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Sebastián se había abrazado a el aunque a Ciel no tenia ganas de corresponder el forzado enlace. Por otra parte estaba sorprendido de ver lo rápido que se había dormido, como niño pequeño abrazado a su peluche favorito. Parecía no haber descansado absolutamente nada en su tiempo en soledad, incluso parecía más esbelto y no en el buen sentido.
Sebastián se movió apoyando su cabeza sobre el menor, sus puños se cerraron agarrando la ropa con fuerza. Su gesto estaba contraído, casi de preocupación. Ciel comenzó a acariciar el pelo del mayor y este poco a poco se relajaba. No podía estar cabreado con el, le era imposible. Resopló hastiado por la situación, no era como si el la hubiera elegido la situación y no sabia como estaba saliendo de ella. Ciel se acurrucó acariciando la espalda del mayor como hacía décadas, se sentía como si hubiera recuperado algo muy especial y sonrió tenuemente. En su interior persistía el conflicto entre seguir enfado o ser sincero y perdonarle directamente.
Sebastián se volvió a acomodar quedando totalmente sobre el niño. Todos sus pensamientos quedaron de lado, sus pulsaciones se incrementaron en demasía, casi creía que en cualquier momento podría salirse de su pecho ¿Que era esa sensación? Todo Sebastian emanaba una fragancia sabrosa y tentativa la que el menor no podía resistirse. No sabia cuando había comenzado a olerlo pero se intensificaba por momentos.
- No dejes que el hambre te domine - Sebastián se levantó lentamente, tenía mejor aspecto aunque seguía pareciendo cansado, pero Ciel estaba demasiado centrado en tratar de no dispararse sobre el otro, tanto que aún tumbado sus dedos se habían clavado en el colchón. - Respira hondo, céntrate - Cada músculo de Ciel esta tenso dispuesto a saltar a la mínima pero el mayor estaba muy tranquilo, confiado. - No luce bien el rojo en ti, tus iris están rojos - Esas palabras cayeron sobre el devolviendole a la realidad, poco a poco volvía a su ser, relajando su cuerpo se volteaba y escondía su cara en la almohada apenado. Sabia que su nueva naturaleza descontentaba al mayor pero no quería oírlo, no quería oír lo decepcionante que era tener un demonio con olor humano - Vuelven a su color cuando te tranquilices, no te preocupes - Sebastián sonreia, parecía tranquilo, Ciel estaba desconcertado. Si no le molestaba ¿cual había sido el motivo?¿porque lo había echado?- Me alivia saber que por fin sientes el hambre - Sebastián se volvió a dejar caer y rió nervioso mientras se cubría la cara con el brazo - Que le alivio,que... - conforme hablaba se volvió a quedar dormido, inclusive en esa situación en la que estaba indefenso seguía confiando en el. Esperó un rato mas y se marchó asegurándose que el mayor estaba dormido. Ciel caminó seguro por aquellos pasillos conocía el castillo, se sentía cómodo en el. No debía perdonar a Sebastián, debía separar el corazón del sentido común, después de todo y trato de matarle. Por eso se reencontraron. Continuó caminando, subiendo una escalera de caracol hacia la atalaya. Sebastián nunca le dejaba subir ahí por ser un lugar muy frío pero ahora ese factor apenas lo notaba.
Siempre le había gustado aquel extraño paraje a pesar de su lúgubre imagen poseía un encanto difícil de explicar. Quizás era por la espesa niebla que bailaba lentamente mecida por la suabe brisa ocultando los peligros del mortecino bosque.
- Lo llaman el bosque de las almas perdidas - Aquella conocida voz femenina hablaba tras el. Sus ojos color miel y su roja cabellera eran hipnotizante, su rostro fino como el de una muñeca de porcelana oteaba el horizonte distorsionado por la niebla. - Por que dicen que hay muchas almas en eterna penitencia ahí errantes
- ¿Quien lo dice? Nunca lo había escuchado - Lilith poseía algún tipo de poder extraño era capaz de averiguar muchas cosas aunque luego sonsacarselas a ella era todo un logro
- Los seres que ahí viven, siempre lo están susurrando, desean ser libres de el bosque de las almas - No era lo más raro que le había escuchado, ella parecía tener una conexión diferente al mundo que la rodea. Cuando Ciel vivía en el castillo Lilith y el pasaban largas horas juntos. Ella hablaba de fantasmas, de secretos, de mundos que parecían sacados de cuentos de hadas.
- Lilith... Crees que debería perdonar
- Esa palabra a sido borrada del diccionario de los demonios igual que compasión, soledad, amor , error, arrepentimiento o dolor . Se les ha enseñado a negar la existencia de esas cosas pero en realidad lo desean, saben de su existencia y lo atesoran. Desean el perdón, están arrepentidos de sus actos, saben que fue un error el no mostrar compasión pero han sido creados para pensar que tienen que ser monstruos y por siguiente descartar el amor. - Esa chicha siempre hablaba extraño, Ciel ladeó la cabeza - Kain creyó poder vivir sin ti pero nunca lo consigío. Se torturo con tu recuerdo. - Le miró con una sonrisa tranquila - Creo que deberías perdonarle pero no dejes que sea demasiado obvio, se lo tomara como una victoria - La chica reía suavemente - De momento deberías volver con tu amigo el chistoso. Los de su especie no son bien recibidos por aquí .

Kuroshitsuji : Conde Condenado 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora