10. EL CUBO

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Me desperté sobresaltada por una pequeña descarga en la muñeca. Todo estaba oscuro pero aún así podía visualizar la silueta dormida de  Zeke en un pequeño sofá a los pies de la cama.

Había insistido en dormir en el, pero en cuanto volví a tumbarme en la cama quedé en estado de coma, literalmente.

Me senté sobre la cama y miré a mi alrededor. Aún en la penumbra de la noche se podía ver que la habitación de Zeke era muy ordenada. En la pared oeste había varías pilas de libros apilados unos encima de otros, a lo largo de toda dicha pared.

Luego en la pared más cercana a mí había un mapa que ocupaba la mitad de esta. Y había varías chinches de colores marcando sitios.

Interesante.

Sentí otro calambrazo proviniente de la pulsera que tenía en mi muñeca y suspiré.
En ella estaba escrita: fuera.

Me quité la manta que supuse que él había puesto sobre mi y me levanté sin hacer el mínimo ruido.

Pasé por el sofá donde estaba Zeke con intensión de irme a fuera como dictaba la pulsera cuando la mano de Zeke salió disparada hacia la mía y tiro de mí haciéndome caer sobre él con un ágil movimiento.

—¿Dónde crees que vas?— Su voz era ronca pero alarmante.

—Necesito agua...

Siguió sujetándome con fuerza pero luego me dejó.

—Estás no son horas para andar por la nave, y lo sabes, pedí a Run explícitamente que te explicara las normas de este sitio.

Suspiré y asentí.

—Lo sé, es solo que llevo desde que llegué sin beber ni comer nada...— hice una mueca fingida.
No es que precisamente necesitara nada de eso, pero obviamente con Zeke siempre había que tener una respuesta rápida y convincente en la punta de la lengua.— Tengo hambre.

Me soltó y se sentó para mirarme divertido.

—¿Ibas a robar la despensa Eileen?— Preguntó obviamente dispuesto a castigarme.

Negué con la cabeza.

— No, señor General, solo quería un poco de agua.

Él suspiró y siguió mirándome un buen rato.

— Vale, iré a por algo que puedas comer... No te muevas de aquí.

—¿A dónde iría sin ti Zeke? Ahora mismo eres mi sombra.

Soltó una risa irónica mientras caminaba hacia la puerta.
En cuanto salió, sentí otro calambrazo diciéndome lo mismo que lo anterior y no tuve que pensar dos veces.

Debía buscar al tipo de blanco y solo podía estar en un sitio.
Sí, necesitaba llegar allí rápido y volver antes de que Zeke regresara.

Y si no lo conseguía ya podía imaginar el fatal destino que me esperaría.
Corrí descalza por la nave intentando encontrar el acceso subterráneo de aquel sitio y apenas vi las mesas del comedor me detuve.  

Me pegué a la pared intentando que ésta me tragara, Zeke estaba en ese lugar buscándome comida.

Joder, ya empezaba a sentir el inmundo olor del calabozo.

Me deslicé por la pared hasta estar de cuclillas y me moví hasta el filo de esta para ver si estaba a la vista.

Pero nada.

Iba a salir de mi escondite cuando un par de murmullos se hicieron audibles.

—Es una amenaza, si descubre lo que tienes en mente...

8 minutos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora