Capitulo XII

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Vuelve él arrepentido, con el corazón en la mano y la conciencia cargada pidiéndole disculpas a su chica, no quería perderla. Ya sería su 5to aniversario y no quería arruinarlo por una estupidez. Él en verdad la amaba, pero, siempre repetía la misma excusa "Errar es de humanos", ella en ese entonces lo amaba, por lo que, decidió perdonarlo. Más, hubo algo trascendental en este acontecimiento. Ella cambió. Era sorprendente como en un par de días, después de haber grabado su sonrisa en su memoria ella podría estar así.

Las noches se iban sin su respectivo "See you again", solo eran unas "Buenas noches" comunes y corrientes. Su estado de ánimo se notaba más eufórico, sus ojos ya no brillaban como antes. Él le rompió el corazón.

Ambos disfrutaban mucho de las cosas pequeñas, era lo único en ese entonces que tenían en común. Decidieron empezar de nuevo, ella le abrió la puerta del corazón que él había roto con imprudencia, sin consideración con ningún esquema sentimental ni anímico, y sin importarle un poco. Cruel e inocentemente.

Al paso de las semanas, él poco a poco iba notando que la estaba perdiendo, por lo que decidió verse con ella, otra vez, en casa de la chica, su mamá como siempre simpática lo recibió, y seguidamente, subió a su cuarto dejándolos solos, él estaba muy arrepentido por su cometido. La abrazó tan fuerte que los pedazos de su roto corazón se unieron, las lágrimas bajaron por las mejillas de ambos seguido de un "Te amo" al unísono. Él le explico todo lo que pasó, con muchísima vergüenza y culpabilidad, ella lo aceptó tal como era... Y tal como sucedió.

A ciencia cierta desconozco si un acto de amor es tan grande para perdonar una infidelidad. El acto de amor más grande a mi parecer, sería no ser infiel.

La tarde pasaba en casa de su doncella, lleno de risas, besos, suspiros, miradas y abrazos decidieron cocinar un poco. Hicieron panquecas. Era su plato favorito. Ambos afirmaban que al casarse cocinarían eso todos los días hasta que se aburrieran o les repugnara.

A eso de las 8:30, la mamá del chico lo llamó, diciéndole que ya lo iba a buscar. Calculando todo eso, el se despidió de su segunda familia para volver a casa, está vez, acompañado de su princesa al portón residencial para despedirse de él. En el trayecto. El la acercó a la pared de una casa donde comenzó a besarla apasionadamente, mordida tras mordida, roce con su respectiva humedad labial y como no puede faltar, su lengua con la de ella al mismo compás del corazón. Afirmó haber vivido el mejor beso de toda su vida.

En el camino, se sentaron en el muro de una casa a esperar, quedaba cerca del portón y como no había nadie, se sentaron a esperar. Él la besó, otra vez, y entre beso y beso llegó la camioneta con el dueño de la casa en la que estaban sentados esperando. Él completamente apenado de que el residente viera la escena de amor que estaba ocurriendo en el frente de su casa, rápidamente caminó hasta la ventanilla del copilóto de la camioneta cuando replicó:
-Mil disculpas señor, lo que pasa es que estábamos esperando a mi papá que ya venía a recogerme, y es lo más cerca que nos queda del portón

El señor, seguidamente de una sonrisa y un brillo en la mirada respondió:
-No se preocupe jóven, no está nada mal besarse. Se nota cuanto la ama

Él sonrió, y luego de darle las buenas noches al señor y nuevamente pedirle disculpas se avecinaba el carro de su mamá; y ya era hora de despedirse de su chica, con un fuerte abrazo y un corto besito en los labios, se dirigió al auto donde llego a casa y finalizo su día con su habitual "See you again"

Cierra la puerta al salirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora