Capítulo 17 " Te espero en mi despacho "

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Mi cara era de puro asombro cuando fui consciente de que Leo estaba semidesnudo y acercándose peligrosamente.

Llegó a mí con paso pausado y clara intención de incomodarme con la mirada desafiante y clavada en mi, después se metió bajo el chorro de agua de la ducha que tenía en frente, dejándome una vista inmejorable.

Se notaba que él era conocedor de sus múltiples encantos físicos y  me estaba provocando descaradamente. Al final consiguió lo que estaba buscando, hacerme sentir como una idiota por no poder apartar la vista de él.

Mis pupilas se ensancharon cuando se puso de espaldas y pude deleitarme en su culo perfecto, estaba terriblemente apetecible con un bóxer negro tan ajustado que dejaba poco a la imaginación.

Se frotaba la cabeza con rapidez, de repente dio media vuelta y se puso de cara hacia mí. Una cascada de agua deslizaba por su pecho llevándose a su paso la nata del pastel que bajaba de su cabello. De una forma muy varonil y provocativa acariciaba los músculos de su pectoral y éstos reaccionaban al mínimo movimiento.

De reojo me pareció adivinar una sonrisa victoriosa en su rostro cuando se percató de que su figura tenía toda mi atención. Leo era jodidamente sexy, demasiado sexy sobretodo para mí.

Nunca, ni en el mejor de mis sueños eróticos, había contemplado semejante monumento.

Daban ganas de acercarse y ayudarlo a frotar ese cuerpo de escándalo. Me imaginaba lo bien que podría hacerme sentir un tío como él. En realidad imaginármelo era de lo único que me sentía capaz porque yo de pensamiento era muy atrevida, pero a la hora de la verdad, era una tonta inexperta en el juego del amor .

Claro que tenía un buen motivo para esa falta de experiencia.

Enfrentarme a cualquier hombre que buscara intimidad conmigo, me causaba ansiedad . Los primeros meses después de sufrir la agresión en la que casi me violan, un simple contacto, incluso un triste y casto beso me provocaba naúseas. Sentía un asco irracional hacia todo aquel que se me acercaba.

Afortunadamente las sesiones semanales con Marta, consiguieron que poco a poco afrontara mis miedos y mis relaciones con el sexo masculino empezaron a fluir.

Mi terapia era salir a buscar rollos de una noche, dejar que me besaran o me tocaran era todo un logro para alguien que arrastraba un trauma como el mío.

Quizás más de uno pensaría que los métodos de mi psicóloga podían parecer poco profesionales pero la realidad es que a mí me ayudaron considerablemente.

Empecé a disfrutar como una enana en esas salidas pero cuando quise dar un paso más y entregarme al chico que me gustaba, paso algo que me llevó a sufrir el peor de mis tormentos.

En el momento que sentí que ese chaval se tumbaba encima de mí, que manoseaba mi cuerpo y buscaba mis pechos para excitarse, entré en un ataque de pánico. Todo iba bien hasta que me tuvo aplastada debajo de él, esa sensación de asfixia me llevaba a revivir la peor de mis pesadillas y llegaban a mi mente imágenes de lo que sucedió aquella noche donde me torturaron sin poder evitarlo.

Le dije a Marta, mi psicóloga que me ayudara, ella era con la única que podía hablar de esos temas y si yo deseaba disfrutar del sexo necesitaba sus consejos. A mi edad no llevaba bien seguir siendo la niña inmaculada, más cuando todas mis compañeras del instituto disfrutaban de relaciones completas con sus parejas desde hacía tiempo, incluida Lola a pesar de que lo suyo con esa torre gigante no acabó como ella esperaba.

Ansiaba sentirme normal, y necesitaba tener sexo placentero para pasar página y así superar la terrible secuela que arrastraba desde la niñez.

Lo malo era que en el momento de la acción una alarma se disparaba en mi cabeza y tenía que abortar la misión, "la puta misión imposible" como acabé por bautizarla.

No Me Juzgues Pero No Me Dejes #FAwards  #PNovels2016 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora