Capítulo 3: LA SUERTE ESTÁ ECHADA.

57 5 0
                                    

Todo había quedado hecho un completo desastre. Menos mal que April contaba con la ayuda de Ethan y Mia. La casa estaba patas arriba, tenían que arreglarla, limpiarla y ordenarla entera...¡Qué pereza! Tanto ella como su hermana estaban agotadas de la anterior paliza. ¡Malditos vampiros! Estaba hasta las narices de aguantar tales asaltos. A pesar de que ella y su hermana estaban para el arrastre, Ethan parecía estar de lo más normal. No estaba cansado, y trabajaba como si todo se tuviese que acabar de arreglar hoy mismo. Mia, tras tomarse un descanso en el sofá, se levantó. Menos mal, creía que iba a pasarse todo el santo rato con el culo pegado al asiento...Nada más alzarse, empezó a quejarse, como siempre, o casi siempre.

-Madre mía, despierto y es esto con lo que me encuentro. Menuda forma de recibirme chicos.

-Mia, ¡Deja de quejarte y mueve el culo! Además, no tiene gracia, casi matan a Edith.

-Perdona, es que me alegro de estar de vuelta.

-April, se oyen pasos desde fuera, no sé quién puede ser. -La avisó Ethan.

-Puede que sea Max. Abre por favor.

Llamaron al timbre y Ethan abrió la puerta. Efectivamente, era Max. Lo vio preocupado. Seguro que sería por Edith. Hacía un buen rato que no sabía nada de ella. Era lógico preocuparse de ello. Cuando se adentró en la entrada, se quedó quieto y de pie en la puerta de casa. Ethan cerró la puerta y fue entonces fue cuando Max les contó el motivo de su preocupación. Nunca lo había visto así. O tal vez sí. Pero fue hace mucho tiempo...Max tenía la misma cara que puso cuando se enteró que April se iba. Cuando les tocó despedirse. April sabía cuándo su amigo estaba preocupado, enfadado, o triste. Y en ese momento, se notaba que lo estaba pasando mal. Así que sin más rodeos, prosiguió con lo que venía a preguntar.

-Oye, ¿Habéis visto a Edith? Anoche salió y pensé que vendría a dormir a casa pero no llegó. Como veréis, ahora es de día y sigue sin aparecer.-Preguntó.

-Max, no te preocupes, anoche Edith vino hasta aquí y nos tomamos una cuantas copas recordando el pasado y nuestra infancia. Ella bebió mucho más que yo y me pareció justo y adecuado ofrecerle pasar la noche aquí, para que no volviera sola a casa en ese estado. Era consciente de que podría pasarle algo por ahí fuera. Aun sigue durmiendo, nos acostamos tarde. -Improvisó una excusa su amiga.

-Menos mal, en serio. Gracias por no dejar que viniese sola y de ese modo April. -Se quedó callado un momento-¿Podéis decirle que me llame cuando despierte?

Madre de Dios, April ya no sabía que escusas ponerle, este chico era tozudo y muy controlador. De tanto que se preocupaba, se hacía cansino. Pero April le quería, porque sabía que era un gran y verdadero amigo. Pensando y pensando en busca de otra pequeña mentirijilla, se le ocurrió la siguiente, un poco forzada para ser sinceros.

-¡Sí! ¡Por supuesto! La avisaremos, pero...no creo que pueda llamarte...

-¿Por qué?

-Porque...¡Porque perdió su móvil! Sí...Cuando vino a mi casa me informó de ello, una lástima.

-Pero...Vosotros tenéis teléfono en casa, ¿Verdad?

Mierda.

-Eh...Verdad, verdad.

-Pues, ¿Podrá comunicarse conmigo entonces?

April sonrió mientras asentía con una sonrisa forzada. Un poco más idiota y no nace...¡Cagada! Por suerte, Max tenía otros planes en mente que esquivaron el problema con Edith, y se los hizo saber de inmediato a su amiga de la infancia después de un rato largo de silencio. Puede que estuviera pensando el decírselo y cómo decírselo.

MENTES RETORCIDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora