9. Cocina

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ANDREW

— ¿Qué estás haciendo aquí?—levanté mi voz casi como un grito.

Las mejillas de Natalie al mirarme estaban en la máxima escala de rojo.

—Lo...lo...lo siento— tartamudeaba.

Cuando salí de la ducha lo menos que imaginaba era encontrarme con esta situación. Natalie abrió esa puerta como si la estuvieran persiguiendo.
Se quedó congelada mirándome.
Para mi sorpresa yo estaba reaccionando a su mirada y su presencia.
Cogí una toalla y la enrollé en mi cadera.

— ¿No te enseñaron a tocar?

—Andrew, lo siento. No sabía que eras tú— hizo una pausa— pensé que había alguien.

—Pues...— extendí mis brazos— era yo.

—Sí, ahora lo sé. Pensé que estaba sola, no sabía que seguías aquí, menos en una habitación, mucho menos así, desnudo.

Yo trataba de reprimir la risa pero se me hacía gracioso verla tan nerviosa, dándome explicaciones.

— ¿Ya estamos pagos no?— sus cejas se juntaron.

— ¿A qué te refieres?

—Te vi entrando al baño en toalla, ahora tú me ves saliendo— Sonreí, pero ella seguía apretando el pomo de la puerta con fuerza— Ya Natalie, no pasó nada.

—Su...supongo— gagueó y corrió escaleras abajo.

Terminé de vestirme y salí de la habitación.

Allí estaba ella... preparando no sé qué en la cocina, tan distraída, tan bonita.

— ¿Qué haces?— le pregunté y se sorprendió

—Algo de comida

— ¿Necesitas ayuda?— me ofrecí y me miró extrañada.

— ¿Sabes cocinar?

— ¿Te gustó el desayuno esta mañana?— Sonreí.

— ¿Lo preparaste tú?— abrió sus ojos con sorpresa— claro, estaba bueno.

Su mirada se encontró con la mía un par de segundos.

— ¿Entonces...?— dije.

— ¡Oh!, sí claro. ¿puedes picar estos?- señaló unos tomates.

Sin decir nada tomé los pequeños tomates y comencé a picarlos en rodajas.
A pesar de que la cocina era bastante amplia se sentía estrecha con nosotros dos esforzándonos por la comida.
Batimos un poco de esto, picamos un poco de aquello, probábamos y nos entendíamos bien.

— ¡Dios!— dije después de haber probado la salsa— Prueba esto— acerqué la cuchara a su boca y ella probó.

—Somos buenos en la cocina— afirmó.

Sonreí al ver la comisura de su labio llena de salsa.
Acerqué mi pulgar a su boca y limpié.

Pude sentir la suavidad de sus labios mientras sus ojos permanecían quietos observándome.

Se veía tan pequeña delante de mí, tan tímida. Sentí la necesidad de besarla.

Me acerqué a ella mirándola a los ojos...

Mi teléfono comenzó a sonar y Natalie se alejó rápidamente volviendo a lo que estaba haciendo.

Me tardé unos segundos en contestar:

— ¿Quién es?— respondí de mala gana.

—Hola, Andy— ¡Genial! Sussan...

—Hola, Sussan. ¿Qué hay?

—Quería saber si podías pasar por mí.

— ¿Estás ebria?, ¿Dónde estás?— pregunté.

—Afuera de tu casa— balbuceó.

—Voy para allá— Sussan a veces puede ser un gran dolor de culo.
Colgué el teléfono.

Natalie había servido dos platos junto a la mesa.

—Natalie, yo...— comencé a hablar pero me interrumpió.

—No pasa nada— agarró su plato y se fue a su habitación.

Me quedé parado como un bobo pero debía ir a mi casa antes de que Sussan hiciera una estupidez.

Cuando llegué no había nadie afuera. Entré y estaba Loren, la ama de casa.

—Joven Chris, una muchacha está en su habitación. Dijo que usted había permitido que ella estuviera allí.

¿Sussan en mi habitación? Esto es el colmo.

—No te preocupes Loren.

Subí corriendo las escaleras y ahí estaba Sussan. Acostada en mi cama, vomito en el piso, sábanas alborotadas.

—Andyyyyy— levantó un brazo pero su cara permanecía pegada al colchón.

— ¿Qué estás haciendo?— la levanté y la llevé al baño.

Tuve que quitar su ropa y meterla a la bañera, estaba completamente ebria, sus ojos estaban hinchados.
Loren se encargó de limpiar el piso y cambiar las sábanas.
Yo llevé a Sussan a otra habitación. Estaba completamente dormida.

EN UN VIAJE #PNovelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora