-Creo que deberíamos levantarnos.-No quiero. -dijo Dan besando a su preciosa esposa.- No me quiero levantar.
-Pero tenemos cita en el médico y tenemos que llevar a Luke a casa de tus padres.
Dan sonrió y abrió los ojos, fijándose en la enorme barriga que ahora tenía su mujer, Sarah Howell:
-¿Te he dicho lo preciosa que eres y lo bien que te queda mi apellido?
Después de tres años de relación, Dan había dado el siguiente paso y había pedido matrimonio a Sarah. Se habían casado hace seis meses y había sido un día precioso, del que nunca se olvidarían, no solo por el hecho de que se habían convertido en marido y mujer, también porque Sarah le había dicho que estaban esperando un hijo. Ella había acabado su carrera en filología española y trabajaba para una editorial, traduciendo libros y contactando con autores españoles. A Dan le encantaba oírla hablar español y ahora Luke estaba aprendiéndolo poco a poco.
Luke era como un hijo para Dan. Después de llevar varios meses saliendo con Sarah, ella le había contado que era su hijo y sintió felicidad, siempre había querido un niño y ahora tenía a Luke y a otro en camino. Si sus cálculos no se equivocaban, quedaban dos semanas para ver a Dylan James Howell:
-¿Acaso te has olvidado de qué día es hoy, precioso? -dijo Sarah besando lentamente los labios de él, para luego dejar algunos en su pecho, haciendo que Dan gimiera. -No me digas que te has olvidado.
-Ya me has dicho que tenemos cita en el médico...
-Dan, es 11.
Su veintitrés cumpleaños:
-Ya decía yo que me sentía más viejo.
Ella rió y con dificultad se levantó de la cama, mirándose en el espejo:
-Casi no me veo.
-Yo pienso que es adorable.
-Con mi altura y esta barriga parezco un globo.
Él rió y se levantó, abrazándola por detrás y apoyando sus manos en la barriga, acariciándola lentamente y dejando besos en el cuello de ella:
-Para...
-¿Por qué?
-Sabes que esos besos me gustan demasiado.
-¿Y eso es malo?
-Muy malo, Dan y lo sabes.
Luke abrió la puerta y se tiró corriendo en la cama:
-¡Feliz cumpleaños, Dan! -Luke se acercó hasta Dan, que ya se había separado de Sarah y se lanzó a sus brazos, llevándose un gran abrazo por parte de él.- No puedo esperar hasta tu fiesta de cumpleaños. ¿Va a venir Phil?
-Claro que va a venir, ¿qué clase de amigo sería si no viniera a mi fiesta y a verte?
-Uno muy malo.
Dan rió y dejó a Luke en el suelo, a sus siete años ya era bastante alto y Sarah lo agradecía, no quería que llamaran a su hijo enano si hubiera salido con la altura de su madre:
-Luke, ¿por qué no vamos a desayunar mientras mamá se preparar?
A Luke se le iluminó la cara y salió de la habitación corriendo, bajando las escaleras en dirección a la cocina:
-Sarah, cariño, ¿qué quieres para desayunar?
-Lo que sea. Tengo antojo de mantequilla de cacahuete... -dijo mientras se ponía un jersey.- Pero lo que tú quieras.
Dan asintió y bajó para entrar a la cocina:
-¿Listo para preparar el desayuno?
****
Aquella misma tarde la residencia Howell se encontraba llena de gente que había sido invitada al cumpleaños de Dan, su familia, la familia de Sarah y sus amigos más cercanos estaban encantados de estar allí y habían traído regalos y comida para la merienda que Sarah había planeado. Después de la última revisión antes de su parto, había llegado a casa y se había puesto a cocinar deliciosos postres para que todos los pudieran disfrutar. Aparte había limpiado la casa de arriba a abajo y la había decorado mientras Dan se encontraba fuera de casa por motivos de trabajo.
Durante los años de su relación, Dan se había apuntado a un curso de comunicación audiovisual y periodismo y ahora trabajaba en la radio, lo que había echo que se mudaran a Londres y aunque a veces fue duro acostumbrarse a la gran ciudad, Luke amaba Londres e iba a una buena escuela.
Luke la abrazó y ella le besó la cabeza a su hijo, mirándolo con una gran sonrisa:
-¿Tienes preparado el regalo, mi amor?
-Sí, ¿crees que le gustará?
-Le encantará cariño, eso ni lo dudes.
Luke era muy parecido a ella, pero con algunos rasgos de su padre biológico, del que Sarah no había oído hablar durante ocho años, aquel que no había merecido sus lágrimas y el que por supuesto no merecía a Luke:
-¿Cuándo se lo vamos a dar?
-Ya vamos a abrir los regalos.
Dan se acercó hasta la pequeña mesa donde los invitados habían dejado sus regalos y los fue abriendo uno a uno, camisetas, una nueva cartera e incluso un delantal que ponía "Mejor papi del mundo.", cosa que le pareció adorable a Sarah:
-Ahora el mío y el de mamá.
Luke le dio una caja rectangular a Dan, que miró extrañado a ambos y la abrió. Era All Bran. El cereal que le dio la oportunidad de conocer a la mujer de sus sueños y el que le ha proporcionado muchas alegrías:
-Detrás hay un mensaje.
Dan le dio la vuelta a la caja y Sarah se puso nerviosa por momentos. Detrás había escrito un mensaje.
¿Quieres ser mi papá?
Dan miró a Sarah, que le dedicó una gran sonrisa:
-Luke quiere que seas su padre, así que me acerqué al juzgado y... -Sarah le dio una carpeta de color marrón a Dan.- Me dijeron que si querías ser el tutor legal de Luke junto a mí, debías firmar estos papeles y presentarte allí para entregar unos documentos.
A Dan se le paró el corazón y lágrimas cayeron por sus mejillas, haciendo que todo el mundo soltara un largo "aw". Se agachó y abrazó al pequeño Luke que también tenía lágrimas en sus ojos y lloró. Lloró de alegría, de felicidad porque todo aquello había empezado por una simple caja de cereal en un día de suerte y ahora... Ahora era el hombre más feliz del mundo.
Sarah se unió al abrazo y besó las cabezas de ambos:
-Adoro a nuestra familia.
***
Este es el fin. Espero que os haya gustado mucho y si algún día queréis hablar conmigo, no dudéis en dejarme un mensaje o lo que queráis. (Podéis dejar sugerencias para próximas historias en los comentarios) :)
Voy a publicar una nueva historia esta noche, así que estad atentas! (También es de Dan, aunque tengo ideas para una de Phil)
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cereal » Dan Howell.
Historia CortaÉl la miró, estaba intentando alcanzar una cosa en la estantería más alta de todo el pasillo. Mordía su labio concentrada y él no podía evitar que una sonrisa se le escapara. Se ponía de puntillas, sin éxito ninguno y él pensaba en lo mucho que le t...