"HORFANDAD"

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Ahí estaba Zed. Sentado en la sala de la casa de muñecas. En le sillón mas pequeño. De frente a ellos, con una bola de cristal en la mesa de centro y un libro en su mano izquierda. El libro era de pastas azules y con letras doradas decía:

"Monstruos y otros peligros para aprendices"

La puerta se cerro tras de ellos con estruendo. Era la puerta negra por la que entraron. La que decía "pantano".

Shora y Van echaron un respiro. Zed dejo el libro azul sobre la mesa de centro y comenzó a aplaudir lentamente con un ligero eco que le acompañaba.

· felicidades—les dijo con una sonrisa--, creí que se les haría mas dificultoso, pero, para ser unos bebes dentro del mundo nuevo, me dejaron maravillado.

Se levanto del sillón y se dirigió al comedor, deteniéndose en el umbral.

· supongo que deben de tener hambre—dijo el. Y ser adentro en el comedor.

Shora y Van se miraron el uno al otro, se sonrieron y corrieron a donde estaba Zed, con un rugido en sus estómagos hambrientos.

Se sentaron con apuro en sus respectivas sillas. Zed, mas tranquilo, se sentó con toda parsimonia.

Entonces el viejo mago chasqueo los dedos y aparecieron todo tipo de deliciosos manjares. Frutas de las mas jugosas, un pavo en el centro, adornado con rebanas de naranja, ponche y n cesto de mimbre repleto de apetitosas uvas verdes. Bollos, mermelada, leche y galletas.

Dio otro chasquido y aparecieron, adornando el comedor, juguetonas campanillas que provocaban una ligera melodía en el fondo. También apareció una chimenea encendida con figurillas de porcelana encima; y, en un rincón, un arbolito adornado con esferas rojas, blancas y una estrella brillante en su punta. Bajo el árbol, una cajita cerrada de caoba, tallada de nubes y un sol radiante.

· ¿Qué es todo esto?—pregunto Shora confundida.

· en el futuro en el que Vivian existía una época de celebración en la que se cenaba en familia y se adornaba de esta forma. ¿No es así?

Los shijar asintieron con la cabeza.

· he hecho algunos cálculos—continuo—según nuestro calendario, en este día es en el que se celebraría aquella fecha. Así que decidí prepararles esto. A ustedes les toca poner eso que llaman nacimiento.

Los shijar se quedaron en silencio.

· ¡anden!—les dijo Zed—esto es para ustedes solamente.

Se levantaron y caminaron hasta el árbol. Se quedaron quietos un momento. Después Shora levanto la cajita. La abrió.

Dentro se encontraban preciosas figurillas del tamaño de un cristal de alógeno chico (cinco centímetros). Estaban hechas de un material muy suave al tacto, como la porcelana, pero mucho más resistente.

Primero vaciaron la cajita. Pusieron el pesebre y a María, luego a José y a los animales; el burro, la vaca y al cabra. Luego colocaron a los pastores a las ovejas y los reyes magos. Posicionaron después al ángel, y finalmente al niño Jesús.

Shora y Van se sonrieron emocionados, al ver que todo el nacimiento se había iluminado. Se levantaron con esas sonrisas y se sentaron en el comedor. Esperando su porción del pavo. El rugido de sus estómagos había regresado. Zed corto unas gruesas rebanadas de pavo y las sirvió en el plato de Shora, en el de Van, y en el de el mismo.

Era un cálido ambiente de amena charla, acerca de las costumbres de su época, que no existían en aquellos tiempos olvidados por el hombre. Acerca del auto y de la computadora, del celular y el internet. De la estufa y el foco. Al escuchar acerca del foco Zed se rio. No comprendía por que las gentes tenían que pagar por un rayo que llegara a una esfera trasparente a su casa.

Olvidados Hijos de DianogteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora