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Se dieron la mano y caminaron hasta aquella parte donde años antes, Harry había asustado a Draco con la capa invisible, cuando este se burlaba de Weasley y Granger.
Las erecciones de ambos les hacían incómoda la caminata y aunque ninguno lo dijo directamente, cuando Draco ofreció sentarse por ahí, Harry entendió porqué lo decía y estuvo de acuerdo, porque la suya propia rozaba y dolía al caminar.
Eran las dos de la tarde, y la casa de los gritos parecía estar envuelta en bruma gracias a la nieve que se evaporaba alrededor de ella.
Ambos adolescentes miraron la casa con nostalgia, uno maravillado con los arcoiris que provocaba el vapor, y el otro pensando en las aventuras que su padre había vivido dentro de ella.
Minutos después, Harry habló.
— Creo que  es necesario que hablemos de esto— Draco lo miró sin comprender.
— ¿Estás hablando de lo que seremos o...?
— De lo otro— ambos se sonrojaron, pero Draco se sobrepuso a la vergüenza rápidamente—. Aunque bueno... Igualmente hay que hablar de eso, pero-
— me pones, Potter, no hay manera de que lo niege— Miró al aludido a los ojos, y notó el bulto en los pantalones de este—. Lo que yo me pregunto, es qué hice para que a ti se te parara.
El moreno se sonrojó aún más, pero no bajó la mirada ni siquiera cuando no encontró qué decir. 
— yo... Tú... Me dijiste que estabas duro, así que... Bueno—tomó aire, y haciendo gala del valor del que tanto se pavoneaban los Gryffindor, lo dijo—. Imaginé que te la chupaba y que te corrías en mi cara.
Esas palabras fueron justo al pene de Draco, que gracias al frío había disminuido un poco, pero ahora crecía considerablemente. Soltó un jadeo sin dejar de mirarlo, pero recorriendo su cuerpo con la vista, se llevó una mano a los genitales para acomodarlos un poco por sobre el pantalón.
Harry, al ver esa reacción, se sintió felizmente aceptado, más cuando vio el bulto que Malfoy tenía entre sus piernas crecer bajo sus jeans, y que este intentaba disimularlo.
Se lamió los labios, y moviendo rápidamente  la mano, usando sus refeljos de buscador, evitó que Malfoy quitara la mano de su miembro.
Se acercó un poco, para empezar a masajear por sobre los gruesos jeans de invierno y la mano del rubio, que lo miraba con incredulidad y deseo.
Otro jadeo salió de los labios de Malfoy.
Potter quitó la mano de este, para desabrochar el jean con rapidez y una mirada sedienta de placer. Acarició el miembro de Draco por sobre la delgada tela del bóxer negro, quien, al sentir la áspera y cálida  mano de Potter en contraste con el frío invernal, soltó un gemido por lo bajo.
A Harry le gustó la forma de gemir de Malfoy; ronca y seductoramente, sin perder ese característico toque de gracia que tenía. Pero necesitaba escuchar su nombre.
Le bajó los bóxer como pudo, Draco levantó un poco el trasero para que estos bajaran, estaba expuesto frente a Potter.
El moreno sintió su boca húmeda en la espera de chuoar ese pedazo de carne que lo reclamaba. Se maravilló con lo lindo que era el pene de su amado. No tenía mucho vello en el pubis, sus testículos estaban apretados debido a la erección, y esta ultima estaba completamente derecha, de un rosado pálido, el glande lo llamaba, pedía ser chupado.
Harry miró a Draco sin tocar el miembro de este, quien estaba desesperado por sentir su contacto.
— por favor, Potter— el nombrado sonrió, para inclinarse sobre el pene del rubio, lanzando su aliento, haciendo que el platinado se retorciera—. ¡ah! Por favor.
La súplica de Draco lo hizo mirarlo a los ojos, antes de darle una lamida al glande, el rubio tuvo un espasmo, llevó la mano al cabello de Harry, y cuando este chupó la punta, lo empujó más abajo. Este, lejos de quejarse, se excitó más al sentirse usado por Draco. Se llevó las manos a sus propios jeans, para desabrocharlos y meter una mano dentro, masturbandose.
Un par de minytos después, Draco le pidió que quitara su boca.
Harry lo miró confundido y dolido, pero comprendió cuando Draco lo sentó a hocajadas sobre él  y masturbó ambos miembros con la misma mano, generando fricción.
Ambos se perdieron en el mar de caricias, jadeos y gemidos, varios minutos después, Harry se corrió.
— ¡Malfoy!— este, tras escuchar su nombre dicho de esa forma, se corrió unos segundos después, gritando el apellido de su amado.
Ambos juntaron sus frentes, jadeando, y cuando sus miradas se encontraron, sonrieron, para soltar risitas nerviosas.
— ¿Quieres ser mi novio?— preguntó  Draco, a lo que Harry asintió.
— Sí, Malfoy, si quiero.
Sellaron el pacto besándose, mientras a lo lejos, una chica de pelo castaño y voluptuoso, le pagaba a una morena de cabello liso y corto.

Pasaron el resto del día tonteando por ahí, y sólo volvieron a la hora de la cena, con los estómagos vacíos y los corazones llenos.
Cenaron cada uno en su mesa, sus amigos pidiendo detalles, ellos contándoles poca cosa a los amigos no tan cercanos.
El terminar de comer, Harry se levantó, seguido por Draco, se dieron un tierno abrazo de buenas noches y cada uno se fue por su lado.
Ya en la habitación de los chicos, conjuraron un muffliato y dejaron fuera a Seamus, Dean y Neville.
Les contó con pelos y señales todo lo que hicieron en el día, sin saber que Draco hacía lo mismo con Parkinson y Zabini, en su propio cuarto.
Ambos adolescentes cayeron rendidos en sus camas con una sonrisa verdadera, sintiéndose en paz, como hace tiempo no lo sentían.

Second Chance.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora