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Durante vacaciones Ron enseñó a jugar ajedrez mágico a Harry, con el que Seamus Finnigan les había prestado.

Los días corrieron rápido y pronto ya era víspera. En la mañana, Harry y Ron se levantaron temprano a abrir sus regalos.

Harry recibió una flauta de madera de parte de Hagrid, Harry le dio la moneda de cincuenta peniques que le habían mandado los Dursley a Ron, que parecía fascinado con el dinero muggle.

También recibió un jersey tejido a mano, grueso y de color verde esmeralda junto a un gran pastel de chocolate casero de parte de los señores Weasley, una caja de ranas de chocolate de Hermione, algo fluido y de color gris que resultó ser una capa de invisibilidad sin remitente, sólo una nota que decía había pertenecido a sus padres y por último, en una cajita pequeña de color verde esmeralda envuelta en un lazo plateado: una bonita pulsera plateada con un pequeño dije de una piedrita que según Ron era, posiblemente, una esmeralda. De parte de Draco Malfoy, decía en la tarjeta escrita con letra fina.

Más tarde aparecieron los gemelos, llevando sus jerseys azules que tenían gravadas una G y una F respectivamente.

Percy también hizo acto de presencia, Fred y George tomaron la oportunidad para molestarlo un rato con su puesto de prefecto.

Harry y los Weasley pasaron una velada muy divertida, con comida deliciosa y una batalla de bolas de nieve en el parque.

Esa había sido la mejor navidad. Aunque echaba de menos Hermione y... y echaba mucho de menos al rubio ególatra, a Draco.

♦♦♦


Harry, siguiendo el consejo de Hermione y aprovechando la capa de invisibilidad que había sido de sus padres, estuvo buscando en la biblioteca información sobre Nicolás Flamel, pero por diferentes circunstancias había terminado huyendo de Filch, su estúpida gata la señora Norris e incluso el molesto profesor de pociones; Severus Snape.

Buscando escapar entró en un aula en desuso, en medio de los pupitres y sillas amontonadas encontró un magnífico espejo, alto hasta el techo y con un marco dorado muy trabajado apoyado en unos soportes que eran como garras. Tenía una inscripción, grabada en la parte superior: «Oesed lenoz aro cut edon isara cut se onotse»

Cuando se acercó al espejo, no vio sólo su reflejo, además otras diez personas, entre ellas sus abuelos y sus... sus padres.

Sus ojos eran iguales a los de ella, pero su cabello definitivamente era de él, su padre era realmente alto, no podía decir lo mismo de su madre. Ahora entendía porque él siempre había sido más pequeño de lo normal.

Siguió buscando en los otros rostros, vio otros ojos como los suyos, narices como la suya: estaba mirando a su familia por primera vez en su vida... y alguien más, tras todas aquellas personas unos únicos ojos grises le dirigían una mirada altiva y una sonrisa amable.

En su interior sentía un poderoso dolor, mitad alegría y mitad tristeza.

«Volveré»

Pero cuando le mostró el espejo a Ron, este vio algo completamente diferente.

Aún así, y aunque Ron le había aconsejado no volver a  sala, Harry fue en busca del espejo y se quedó mirando durante horas aquellos rostros tan similares al suyo... y tan desconocidos hasta ahora.

También sonreía de vez en cuando al chico rubio del fondo.

Hasta que la vos de el profesor Dumbledore lo sobresalto, pero él no lo regaño, sólo hablaron un rato. El director le dijo lo como funcionaba el espejo y que pronto sería retirado de allí, pidiéndole que no lo buscara.

Toma mi mano. (Drarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora