Capítulo 12 "Deja de llorar peque"

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No sé el tiempo que pasé bajo el agua de la ducha, me enjabonaba una y otra vez, pero por más que lo intentaba, seguía sintiéndome sucia. Rompí en un llanto devastador, incapaz de controlar las imágenes atroces que me torturaban y entonces entré en una terrible crisis de ansiedad. Recuerdo dar patadas al aire, puñetazos a la pared, gritaba palabras incoherentes y lloraba con tanta intensidad, que por momentos me asfixiaba por falta de aire.

De pronto salí del trance en el que me encontraba, al percatarme de que Axel golpeaba duramente la puerta y con desespero escalofriante, me suplicaba que lo dejara pasar. Pero no me dio tiempo a reaccionar y a los pocos segundos se las apañó para abrir el cierre de la puerta y lo vi entrar a través de la mampara .

— ¿¿Estas bien Nora??, deja de llorar peque y sal  de ahí por favor —me pasó una toalla por encima del cristal ahumado que nos separaba .
Con tono dulce y palabras tiernas, consiguió que le hiciera caso y salí enroscada en la toalla a los pocos minutos.

Su rostro se endureció cuando a través del espejo, vio las heridas que tenía en la parte alta de mi espalda. Sin pronunciar palabra alguna, me acompañó hasta la habitación más cercana, dejó sobre la cama una camiseta y un short y se puso de espaldas para que me vistiera con más intimidad. Dejó pasar un tiempo prudencial y se giró, me ayudó a acomodarme en la cama, fue en busca de agua a la cocina, me dio una pastilla y me pidió que me la tomara .

Fue entonces cuando descubrí que tenía los puños enrojecidos, lastimados posiblemente en la batalla por mi defensa. Imaginarlo en esa tesitura me causó una impresión aterradora y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.

Abochornada e incapaz de mirarlo a la cara, me limité a obedecer como una niña buena...

— Ahora duerme Nora , tienes que descansar — apagó la luz de la habitación y encendió la de la mesita.
— Axel ..
— Dime Nora
— No te vayas, no me dejes sola, yo...necesito que te quedes.
— No preciosa, no pienso irme a ninguna parte, quédate tranquila.
— Axel ..
— Dime..
— Gracias por quedarte.
— Shhh no hables. No tienes porque dar las gracias, sólo duérmete peque. — con mucha prudencia, se sentó a mi lado y ambos permanecimos en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos.

Poco después gracias a su presencia, al efecto de la pastilla y al agotamiento por el estrés acumulado, conseguí quedarme dormida.

Por la mañana desperté sola en la habitación, el fuerte dolor que se apoderaba de mi cuerpo, no me incitaba a levantarme de la cama, pero un olor intenso a chocolate caliente me condujo hasta la cocina. "Nada que un buen chocolate no pueda arreglar" eso decía siempre mi madre.

Al pasar por el comedor, una voz femenina me sorprendió...

— Hola Nora— era una señora mayor, de aproximadamente 60 años , tez blanca, con facciones dulces y armoniosas pero ¿sabía mi nombre?¿quién era y qué quería de mi?. Quedé paralizada y devolví el saludo con un "hola" a secas.

Axel entró al salón con tres tazas de chocolate, una caja de galletas y me invitó a sentarme junto a ellos . Sus ojos me pedían perdón y yo trataba de asimilar qué narices pasaba allí.

— Nora ella es la doctora Gustems, una buena amiga, la he hecho venir para..— no dejé que acabara la frase...
— ¿Quién te pidió una doctora Axel? ¡Te rogué, te supliqué que esto quedará entre nosotros!
— Nora entiéndelo, por tu bien tuve que tomar una decisión, siento que estés molesta conmigo, pero alguien debía curarte esas heridas y ella es de total confianza.
— Estoy bien, no necesito que nadie me cure nada, fue una caída tonta.,,— quise ver hasta qué punto ella estaba informada .

— Nora dulzura, Axel me lo contó todo, está muy preocupado por ti, y temía tu reacción al verme, pero algún día entenderás que ha actuado de forma madura y responsable. Sólo trata de ayudarte . Vamos desayuna algo linda, que tendré que recetarte pastillas y es mejor que tengas el estómago lleno. — le hice caso y me senté enfrente de Axel, lo mire fijamente a los ojos, con todo el odio con el que se puede mirar a alguien que traiciona tu confianza e ignora tus deseos sin remordimiento alguno.

El lo supo insofacto, supo que jamás lo perdonaría, que su repugnante falta de honestidad hacia mi, su falsa lealtad, me generó tal grado de rencor y de resentimiento, que lo detestaría para el resto de mi vida. La cagó, nunca debió decidir contar mi intimidad, mi  horrible secreto.

Confié en la persona equivocada. No sólo me hizo sentir traicionada, también consiguió lastimar mi corazón y dejarlo roto en pedacitos pequeños, para siempre...

Con el paso de los días, establecí una amistad con la doctora Gustems. Me trataba con gran delicadeza y acabó siendo mi único punto de apoyo para superar todos mis traumas, mis miedos, mi baja autoestima, mi desconfianza hacia el resto del mundo. No fue tarea fácil pero conseguí seguir adelante.

Además de coser y limpiar mis heridas físicas, la doctora me realizó una revisión ginecológica, y en ella me confirmó, que por fortuna, no hubo penetración en la violación. Sin su ayuda nunca lo hubiera sabido y seguiría atormentada con esa duda, que bien seguro hubiese acabado por consumir todo mi ser.

Marta, que así se llamaba, se convirtió en mi consejera y psicóloga particular y puedo asegurar que grácias a ella se acabaron mis pesadillas y conseguí conciliar el sueño sin medicación.

Doctora de cabecera de medicina general en el Hospital del Mar de Barcelona y titulada con un master en psicología, supo ganarse mi confianza y en pocos meses desarrollamos una gran amistad.

Paradójicamente con Axel rompí toda relación. Pensar en ello y en lo mal que lo traté todavía me duele. Quise contactar con él para tratar de arreglar las cosas, pues sentía que le debía una disculpa, pero ya era demasiado tarde. Axel se había marchado a EEUU para ejercer sus estudios de abogacía en la universidad de Harvard.

Se marchó sin más, ni siquiera vino a despedirse de mí , odiándome por la enemistad que creció entre nosotros, causada por mi testarudez al negarle tan siquiera una llamada, un acercamiento, cuando trataba de saber de mí, de cómo avanzaba con mi terapia y mi recuperación.

Lo alejé a patadas cegada por mi orgullo y él tras soportar más de un reproche se resignó, cesó en su intento de reconciliación y se olvido de mí y de mi mala fortuna.

La teoría de Marta es que me comporté mal con Axel, porque tenerlo cerca me hacía memorar la pesadilla que sufrí, que todo ocurrió después de su rechazo y una parte de mí lo culpaba injustamente de lo que pasó aquella noche.

La realidad es que su presencia me incomodaba, sí, pero no porque lo culpara, sino porque él despertaba en mi, un alboroto de sentimientos que por mis temores, mis recelos y mi falta de madurez no fui capaz de afrontar.

Me convencí de que lo mejor era olvidarlo todo, olvidarlo a él, componerme y seguir mi camino.

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Cuando el piloto anunció que se iniciaba el descenso para el aterrizaje en la ciudad de New York, una fuerte sensación de euforia se apoderó de mí.

Por primera vez en muchos años, me sentía  fuerte y segura de mí misma, con ganas de comerme el mundo y de vivir lo que ansiaba fuese, el mejor capítulo de mi vida.

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Axel en foto multimedia
Os dejo una foto de Axel con 18 años... Espero que os guste😜 sino cada una que se lo imagine como quiera 😁

Como siempre muchas gracias por leerme por vuestros votos y comentarios!

No Me Juzgues Pero No Me Dejes #FAwards  #PNovels2016 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora