Capítulo 4
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La noche se había esfumado y la mañana llegó con rapidez. Ese era el primer día escolar en ese pueblo para el menor de los Winchester.
El reloj marcaba las seis con treinta. Sam estaba por colgarse la mochila a la espalda para dirigirse hacia la que sería su nueva escuela por al menos unas dos semanas.
Dean observaba a su hermano deambular de un lado al otro arreglándose para la escuela. Nunca entendería ese amor por el estudio que poseía el menor, en cambio el en cuanto cumplió los dieciocho optó por abandonar los estudios y centrarse en lo que realmente valía la pena que era matar a cuanto monstruo anduviese por la tierra.
—Ponle freno a tu caballo, chico. Aún estamos a tiempo y apenas estoy empezando a desayunar —habló Dean con la boca llena de cereal.
—Tú sigue desayunando, Dean. La escuela no queda muy lejos del motel y prefiero caminar —dijo mientras ajustaba las correas de su mochila—. Además, ya estas corto de tiempo para llegar a tu trabajo.
—Unos minutos de atraso no son nada si sé que vas a llegar sano y salvo a la escuela. Además, sabes también como yo que a papá no le agrada que camines solo —agregó mientras apuntaba con su cuchara a Sam.
—Vamos, Dean, tengo trece por si tu o papá no se han dado cuenta, puedo ir por mí mismo a la escuela —agregó con indignación sabiendo que había fallado en su plan de parecer un chico duro y no un niño llorón—. Me voy que llegó tarde. Te veo luego, y no te preocupes en pasar por mí que se me muy bien el camino de regreso —salió por la puerta tan rápido que dejo a Dean con la palabra en la boca.
Dean se vio falto de apetito ante la preocupación que le estaba causando la actitud de su hermano esa mañana. La noche anterior había sido todo un caos entre ellos y esa mañana era como si nada hubiese ocurrido. Esa mirada apagada seguía allí.
Aún tenía que arreglar la metida de pata que había echo el día anterior, pero con el apuro de Sam por salir solo no pudo disculparse y no quería dejarlo pasar y no darle la importancia que merecía.
Una mirada a su reloj le confirmo que llegaba tarde, ya tendría tiempo para disculparse y ser un mejor hermano mayor.
Con un suspiro de frustración Sam cruzó las puertas de la institución. No sería tan malagradecido de maldecir la preocupación de su familia por él, pero todo en exceso es malo y su padre y Dean ya no solamente se encargaban de protegerlo sino que lo ahogan al tratarlo como un niño pequeño el cual no es capaz de cruzar las calles sin supervisión de adultos.
Todos los chicos de su edad iban por su cuenta a la escuela sin necesidad de ser llevados de la mano de sus padres o hermanos mayores, pero al parecer él era la única excepción.
Seguramente su hermano odiaba tener que estar tan pendiente de él, por eso su decisión de irse solo esa mañana para darle un respiro de su cargo de niñera que nunca pidió y mucho menos cuando era solamente un niño de cuatro años.
Al parecer algunas cosas tendrían que cambiar, ya era hora que se comportase como un hombre y dejase de ser una carga que se tenían que turnar. Su hermano a su edad ya asistía a cacerías mucho más allá de simples salar y quemar. Dean merecía poder ir a más cacerías, merecía tener una vida sin tener que pasar todo el día pendiente de él.
No es que Sam dudase del amor de su hermano para con él, pero no merecía tener que cargar con una cruz durante el resto de su vida. En ese preciso momento Sam se concentraría más en las cacerías, se adaptaría a la vida de los cazadores y tal vez algún día su familia se sienta orgullosa de él.
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Gritos Silenciosos (EN EDICIÓN)
FanfictionEl trabajo de Dean Winchester siempre ha sido mantener a salvo a su hermano menor de cualquier criatura o persona, pero nunca llegó a imaginar que él sería uno de los principales responsables de causar tanto daño a su hermanito. *La imagen de portad...