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"Harry Potter y Draco Malfoy llevan saliendo seis meses"; era el titular de "El Profeta", esa soleada mañana de día viernes.
Habían conseguido mantener a Skeeter lejos de ellos, pero finalmente había revelado al mundo mágico la relación que ambos llevaban desde hace tiempo. A ninguno de los dos le importó demasiado; era su aniversario de seis meses, y querían hacer algo especial.
Por la mañana fueron a clases como siempre, pero en cuanto tocó la campana de fin de la última clase, ambos pusieron sus planes en marcha.
Harry se acercó a Ron y le pidió un favor mientras Draco le pidió los objetos que necesitaba a Pansy (descritos minuciosamente la noche anterior). Hermione se encargó de hacer que ambos planes coincidieran, mientras Potter y Malfoy se alejaban de la mano al jardín.
Pasaron un bonito día de pic-nic con tarta de melaza y besos castos. Desde aquella vez que durmieron juntos, habían repetido la ocasión varias  veces, pero desde el rpimer contacto, hace seis meses en Hogsmeade, no habían pasado a más que toqueteos por encima de la ropa, y sólo se besaban de alguna otra manera sin mirones cerca.
Cuando el frío de las tardes de primavera reventó su burbuja, decidieron recojer sus cosas y entrar al castillo. Estaban yendo al aula del que se habían apropiado cuando Hermione apareció con el pelo más alborotado que de costumbre y la sorpresa en su cara.
— ¡Harry! ¡Gracias a Merlín! ¡Ron está peleando con Neville! ¡Te estaba buscando!
Harry miró a Draco, y aún de la mano, corrió, obligando al rubio a correr con él. Llegaron jadeantes frente a la Señora Gorda, quien miró con recelo a Malfoy mientras les dejaba pasar luego de que Potter dijera: "Godric".
Caminaron aún de la mano a la habitación que el moreno compartía con sus amigos, ni cuenta se dieron de que Granger no los seguía.
Harry abrió la puerta rápidamente, Draco se sintió  ligeramente incómodo al pensar en la situación que les esperaba, pero se llevó una sorpresa al encontrarse con un camino en el suelo marcado con pétalos blancos y rojos, remarcado por velas flotantes. Y ni rastro de los supuestos peleadores.
Ambos se sonrojaron al ver el final del camino; la cama tenía el dosel abierto de un lado, la mesita de noche tenía un frasco plástico, una caja y pañuelos, que hicieron que ambos se pusieran como tomates.
Harry miró de reojo a Draco, el que hizo lo mismo, sus miradas se encontraron, la del segundo delató un brillo travieso que el primero no tardó en corresponder.
— ¿Asustado, Potter?
— ya quisieras, Malfoy.
El moreno llevó su mano a la nuca del rubio, para atrapar sus labios entre los suyos.
Caminaron hacia la cama sin despegarse, cerrando la puerta tras de sí, no estaban atentos a ello, pero las velas se quitaban de su camino si se desviaban. Las túnicas adornaron el suelo.
Cuando llegaron frente a la cama, se separaron sólo un poco, juntando sus frentes.
— te quiero— admitió el Gryffindor, el otro bufó.
— por supuesto que lo haces, soy Draco Malfoy— lo miró a los ojos con una sonrisa burlona que se fue derritiendo, y sintiendo que se le salía em corazón por la garganta, admitió algo que no le decía a nadie desde que tuviera diez años—. Yo... Te quiero.
Harry sonrió y abrazando a su novio por la cintura, se dio cuenta de que este no usaba pantalón bajo la túnica.
— ¿no usas pantalones bajo la túnica?
— ¿Por qué habría de hacerlo? Me gusta el aire en mis partes. Tú eres al único al que se le ocurre llevar pantalón, mira que voy a tener que sacártelo— el rubio se arrodilló frente a su amado, desabrochando el botón y bajando la bragueta.
El moreno rió, pero se tuvo que tragar su respuesta cuando su novio le bajó los pantalones y los calzoncillos con diseño de escobas hicieron su aparición. Draco levantó una ceja con una sonrisa en los labios, pero la visión de el bulto que se podía notar bajo la tela lo hizo tragar saliva, se lamió los labios mientras se ocupaba de quitarlo de en medio.
El miembro estaba semierecto, el glande asomaba de ese pene grueso y grande del que el Salvador estaba dotado. Y su novio se prometió no mal aprovecharlo.
Respiró encima del miembro, causándole un escalofrío a su dueño, para meterse la punta a la boca y succionar con los labios envolviendo sus dientes. El placer que le causó al dueño hizo que el pene que tenía en la boca creciera, y mientras intentaba abarcar todo lo que podía, se miraron a los ojos.
Draco dejó su labor con la boca para ponerse de pie, Harry aprovechó para sacar los pies de sus calzoncillos y pantalones mientras besaba a su novio con fervor y recorría su espalda, brazos y abdomen, para terminar en el elástico del simple pero lujoso bóxer negro de Calvin Klein que su novio traía.
Los bajó, para masturbarlo mientras se besaban, los jadeos haciéndose presentes junto a la oreja del de lentes. Las manos del rubio exploraban la espalda de Harry, y siguieron bajando para apretar su trasero y buscar su entrada con un dedo.
Al sentir la invasión, Potter se tensó y miró a Malfoy, quien esperaba su reacción. Se miraron unos segundos en silencio, mientras el moreno se relajaba. Sus ojos pedían permiso, y este se lo fue dando de a poco.
Cayeron en la cama lentamente, disfrutando con los ojos cerrados, escuchando gemidos ahogados, deshaciendose en los brazos del otro.
Draco se acercó a la mesita de noche cuando sintió que podía hacerle daño a su novio, y tomó la botella plástica.
Se embadurnó los dedos con el lubricante y empezó la labor de preparar al moreno. No es como si se lo hubiera hecho a otra persona antes, pero a sí mismo... Era otra historia.
Mientras con una mano estimulaba a Harry, con la otra lo preparaba y con la boca lo besaba, por lo que el moreno no tardó en sentir que se acercaba el éxtasis.
— Draco, para— el aludido se detuvo de inmediato, pensando en que pudo haberle hecho daño o algo no le estaba gustando. Lo miró con preocupación—. Si sigues así, no voy a durar mucho.
El otro asintió con una sonrisa chulesca y tomó los condones, revisó la talla, la fecha de vencimiento y leyó las instrucciones mientras su novio lo miraba expectante, para sacar uno con cuidado de su envase y ponérselo.
— Mmh— gimió al entrar lentamente en si novio, luego de lubricarlo abundantemente, quien estaba acostado con las piernas enganchadas en las caderas del rubio.
— ohh— el moreno lo sintió adentrarse en él con tortuosa lentitud,  sintiendo un pequeño dolor, pero pudiendo ser perfectamente ignorado gracias al placer—. Draco...
El aludido miró a su novio, sin querer perderse detalle de su expresión, su erección dio una puntada al escucharlo gemir su nombre, se adentró lentamente, sintiendo aquella calidez envolverlo de manera exquisita, apretarlo al éxtasis, sintiéndose conectado al hombre que más amaba, al que siempre amaría.
Harry, sintiendo esa conexión también, acercó  la cara de Draco a la suya, para darle un delicado beso, y juntar sus frentes.
— hazlo rápido— pidió moviéndose, en busca de más contacto, lo que hizo que su novio soltara un gemido agudo, para hacerle caso.
Se adentró de una en el moreno, quien sintió que se desgarraba, pero un segundo después, se acostumbraba a la intromisión. Lo exteriorizó formando una "o" con los labios, a lo que el rubio se detuvo de inmediato.
— ¿Estás bien? ¡Por Merlín! Lo lamento, Harry, en serio— se empezó a retirar, a lo que su novio gimió con fuerza.
— sigue, Draco, por favor— el aludido lo evaluó unos segundos, antes de hacerle caso otra vez. Dio una lenta estocada, a la que Harry respondió con un gemido ahogado, movió sus caderas, pidiendo más.
Draco, encantado con la nueva faceta desvergonzada del que se deshacía bajo suyo, se entregó a la labor, disfrutando de las sensaciones.
Empezó a masturbar a su novio cuando sintió que ya no podía aguantar más, sus embestidas se volvieron más fuertes y rápidas. El moreno, al sentir que su novio golpeaba un punto en específico, no aguantó más, y se corrió gritando su nombre sobre su abdomen.
Draco, al escuchar tal gemido, sumado a la sensación de la entrada de Harry tensarse, no pudo soportarlo un segundo más, y se corrió, ahogando un gemido en la clavícula de su novio.
Recuperando el aliento, el rubio salió del moreno con cuidado, quien soltó un gemido por lo bajo. Tras sacarse el condón y tirarlo a la basura, Draco se acostó a un lado de su novio, abrazándolo por la cintura.
— deberíamos meternos a la cama— comentó con diversión, al notar de que de ni cuenta se habían dado de que lo hicieron sobre el cubrecamas rojo de Gryffindor.
Harry rió, captando el chiste, para levantarse de la cama y abrir la ropa de esta y luego acostarse, al sentir la calidez de su novio a su lado, cayó dormido en segundos, susurrando un: "Buenas noches, Draco".
Draco tomó los pañuelos y limpió el abdomen del moreno, disfrutando de tenerlo a su lado en ese momento, agradecido con la vida por haberle dado una segunda oportunidad.
Y con ese pensamiento se quedó dormido.

Second Chance.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora