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Harry y Ron se encontraban discutiendo en la sala común de Gryffindor. Eran las once y media cuando, de repente escucharon el ruido de unas pisadas: Hermione Granger, con el ceño fruncido y una bata rosada.

- ¿Todavia estáis aquí?

- Sí, si te molesta, sólo tienes que limitarte a volver sobre tus pasos - Gruñó Ron.

- Harry, con lo que pasó la última vez, espero que hayas aprendido la lección.

- Dios, si no te vas tú, no vamos nosotros.

Ron hizo que Harry se parara y caminarán hacía las escaleras, cuando un sonido los hizo voltear a la entrada de la sala. Cambiaron el rumbo de sus pisadas y se apoyaron contra la zona interna del retrato de la dama gorda, esperando captar nuevamente el sonido.

- ¿Qué hacéis ahora?

- Sólo cállate de una v...

- ¡Callaos los dos! - Regañó Harry en tono cortante -, he oído algo.

Y empujo el retrato.

- ¡Eso es una mala idea! ¡Haran que le quiten puntos a Gryffindor si os atrapan!

- ¡Entonces devuelvete y deja de seguirnos!

Los dos callaron de repente al ver una sombra gris que se alzaba ante ellos, la cual de repente habló; la sombra era Neville, que tenía horas de estar esperando a alguien para poder entrar pues había olvidado nuevamente la contraseña.

Cuando los cuatro intentaron volver, descubrieron que el retrato de la dama gorda estaba vacío

Así que ¿Porque no explorar?

♦♦♦

Malfoy no podía creer la aventura que habían vivido el par de Gryffindors (más Longbotton y Granger) aquella noche.

Harry le contó cómo escucharon un ruido afuera y decidieron salir, que Hermione los había seguido y que el ruido había resultado ser Neville, que no recordaba la contraseña.

Luego habían descubierto que no podían volver a entrar y habían decidido (Harry y ése Weasley, porque Granger no dejaba de chillar que los expulsarían y Longbotton sólo temblaba del miedo) explorar un poco y habían terminado siendo perseguidos por Filch, su estúpida gata e incluso Peeves.

Oh, claro, y para cereza del pastel, habían terminado en la zona prohibida y encontrado un perro de tres cabezas.

Y Harry se lo contaba con una tranquilidad mientras el apretaba los puños para no golpear a alguien.

- Después de eso volvimos a la sala común de Gryffindor...

- Ya veo...

- ¿Qué a caso sólo sabes gruñir, Malfoy?

- Cállate, Weasley. - La fría mirada seguía fija en el chico bajito de aspecto desaliñado. Se inclinó más sobre la mesa - Eres un imbécil, Potter. ¿De que coño sirvió nuestra conversación de ayer? ¿Eh?

El siseo grave le puso los pelos de punta a Harry.

Pero antes de que pudiera defenderse, el Slytherin se paró, espléndido y orgulloso, y se marcho. Completamente enojado.

-¿Qué con ése? - Bufo Ron - En un idiota.

- Sólo está preocupado. ¡Y no le llames idiota, Ron!

-Bah.

Durante el resto del desayuno, Ron y Harry estuvieron preguntando de una y otra vez, qué sería lo que custodiaba ése perro.

Toma mi mano. (Drarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora