Capítulo 17

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***Juliana***

"ERES IGUALITO A ÉL"-gritó Rosa mientras la vimos aparecerse por donde Aurelio y yo caminábamos en los pasillos. Supusimos que el escándalo tenía que ver con Perro ya que él se había ido para allá antes y ella estaba saliendo de los pasillos que dirigían a la duchas. Aurelio y yo vimos cómo esta se marchó sollozando mientras corría.

"Aurelio, yo me voy a buscar a Rosa, tu vete a hablar con Perro"-dije comenzando a correr hacia la dirección de donde vi a Rosa irse llorando. Aurelio me detuvo, sosteniéndome el brazo y lo miré extrañada por el gesto. Este se veía un poco raro e indeciso, por lo tanto arqueé las cejas para que supiera que tenía mi atención; esperé a que dijera algo.

"No..."-pausó y se arrascó la nuca nerviosamente-"¿Por qué no mejor vas tú y hablas con él?"-me sentí confundida, pero enseguida este se dio cuenta y me aclaró las cosas.-"Pues si voy yo, es muy probable que Perro esté pasando por uno de sus mal humores bestiales, por lo tanto no quiero entrar en donde esté para tener que lidiar con las heridas que me vaya a dejar."-pausó y me miró con una pequeña sonrisa-"Pero tú eres mujer, por lo tanto, no importa qué, no te va a pegar..."-se quedó pensando por un momento-"Bueno puede que te maltrate verbalmente pero aparte de eso no abusará de ti."-sonrió ampliamente. -"Además Rosa y yo somos como hermanos, se sentirá más cómoda si habla conmigo."-sonrió cada vez más y me dio un pequeño escalofrío de solo pensar que sus labios se partieran justo en ese momento. Al fin y al cabo bufé y puse los ojos en blanco.

"Bien...de todas formas debía hablar con él."-me encogí de hombros. Luego que ambos estuviéramos de acuerdo con los términos, nos separamos para buscar a las personas que nos tocaba buscar.

***

Entré al primer lugar que se me ocurrió en dónde podría estar Perro y claramente fue ahí en donde lo encontré, luego de verlo salir del cuarto de los vestidores. Este sujeto estaba pegándole al saco de arena como si fuera su enemigo y al parecer se lo creía porque la fuerza que le aplicaba era bruta. Por un segundo reflexioné lo que haría, pero sabía que debía hablar con él. Además lo que Aurelio me dijo fue lo único que me alentó a seguir. Aclaré mi garganta y con pasos inseguros me acerqué a Perro, le toqué levemente el hombro-"¿Perro?"-susurré, pero no reaccionó ante mi contacto, puede que se tensó pero aparte de eso continuó haciendo lo suyo.

Su indiferencia solo hizo que me impacientara levemente, pero inhalando profundamente; lo intenté de nuevo. Toqué su hombro con más fuerza y esta vez sí hubo reacción. Perro giró su rostro levemente y me miró de lado con sus ojos filosos, me fulminó con la mirada por un segundo y enseguida se volteó a seguir con lo suyo. ¡Ahora sí que mi paciencia llegó a su punto! Lo sé, soy una persona muy impaciente, pero no es mi culpa simplemente está en mi ADN. A pesar de que este no veía la forma en que lo quemaba con mi visión laser imaginaria, continué mirándolo de esa forma mientras me hacía un moño y me quitaba la sudadera que me habían prestado, quedando únicamente con una camisilla blanca. Decidí que la única forma en que lograría distraerlo de su batalla con la bolsa de arena y se fijara en mí, sería que yo me uniera a ella. Tomé unos guantes de boxear, los cuales sorprendentemente eran de mi talla, pero el punto es que tenía algo con el que proteger mis nudillos.

Miré a Perro, aceptando que mi oponente estaba de espalda, era una batalla bastante injusta, pero... ¡Qué más da! El idiota me estaba ignorando, más merecido no podía tenerlo. Tomé posición para correr y abalanzarme hacia su figura alta. Me puse a pensar en lo que mi entrenador de ejercicios me enseñó. Ve por la quijada...y si eso no funciona, dale al amigo... Admito que no era el mejor entrenador, y quizá estuviera un poco loco, pero supongo que eso viene con la edad. Él logró adelgazarme y endurecer mis músculos a través de estos años, por ello le soy muy agradecida. Negué con la cabeza abruptamente, descartando los pensamientos de mi difunto amigo y me enfoqué en la figura sudorosa de Perro. Marqué bien mi posición y de un dos por tres comencé a correr con un brinco al inicio para que propulsara mi corrida. Finalmente brinqué cuando estuve lo suficientemente cerca del cuerpo de Perro y ¡PAM! Me tropecé con mis cabetes en el momento en que hice mi brinco para caer encima de Perro.

Perro CallejeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora