Capítulo 15

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Perro...Ayuda...Perro...

Escuché mi nombre repetidas veces, se escuchaba distante y sonaban como un eco. Gruñí por el dolor e intenté abrir los párpados, pero en seguida me arrepentí de haberlo hecho ya que la luz me llegó a las pupilas como un relámpago; me quejé.

"Perro...Vamos, despierta...necesitamos salir de aquí..."-escuché la voz de Juliana cerca de donde me encontraba. Su tono de voz se escuchaba apresurado y nervioso. Gruñí nuevamente, por el tremendo dolor de cabeza que recibía cada vez que se escuchaba cualquier sonido en el cuarto que me encontraba. Al parecer no era una voz de mi cabeza, pero los ecos seguían escuchándose.

"¿En dónde...estamos?"-dije con la voz ronca; me era muy difícil hablar. No solo tenía dolor de cabeza, sino que también me dolían los labios. A pesar de hacer aquella pregunta, seguía con los párpados cerrados, haciendo que lo único que pudiera ver fuera oscuridad. Intenté abrir los párpados, esta vez más lento y en el proceso de ello, Juliana respondió a mi pregunta.

"Al parecer estamos en un sótano y la verdad que si no fuera por la luz de la lámpara que está prácticamente en tu rostro, de seguro no podría ver este lugar."-dijo esta suspirando. Gracias a esta información, intenté alejar mi rostro de la luz para entonces poder abrir los ojos con más comodidad. Apenas pude moverme; mis muñecas y pies estaban atadas con lo que supuse que era soga por como me raspaba la piel. Gruñí frustrado y enojado a la misma vez.

"¿Acaso eres animal? Deja de gruñir, es muy fastidioso..."-dijo Juliana, pero ignoré su comentario.

"¿Cómo es que estás aquí conmigo, si recuerdo muy bien que nos separaron?"-dije cansado por esforzar mi voz.

"Digamos que el anfitrión quería que le diera sazón, pero el salero no podía porque su amigo que la visita mensualmente vino esta semana..."- dijo aquello un poco avergonzada.

"Ah ya veo, el viejo truco de ustedes las mujeres. Me imagino que eso lo asqueó y te mandaron hasta acá conmigo, mientras ingeniaban que hacer con los dos."

"¿Entonces qué haremos?"-dijo esta esperanzada.

"No lo sé, estoy pensando..."-pausé y enseguida tuve una idea.-"¿Estás atada?"

"¿Cómo crees Perro? Me metieron a este lugar sin tener que amarrarme a algo porque soy tan buena que no intentaría escaparme."-dijo sarcásticamente.

"Solo contesta..."

"Sí, estoy atada."-bufó.

"¿Puedes moverte?"

"Sí, pero es imposible llegar hasta la puerta, esta estúpida cadena no me deja moverme tan lejos..."-le interrumpí.

"¿Hasta dónde puedes llegar?"

"Creo que hasta el otro lado de la habitación, por qué..."

"Tengo una idea."-sonreí-"¿Crees que puedas alcanzar mi bolsillo?"

"Voy..."-enseguida comencé a escuchar unas cadenas moviéndose y el ruido solo hacía que mi cabeza palpitara, pero intenté lo mejor posible por ignorarlo y concentrarme en lo que le diría.-"Alcanzo un centimetro lejos de ti, pero creo que los bolsillos están lo suficientemente cerca para que mi mano lo alcance."

"Bien, entonces intenta buscar en él un lápiz labial..."-esta me miró confundida y a la misma vez puse los ojos en blanco-"Solo hazlo..."-Juliana se encogió de hombros y enseguida sacó lo que había pedido.

"No soy quién de juzgarte, pero me podrías decir por qué tienes un lápiz labial en primer..."-la interrumpí.

"Es un arma especial, fue uno de los objetos que escogí cuando Peter nos lo ofreció a mí y a Aurelio hace tiempo. Intenta hacer algo, tendrá algo de utilidad."-esta me hizo caso y comenzó a hacer lo que le había pedido. Logró alcanzar la lámpara y la quitó de mi rostro y la movió para que la luz le diera en la mano. Le agradecí mentalmente por ello y mientras mis ojos se ajustaban a mi alrededor Juliana hablaba al mismo tiempo.

Perro CallejeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora