Miedo a perderte

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Otro día de entrenamiento de los nuevos reclutas para ser los nuevos Vengadores, a pesar de que habían mejorado considerablemente en comparación a como habían llegado no se los iba a decir, se confiarían en si mismos y es algo que no se perdonaría en un campo de batalla, nunca se sabe el resultado en una batalla real.

Decidió cambiarse luego del entrenamiento por algo mucho mas cómodo, hasta donde tenia entendido no tenia que salir a ningún lugar el día de hoy, tal vez pasaría por el departamento de Steve para tener un momento de paz lejos de sus ruidosos amigos, si, eso sonaba bien.

Luego de arreglarse decidió dejarse el cabello recogido, aun recordaba la primera vez que se había hecho ese tipo de peinado en la presencia de Rogers, la había observado unos cuantos minutos, fastidiada ya de ser observada lo miro esperando alguna respuesta inteligente de su pareja a lo que el atino a decir con su "sonrisa compradora" como la apodo ella: "Nunca había visto a la viuda negra tan relajada."

No sabia si molestarse o reír ante su comentario, se limito a enarcar una ceja buscando entender porque le parecía tan extraño aquella forma de vestir, después de todo era fin de semana ¿o no?

Sonrió al recordar aquel día, vaya, parecía que hubiera pasado tan poco desde ese momento, sin embargo, fue hace algunos años ya.

Se dedico a mirar algún programa de televisión sentada en el sofá tan pronto entro al apartamento, aunque no tenia esperanzas de encontrar alguno que llamará verdaderamente su atención, nunca lo hacían.

El teléfono del apartamento sonó llamando su atención haciendo que se pusiera alerta, ese teléfono raramente sonaba, con desconfianza descolgó el teléfono acercándolo a su oído y su mundo se detuvo al escuchar a la persona al otro lado de la linea, no, todo menos eso.

Colgó el teléfono tan pronto confirmo que estaba en camino, se levanto sin importarle que el televisor aun estaba prendido o el ruido del control al caer contra el piso, tenia que llegar al hospital lo mas rápido posible.

Tan pronto entro por las puertas de cristal de la habitación sintió un nudo en su garganta, ahí estaba, el Capitán América tendido en una cama conectado a diferentes aparatos para monitorear sus signos vitales.

—Maldición Rogers, te dije que te mantuvieras a salvo —dijo con frustración a su lado, podía sentir sus ojos picar anunciando las molestas lagrimas, no, no iba a llorar, no se lo podía permitir.

Los pronósticos no eran buenos, había perdido demasiada sangre y no sabían si el suero del soldado podría reponer la sangre faltánte tan rapido, no lo creían posible.

—Maldita sea Rogers, no tienes permitido morir ¿me escuchas? —su vista se nublo, cada vez le era mas difícil contener las lagrimas, no lo podía perder, tomó su mano notando que aún se mantenía caliente eso era bueno ¿o no?

Una ligera presión en la mano con la que sujetaba la de Steve la sacó de sus pensamientos ¿Había sido su imaginación? De nuevo esa leve presión y los ojos de Steve se abrieron, observo su intenso color azul aliviada.

—Nat...—murmuró él viéndola a su lado, sentía la garganta reseca y no entendía en que momento había llegado de nuevo a casa.-

—Idiota...—murmuró ella pasándole un vaso de agua sintiendo como el ritmo de su corazón se aceleraba al ver aquella sonrisa de medio lado tan pronto como termino el vaso de un sorbo.

—Lenguaje...—comentó casi en un susurro, aun le incomodaba hablar gracias a la herida en su abdomen.

Natasha rodó los ojos negando al escucharlo, él nunca cambiaría, siempre seria el Capitán América con sus miles de valores morales y reglas.

—Idiota...—repitió ella con una pequeña sonrisa ladeada retirando aquella pequeña lagrima que había salido sin su consentimiento—.Creí que...que te perdía...no puedo perderte...-carraspeó incomoda mirando hacia otro lado, no era buena en este tipo de cosas.

—No pienso irme a ninguna parte, es una promesa. —Le aseguró dedicándole una sonrisa a la pelirroja, su pelirroja.

La pelirroja se acerco al soldado dejando un beso en sus labios, seguramente pronto llegarían sus ruidosos amigos y no tendría oportunidad de hacerlo.

—Confiaré en tu palabra Rogers —murmuró contra sus labios con una pequeña sonrisa en sus labios.

—Siempre cumplo mis promesas Romanoff, lo sabes —una sonrisa apareció en sus labios cogiendo de nuevo la mano de Natasha, por fin estaba en casa.

Mi SoldadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora