* Nora*Unas manos sujetaban mis piernas alzadas 90 grados cuando desperté de aquel sueño. Me encontraba tumbada en el suelo helado de la agencia, rodeada de cabezas borrosas irreconocibles en ese momento. Todo me daba vueltas y mi cuerpo débil, sin fuerzas se puso a temblar.
De pronto distinguí la voz de Huang entre un murmullo ensordecedor, estaba histérico y gritaba "¡le está dando un ataque, ponerle algo en la boca para que no se muerda la lengua!"
Quería decirles que no era un ataque que sentía mucho frío pero no fui capaz de pronunciar una sola palabra.
Cerré los ojos, mi cuerpo me pedía seguir durmiendo y cedí encantada, era mucho más placentero que soportar aquella escena.
Poco después alguien se acercó a mí y empezó a ponerme pegatinas por todo el cuerpo mientras preguntaba cuánto rato hacía que estaba sin conocimiento. Nadie supo que contestar, al parecer cuando me encontraron ya no respondía.
Después noté como me colocaban un brazalete en el brazo que me lo presionaba con fuerza. Me incordiaban demasiado y no quería que me molestaran más pero al final consiguieron sacarme de mi estado de relajación, cuando sentí que me pasaban varios cables por encima. En ese momento caí en la cuenta de que me estaban atendiendo varios enfermeros y que acababa de tener un desfallecimiento.
Uno de los chicos que me asistía parecía molesto y no tardó en exigir al grupo de mirones que se habían concentrado a mi alrededor que se largaran de allí y les dejaran trabajar.
Me extrañó tener tanto público por un simple mareo y al mirar de reojo para tratar de averiguar quién estaba allí cotilleando, me di cuenta de que no era sólo por mí por lo que permanecían inmóviles haciendo caso omiso a los ruegos del enfermero.
Leo estaba a mi lado, no se movía y un reguero de sangre bajaba por detrás del lóbulo su oreja. Su hombro, brazo y parte del pecho estaban pintados de ese característico rojo intenso. Era notorio que continuaba perdiendo mucha sangre y al parecer se encontraba inconsciente.
El enfermero preguntaba si alguien sabía lo que había ocurrido, pero los allí presentes no tenían ni idea.
La visión del encontronazo que habíamos tenido me devolvió a la realidad y quise incorporarme para saber cómo se encontraba Leo y explicarle a ese chico los detalles de la caída.
Al levantar la cabeza del suelo todo empezó a darme vueltas, me ahogaba por falta de aire y un pinchazo bajo el pecho me provocó un dolor tan intenso que acabó por dejarme sin respiración.
Sentí unas nauseas terribles que formaron un nudo en mi garganta, de pronto un calor asfixiante subió por mis piernas, empecé a notar un incómodo hormigueo que adormecía mis extremidades y acto seguido entré en aquel sueño reparador que al parecer aparecía para protegerme y no tener que soportar tanto dolor.
De cómo llegué al hospital no recuerdo nada, la enfermera me dijo que me sedaron en la ambulancia porque estaba demasiado inquieta, mientras tomaba todas mis constantes y me ponía una vía en el brazo.
No podía respirar, intentaba coger aire profundamente pero una punzada en el costado derecho me lo dificultaba y me doblegaba de dolor.
La cabeza me iba a reventar en cualquier momento, parecía un taller de carpintería con cientos de martillos golpeándome uno tras otro.
Me encontraba realmente mal y empezaba a estar asustada por sentirme tan frágil.
La Doctora Guilera no tardó en llegar alarmada por la enfermera quien le indicó que tenía muy alta la frecuencia cardíaca.
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No Me Juzgues Pero No Me Dejes #FAwards #PNovels2016
Romance#PremiosAF1. #Premios.P2016 ¿Qué limita la frontera del bien y del mal? ¿Acaso las cosas siempre son blancas o negras? ¿El fin justifica los medios? Quizás conocer a Nora, te haga replantear las respuestas a estas preguntas...