RECUERDOS

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DIECISIETE AÑOS ATRÁS

Niñas no se alejen mucho de nosotros- nos decía mi padre; estábamos en el parque jugando con varios niños de nuestra edad, April y yo no nos separábamos nunca, nuestras madres son mejores amigas, y nuestros padres trabajan en la misma compañía.

Siempre salimos los fines de semana al parque y hoy no fue la excepción. Estábamos jugando con una pelota la cual perdió entre los arbustos, todos los niños incluyéndonos April y yo comenzamos a buscarla, de pronto un señor nos llamó desde la lejanía, tenía en su mano nuestra pelota, fuimos a buscarla y dijo que nos la entregaría si lo acompañábamos a comer un helado, teníamos solo seis y siete años por lo que un helado a cambio del juguete nos ilusionó y le hicimos caso.

-Vengan niñas entren a mi auto

-Señor pero aquí cerca hay una heladería –dijimos un poco asustadas, le intentábamos mirar al rostro, pero había algo en él que nos hacía retirar la mirada, algo inexplicable, no algo angelical, sino horripilante.

-Pero niñas yo conozco una donde por cada helado te regalan mucho chocolate, y un lindo peluche

Emocionadas dijimos que sí, unos cuantos minutos, nuestros padres no se darían cuenta. A qué niña la combinación, helado, chocolate y peluche en una misma oferta no le hacía ilusión, pues no éramos la excepción.

Una vez dentro del auto, el extraño pero amable hombre le puso seguro, no fue inesperado que lo hiciera, mi padre hacía lo mismo y decía que era para no tener accidentes.

Llevábamos aproximadamente unos veinte minutos transitando, esa heladería sí que quedaba lejos. De vez en cuando el señor nos miraba de reojo, como confirmando que estuviéramos allí.

-Señor tranquilo no nos moveremos a ningún lado, no hasta obtener ese maravilloso combo y nuestra pelota –le dije con una gran sonrisa, él solo asintió.

April me abrazó, yo era la mayor y sentía que tenía que cuidarla, era un año de diferencia pero me tomaba enserio el papel. Comenzamos a desviarnos de la carretera principal adentrándonos en una zona boscosa.

-¿Señor por qué se desvía no conozco ninguna heladería?, y eso que hemos ido a todas las de la ciudad, siempre nos dan lo mejor porque nuestros padres son los dueños de una de las compañías más grandes

-Eso lo sé niñita, eso lo sé -sonrió y con ese simple gesto hizo temblar mi interior, intercambié miradas con mi mejor amiga y sabíamos que estábamos en problemas.

Nuestros padre siempre nos decían que tuviéramos cuidado con quien se nos acercara, existía la posibilidad que nos quisieran hacer daño, porque ellos eran reconocidos. Hubo un tiempo en el que escoltas nos acompañaban a cualquier lugar, pero luego decidieron que no estuvieran los fines de semana cuando era día de familia pues parecía que todo era algo más íntimo entre nosotros.

-Por eso escogí el día de hoy, para acercarme, porque sabía que los escoltas no estarían con ustedes –dijo el señor misterioso como si hubiese leído mi mente. –Bájense y cuidado con salir corriendo

-Quiero volver con mi papi, quiero regresar a casa, señor malo llévenos – suplicaba April

-Por favor señor regrésenos con nuestros padres si quiere quédese con la pelota y los helados, ya no los queremos.

-Que ingenua eres pequeña Cooper.

-¿Cómo sabes mi apellido? –Grité asustada -¿Quién eres?

-Sé mucho de ustedes, tú misma lo dijiste sus padres son muy reconocidos por su empresa y April tu hermana se quedará con tus juguetes.

-No me importa, ahora lo que quiero es volver con ellos –dijo entre lágrimas mi amiga

A MITAD DE LA NOCHEWhere stories live. Discover now