Capitulo 6: Los guardianes

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Thalia y ella se miraron por un segundo, y, comenzó la persecución.

. . . . . . . .

-¡Paso, perdón!- Astrid iba disculpándose a medida que empujaba a la gente para poder avanzar por el comedor.

Saltaba sillas y mesas frenéticamente, y aunque iba abriéndose camino entre las personas sabía que no lo suficientemente rápido. Thalia la perseguía con la agilidad de un felino, y por como se apartaban los de su alrededor, la de colores dedujo que debía ser alguien importante allí.

Salió por la puerta por la que habían entrado todos. Al otro lado había un tubo que conectaba con otro edificio, pero antes de poder alcanzarlo sintió como la derribaban e inmovilizaban contra el suelo.

-¡Suéltame!- Ella sabía que no era muy inteligente gritar, pero no le quedaba otra opción- ¡Deja mi memoria en paz!

-Tranquila, no vamos a tocar tu memoria,- Astrid la miró sin comprender- eso era antes de saber que eres como nosotros. Sígueme por favor, ya hemos montado un numerito lo suficientemente escandaloso.

Tenía razón, todos los que estaban en el comedor ahora se encontraban asomados por la puerta para ver que estaba pasando.

Ella se relajó. Sabía que no iban a borrarle los recuerdos. Siguió a Thalia por el pasillo en forma de tubo y bajaron por unas escaleras hasta el subsuelo.

Astrid se quedó sin aire de la emoción. Se encontraban en una biblioteca gigante.

-He aquí los secretos que los guardianes han estado guardando durante siglos, pero antes, siéntate,- Thalia se sentó en una de las mesas que había en el centro de la sala- tengo muchas cosas que contarte.

La chica de colores se sentó y asintió con la cabeza, señal de que le prestaba atención.

-Nosotros, los guardianes, nos dedicamos a hacer que los mortales, es decir la gente normal, no se enteren de la existencia del submundo.

-¿El submundo?- Thalia la miró irritada por la interrupción- Perdón, sigue contando.

-Si, el submundo. Nosotros los guardianes pertenecemos a el, al igual que el elfo oscuro que te atacó en el instituto. Buscaba el libro que encontraste, un libro que llevaba siglos exiliado y que en malas manos puede resultar devastador. Los guardianes aparte de proteger a los mortales, mantenemos a raya los conflictos del submundo. Por eso necesitamos que nos digas donde está.

Astrid juqueteó con sus dedos debajo de la mesa, mientras, indecisa, pensaba si contarle o no donde se hallaba el libro. En realidad, no había conseguido escapar, así que deducía que aunque no le dijera lo que quería saber lo acabarían sonsacando de un modo u otro.

-Calle Gonzalo Mengual, número dos, segundo centro. Debajo de la cama de la segunda habitación a la izquierda.

Thalia se tocó la sien con dos dedos y repitió exactamente las mismas palabras. Esperó un rato en silenció y después dijo:

- Ya van a por el.

- Pero, ¿Y mi padre? No sabe donde estoy, a estas alturas hasta debe de haber llamado a la policía. Y, ¿Porque habeís decidido que ya no vais a borrarme la memoria?

- Los encantadores se encargarán de cambiarle los recuerdos a tu padre. Se pensará que te ha enviado a un internado durante todo el año. Y sobre la segunda pregunta, me encantaría responder, pero ha sido un día agotador con eso de que te escapes de tu habitación y de que huyeras de mi, supongo que querrás descansar.

-¡No!- Al darse cuenta de que había gritado demasiado Astrid intentó suavizar el tono- No, no estoy cansada, cuéntamelo por favor.

Thalia se quedó pensando y al final suspiró.

-Esta bien. Al principio pensábamos que eras una mortal cualquiera, pero cuando me dijiste que habías leído algo en el libro, entonces supe que sin el hechizo revelador nunca habrías podido saber su contenido, por lo que no eras mortal. Supongo que sentiste un fuerte tirón en las tripas, un mareo y algo parecido a una bajada de tensión- Astrid la miró perpleja, pues, lo había descrito perfectamente- Si, esos eran los efectos secundarios del hechizo. Los guardianes canalizamos aquella energía a la que los mortales llamáis magia, y tu, chica de colores, eres una de los nuestros.

Astrid se quedó muda. Esto no se parecía nada a su aburrida vida diaria, sino a una de las historias de sus libros. Cuando se recuperó del sock preguntó:

-Y, ¿Ahora que hago?

-Ahora estudiarás con nosotros, ya que te encuentras en la escuela de guardianes. Si quieres,claro.

Eso explicaba muchas cosas, como el comedor, y los alumnos de diferentes edades. Astrid asintió con la cabeza dando a entender que sí quería estudiar con ellos.

- Bien, te lo explicaré todo un poco por encima. Cada guardián tiene una especialidad, y hay siete tipos de guardianes. Los hechiceros, que canalizan la magia mediante el uso de palabras, tanto dichas como escritas. Es por eso que tienen que estudiar las lenguas antiguas y las diferentes runas. Los encantadores, que confunden la mente y los sentidos. Son capaces de crear ilusiones y manipular a las personas. Los elementistas, que se entrenan para controlar los cuatro elementos, agua, tierra, aire y fuego.

-¿Eso no lo pueden hacer los hechiceros?

Thalia, que odiaba que la interrumpieran, le lanzó una mirada asesina a Astrid y siguió hablando.

-Bien pensado, pero no. No hay palabra mágica que defina a los cuatro elementos. Estan los alquimistas, que como su propio nombre indica estudian alquimia. Ellos crean todos los objetos mágicos: armas, amuletos... Los curanderos, que tienen el don de la canalización de energía curativa, así como un amplio conocimiento de las plantas medicinales y sus usos. Los clarividentes, que pueden ver los diversos caminos del futuro, aunque nunca con claridad, ya que estos están cambiando de dirección constantemente. Y por último los cambiantes, que son aquellos capaces de encontrar el equilibrio mental y físico perfecto para poder producir cambios en su cuerpo y en la materia que les rodea.

Thalia miró a Astrid para ver si lo había entendido todo, y Astrid asintió, aunque tenía la cabeza tan llena de información que sentía que de un momento a otro le iba a explotar.

-Los guardianes principiantes, como tú, sois de rango init-ibris. Darás clase de todas las materias hasta que destaques en alguna. Entonces pasarás a ser de rango amb-et, donde ya serás un tipo de guardián y te especializarás en tu materia. Cuando por fin controles tu especialidad te harán un examen, si lo apruebas pasarás al último rango, ut-lux. Claro que pueden pasar años hasta que esto ocurra. Te llevaré a tu habitación para que tengas tiempo de asimilarlo todo. No bajarás a cenar con los demás, te subirán una bandeja con comida a tu cuarto.

Astrid, ya cenada en su habitación, se paró a pensar. ¿Había hecho bien en aceptar quedarse con los guardianes? No sabía si podía confiar en ellos, y aunque le habían salvado, en cierto modo también la habían raptado y encerrado. Y, ¿ Que tenía ella de guardiana? Ella sabía que no tenía ni una pizca de magia en su cuerpo, eso se notaba, como les pasa a los personajes de los libros cuando todavía no saben que tienen un poder oculto.

Astrid suspiró. "Ha sido un día largo" Se dijo a si misma. Y poniendo eso como excusa, se fue directamente a dormir.

Custode MysteriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora