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Desde aquella vez que se llamaran por su nombres, habían pasado tres meses. Tres meses de compartir su amor, de pelear y reconciliarse, de conocerse y confiar. Las hojas habían empezado a salir, los brotes se asomaban y morían gracias a las heladas de las madrugadas.
Harry y Draco habían  tomado por costumbre pasar su tiempo libre juntos en un aula vacía en específico; estaba en el tercer piso, así Harry no bajaba tanto y Draco no subía demasiado.
El rubio añadió el jugo anteriormente exprimido de una fruta que para Harry era totalmente deconocida al caldero, y revolvió siete veces contra las manillas del reloj, mientras el moreno terminaba el informe de su novio de DCAO, con algunas diferencias en la conclusión y el modo de redacción, si el profesor preguntaba, dirían que lo habían hecho juntos y ya.
Una vez terminados los deberes, se acomodaron en el rincón de la sala, donde habían hecho una especie de nido con cojines y frazadas de Slytherin y Gryffindor.
Ente beso y beso, se fueron quitando la corbatas y las camisas, admirando el cuerpo del otro, deseandose con calma, queriéndose y respetandose, sintiendose amados y respetados.
No hicieron el amor, ni tuvieron sexo. Sólo se observaron en silencio, en un ambiente somnoliento, Draco apoyado en el pecho de Harry, este acariciando el sedoso cabello blanco del Malfoy.
El primero en caer dormido fue el rubio, entre caricias y el cálido ambiente reconfortante, y Harry le siguió unos minutos después, mientras observaba esa apacible expresión.
Despertaron con el ruido en el exterior, las voces de Gryffindor se dejaban escuchar desde fuera.

— Harry tendrá mucho que contarnos...— se escuchó decir a un pelirrojo.

— No es gracioso, Ronald, debería haber avisado. ¿Y si le pasó algo?

— No lo molestes, Hermione. Mini Harry se debe haber despertado y mini Malfoy debe haber jugado con él, ya sabes...
Harry se puso rojo como tomate al escuchar eso, Malfoy rió por lo bajo mientras lo miraba con una ceja en alto.

— ¿Tú crees qué...?— la voz de su amiga se fue haciendo más lejana, hasta dejar de oírse.

— ¿Así que...? ¿Mini Harry durmió bien?— Siseó el rubio con sarcasmo al sentir la erección matutina de su compañero contra su espalda.

Harry se sonrojó y balbuceó algo inentendible. Malfoy miró su reloj, para darse cuenta de que las clases empezarían en quince minutos.

— Arriba, que hay que entregar estos trabajos.
Se vistieron en segundos y bajaron al gran comedor a desayunar.
Draco se sentó con sus amigos y Harry con los suyos, ambos empezaron a comer bajo la atenta mirada de ambas mesas.
Ya después de que Harry devorara tres tostadas, miró molesto a Ron y Hermione, que no dejaban de mirarlo.

— ¿Qué les pasa— Preguntó de malos modos, el pelirrojo se encogió de hombros.

— que no volviste a dormir, y ya te cambiaste de casa.
Harry lo miró sin entender, la chica soltó una risita.

— ¿tuvieron sexo?

A su lado, Neville escupió el jugo de calabaza sin mucho decoro, el Salvador le palmeó la espalda, ya acostumbrado a que a la mínima sospecha, su amigo le preguntara.

— no, ¿por qué...?— la pareja intercambio una mirada de complicidad.

— nada, es que se te ve a muy feliz. Sólo eso.

Harry asintió sin querer sonreír para no parecer un idiota enamorado en público.
Caminaron a DCAO, donde Alex les haría una clase de repaso para que no olvidaran la materia pasada. Lo que los alumnos amaban de este profesor, es que era comprensivo y atento.
Esa misma atención lo hizo sonrojar al darse cuenta de lo que tanta gracia le causaba a los amigos de Potter.

— Les quiero recordar que deben usar el uniforme de acuerdo a los colores de sus casas— dijo antes de comenzar la clase, a ver si los chicos capataban la indirecta, pero ninguno se dio por aludido.

Con un suspiro, se dedicó a repasar la materia, mientras Draco se preguntaba qué le pasaba a la gente ese día y porqué lo miraban tanto.
Pansy rió cuando le preguntó, y ella sólo respondió con un: "Eres Draco Malfoy, con eso basta para que la gente se gire", lo que no era mentira, pero ese día en especial, esa no era la razón.
Miró la nuca de Harry, y se sintió satisfecho al ver una marca roja en su cuello, que él habría hecho un par de horas antes.
El contraste con un color en particular la llamó la atención; el verde.
La sorpresa lo invadió y se llevó una mano al cuello por instinto, toqueteando la corbata roja y dorada en su cuello.
Miró a Pansy con odio mientras se la sacaba, su amiga se limitó a soltar una risita burlona por lo bajo. Draco no pudo evitar corresponderle.
Arrugó su pergamino y lo tiró a la cabeza del moreno, quien se dio la vuelta con molestia, relajó el entrecejo al darse cuenta de quién era.
Draco hizo señas, mostrando su cuello con cara de circunstancia, y levantó la corbata de Gryffindor. La expresión de Potter cambió de confusión a sorpresa, para luego soltar una carcajada que resonó en la sala, el profesor se dio la  vuelta para mirarlo con fastidio.

— Potter, ¿Algo que compartir con la clase?

— no, señor.

— muy bien.

El menor se quitó la corbata y la dejó sobre su mesa mientras la clase pasaba lentamente.
Draco disfrutaba de la vista del cuello de su pareja a lo lejos, viendo las marcas que él mismo habría dejado un par de horas antes. No se dio cuenta de la mirada cómplice de una Gryffindor y otra Slytherin se dedicaban, ni de que su cuello, pálido como el mármol, presentaba las mismas marcas.

Second Chance.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora