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Un pequeño ser limpiaba la sangre de la sala en la que se encontraba. A pesar de la extravagante música que sonaba el parecía casi dormirse con la fregona en la mano. La sala estaba oscura, el olor a muerte inundaba el lugar.
- hehehe ¡No-tan-joven-conde deberías darte mas prisa! - Las luces se encendieron, era una sala de autopsias bastante moderna, un cadáver yacía todavía en una de las mesas. Había sido asesinado brutalmente. El joven ser lucía un aspecto extraño. Dos pequeños cuernos adornaban sus sienes, eso junto a la oscura cola felina era lo que más llamaba la atención aunque si te fijaras bien podías ver dientes y garras, incluso unas pequeñas orejas puntiagudas y peludas. A parte de eso su figura era joven, de pálida piel, el pelo era grisáceo y sus ojos de un azul cristal con pupilas rasgadas.
- Dije que te ayudaría pero esto es demasiado ¿tu no duermes? - El mayor sonrió todavía más apartando su pelo de la cara
- No te preocupes, este es el ultimo de hoy  - El otro era alto, su pelo largo y cano cubría parte de sus facciones pero podían verse cicatrices recorrer su piel e incluso en ocasiones unos ocelos esmeralda. - Parece que cada vez está más enfadado - el albino reía colocándose un largo abrigo negro mientras el otro terminaba de limpiar.
- El problema es suyo - El joven sonó tajante y echándose una capucha salió tras el otro.El albino dejo escapar un pequeño suspiro.

Ambos caminaban por un Londres moderno que poco tenía que ver con el lugar en el que se conocieron tantos años atrás. El lugar en el que ambos fueron felices.
- ¿crees que se dará por vencido? - Hablaba finalmente el menor con cierto miedo en su habla. ¿Hasta que punto seguía siendo humano? El albino se lo preguntaba una y otra vez. Para ser un neófito era calmado y paciente.
- Tu conoces a ese demonio mejor que yo, que sabes la respuesta. He he he después de todo debería haberse dado por vencido, sesenta años son mucho tiempo. - Miró el horizonte por un instante. Poco quedaba de aquel niño impetuoso y orgulloso que el mayor conoció. Ahora era tranquilo y reflexivo, parecía estar todo el día pensando. Dándole vueltas a un pasado que ya no tenía arreglo. Al menos para uno de los dos.
- Esta centrado en su matanza ya no recuerda ni el motivo - El más joven sonreía con amargura el otro solo miraba.
- No le prestes atención... - acarició la cabeza del menor a través de la capucha.

Ambos seres entraron en el mismo lugar, parloteaban de cosas sin importancia. Llevaban tiempo viviendo juntos. Un sepulturero y un extraño ser del inframundo. El menor tropezó en uno de los escalones del lugar, era un adosado pequeño y los dormitorios estaban arriba.
- Ciel para ser un gato... - Undertaker siempre bombardeada con malos chistes al demonio gato
- Ahí va Undertaker otra vez - rodó los ojos con resignación
- ... Tu torpeza sigue siendo la misma - el otro miró como una sonrisa esperando que el otro riera - ¡Vamos Ciel!
- Si, lo se. Siempre e sido torpe - Antaño ese extraño ser había tenido un carácter... Difícil. Pero en la actualidad era más bien tranquilo. Demasiado en opinión del albino. Hacia cuarenta años que vivían juntos, ninguno de los dos había cambiado un ápice y sin embargo todo había cambiado.
Undertaker lo encuentro por casualidad, tirado en un callejón, sin expresión alguna. Como un muñeco roto desechado por un niño caprichoso y lo acogió por cierta promesa con la antigua familia del ahora demonio. Nunca preguntó por lo sucedido,  lo único que sabía era que su anteriormente amante ahora pretendía matarlo y enviaba cadáveres a las funerarias de Londres con cierta asiduidad con distintos mensajes para el demonio gato. Al principio eran bastante agresivos, y tallados en la piel con furia prometiendo muerte. Aunque ahora eran mucho más refinados, reinaban principalmente dos “vuelve” y “aquí te espero” que por su ambigüedad no podía descifrar un significado claro. - Estoy cansado, me voy a dormir ya... - aquel ser había sido un niño, amante de un poderoso demonio aunque Undertaker no sabe en que punto dejo de ser humano y se convirtió en esto o como acabo siendo odiado por su amante.
- He he he cuidado con los monstruos bajo la cama - Ni siquiera conocía como se alimentaba aquel ser pues en su condición actual debía consumir almas aunque en el tiempo que llevaban juntos no lo había visto probar bocado. Ese debía ser el motivo de cansancio continuo.
- Algún día deberías cansarte de esos chistes Undertaker
- Nunca me cansaré de tu cara de circunstancia - Volvió a reír y el menor esbozó una pequeña mueca similar a una sonrisa y se internó en el oscuro cuarto. Sus ojos reflejaban la poco luz que entraba en el lugar. Antaño era un niño interesante, ahora guardaba más misterios aun que cuando era humano. Undertaker suspiro y bajó a la cocina, sacó algo de comer mientras miraba unas fotografías, unas de unos cadáveres que había ocultado al menor desde hace varios meses atrás. Cadáveres con un mensaje mucho más concreto. “se donde estás” Obviamente no debía ser verdad cuando habían enviado uno a cada tanatorio de la ciudad, pero poco a poco se acercaba al suyo. Suspiró con pesadez y se fue a acostar el también. La tranquilidad resultaba a punto de desaparecer y lo sabia.

Un grito quebró el silencio de la noche. Otra noche mas Ciel se despertaba gritando. No iba a ir a verlo, pasaba con cierta frecuencia.
Iría al cuarto de Ciel y este diría que no pasaba nada. Pero no le hacía falta preguntar para saber que bajo toda esa tranquilidad había un ser dolido, traiciónado, acumulando el dolor de un amor corrupto por el paso del tiempo. Undertaker conocía ese amargo sentimiento. Unos recuerdos felices y amargos a la vez cruzaron su mente.

Kuroshitsuji : Conde Condenado 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora