Bueno al menos que tengas un par de éstas –Dijo señalando sus alas- entre todo ese montón de trapo que traes como ropa o que esa rara rama que llevas como bastón te ayude a volar no creo que puedas acompañarme, así que mejor sigue tu camino y yo seguiré el mío.

-Ja, se sorprendería por todo lo que esta "rara rama" como usted la llama puede hacer.

-Otro día me enseñas, hasta luego. –Dijo el comandante y despegó levantando una nube de polvo lo suficientemente espesa para que el humano no pudiera ver hacia donde se dirigía-

Mientras el hombre volaba más hacia el oeste seguía pensando en lo que debía hacer, sabía que tarde o temprano iba a encontrar a su objetivo y no iba a ser fácil espiarla si se trataba de la menor de los Hearlain la protección que debería tener seria inmensa guardias, guardias ocultos y todo tipo de trampas y señuelos para atrapar a quien intentase acercársele, los elfos eran astutos así que debía ser cauteloso y pensar bien todo lo que haría, debía estudiar las posiciones de los arboles, en que parte del bosque podría hacer un refugio, en donde comenzaría a buscar y no volver a dejar que ocurra lo que ocurrió con el humano que lo encontró en aquel río. El hombre comenzó los preparativos, comenzó ascendiendo a tal altura que podía observar casi todo el bosque de pinos y se mantuvo allí un rato observando cada punto ciego del bosque en donde podría ocultarse en caso de ser descubierto y a lo lejos vio un círculo de hierba a media altura en donde se encontraba un gran pozo de piedra –Ese sería un buen lugar para comenzar- se dijo, y continuo observando hacia los lados y alcanzo a ver un punto del bosque en donde los pinos se encontraban con una gran pared de piedra pura en donde podría haber alguna cueva que le sirviera como refugio así que se dirigió hacia allá, al llegar al lugar rápidamente localizo una gran cueva al pie del bosque, se acerco y aterrizo en la entrada, guardo inmediatamente sus alas para evitar otro inconveniente como el de hace unas horas.

Con mucho cuidado se interno en la oscura caverna y no sintió presencia alguna de un animal u otro ser vivo así que puso algunas trampas en los alrededores de la entrada y encendió una fogata en el interior de la cueva, cuando se dispuso a acercarse al pozo que había visto antes se dio cuenta que ya estaba comenzando a oscurecer y lo más sensato era quedarse en la cueva esa noche e ir en la mañana al pozo a investigar, así que apago la fogata y se quedo con la oscuridad de la caverna y un cuchillo de su cinturón en cada mano.

Aquella noche no ocurrió nada fuera de lo normal y cuando amaneció antes de partir el comandante comió algo de lo que llevaba en su bolsa y bebió un poco de agua, desplego sus alas para estirarlas un poco antes de despegar y salió a la luz del día el hombre se quedó con los ojos cerrados y los brazos y alas abiertos hacia el sol, como si recibiera algún tipo de energía de él, así estuvo alrededor de una hora, con los ojos cerrados y los brazos estirados respirando aire puro y meditando a cerca de lo que debía hacer. Cuando abrió los ojos miro directamente hacia los arboles y despego en esa dirección dirigiéndose hacia el gran pozo que había visto el día anterior. Al acercarse al pozo aterrizo en la una de las ramas más alta de uno de los pinos y guardo sus alas, a partir de ese punto iría a pie, o como tenía pensado hacerlo saltando entre las ramas de los arboles, así que, rama tras rama, salto tras salto se fue acercando al pozo muy atento a trampas o señuelos que lo hicieran caer o a guardias que saltaran de pronto de alguna otra rama para atraparlo o de alguno que le disparara una flecha envenenada directo al pecho. Pero, mientras más se acercaba más seguro estaba que no había nadie en los alrededores, hasta que llegó al pozo pues cuando llego sintió la presencia de alguien que se acercaba en completo silencio hacia allí, alguien con un aura pura e inocente pero segura y valiente, alguien que emanaba un poder gigantesco pero que aun carecía de la madurez suficiente para controlarlo, y allí se quedo esperando muy atento ante cualquier movimiento cuando de pronto de entre los arbustos que habían al pie de los pinos que se encontraban al otro extremo del pozo apareció la figura de una mujer de piel morena vestida completamente de blanco, el comandante se quedo sin habla, todo pensamiento de alerta o de desconfianza para con el bosque se deshizo, en aquel momento le importaba un bledo los guardias o las flechas disparadas hacia su pecho. Porque en aquel momento por primera vez la vio.

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⏰ Última actualización: Sep 09, 2016 ⏰

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