Capitulo 17

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Capítulo 17 Nunca digas nunca

Las anaranjadas llamas de la pequeña fogota rompían la oscuridad de la cabaña y la inundaban de calidez. El sonido del lento crepitar de los leños, se vió repentinamente invadido por ahogados gemidos de satisfacción.

Inuyasha acorraló contra la pared a Kagome, deseoso colocó una de sus manos detrás de su nuca y la acercó hacia él para sellar sus labios en un beso ardiente, lleno de pasión. Necesitaba llenarse del delicioso sabor de los labios de su mujer; su cálida boca encendía todos sus sentidos, lo excitaba...lo hacia desearla con locura. La chica le correspondía con el mismo ardor, el sabor de sus bocas se mezclaba de forma embriagante para ambos. Un fuerte estremecimiento recorrió todo su cuerpo cuando sintió como su mujer se pegaba más a él, frotando con deseo sus deliciosos pechos contra su torso.

Kagome, temblaba ante el contacto con el hanyou, con deseo recorrió su dorso hasta llegar a sus nalgas; sin pensarlo apretó esa porción de piel completamente excitada mientras correspondía juguetonamente a los besos de su compañero.
Lo deseaba con toda su alma, sólo quería ser su mujer siempre y cada uno de los días que estuviera a su lado. Quería dormir entre sus brazos, sentirse protegida abrazando el musculoso pecho del joven, más allá del deseo lo amaba, dejaría su vida de estudiante, su casa, su familia si era necesario para estar junto a él, después de todo ya habían pasado tres largos años y estaba totalmente acostumbrada a la vida en la era del Sengoku.
La joven dejó de acariciar el trasero del muchacho con una mano para acercarse lentamente hacia su pelvis, lo miró a los ojos antes de rozar lentamente su erección.

- Ahm...Kagomee...- gimió Inuyasha mirándola sonrojado - ¿a qué estas jugando? – preguntó comenzando a lamer lentamente su cuello.

La joven gimió enardecida, sus ojos brillaban intensamente. – A la tierna gatita y su fiel perrito... – susurró casi ronroneando - ¿No te gusta? – concluyó mirándolo traviesamente.

- Me encanta – jadeó Inuyasha mirándola con deseo a los ojos - ¿la gatita se va a asustar esta noche? – preguntó mientras deslizaba despacio una de sus manos por sus muslos perdiéndose rápidamente debajo de su falda.

El cuerpo de la joven vibró al sentir sus fuertes manos deslizarse sobre su piel con una suavidad y lentitud enloquecedoras. Leves jadeos llenos de excitación escaparon de su garganta; excitada acarició una vez más la intimidad de su pareja provocándolo, excitándolo y excitándose cada vez más con las respuestas de Inuyasha a cada pequeño roce.
Lo miró a los ojos juguetonamente subiendo sus dos manos por su torso, con delicadeza lo despojó de su haori rojo dejándolo caer e inmediatamente abrió el blanco, para depositar algunos besos en su pecho – Claro que no... la gatita hoy está... – Kagome dejó el torso del joven para deslizar su hakama con la mayor velocidad que podía. – efusiva... – murmuró sensualmente mientras observaba deseosa el cuerpo completamente desnudo del hanyou. Sin poder evitarlo mordió su labio inferior bruscamente lastimándolo un poco, inconscientemente la joven se lamió la pequeña herida.

Inuyasha se dejó desnudar mirando totalmente excitado a su mujer; el suave contacto de sus delicadas manos sobre su piel, el aroma de su creciente excitación, su mirada, todos y cada uno de sus pequeños gestos despertaban con increible fuerza su instinto.- Kagome...me vuelves loco mujer...-soltó roncamente el muchacho pegando su cuerpo al de la chica, una de sus manos volvió a perderse por debajo de su falda, acarició sus muslos con las yemas de sus dedos en un camino ascendente que recorrió con ardor - ¿eso quieres no? ...Kagome...- la miró con lujuria a los ojos en el momento en que tiró con fuerza de sus pantaletas terminando por romperlas. -...la gatita efusiva me descontrola – continuó subiendo lentamente su mano entre las piernas de su mujer comenzando a tocar suavemente su húmeda intimidad – eres deliciosa.. – gimió lamiendo apasionadamente sus labios; sin dejar de hacerlo comenzó a rozar más fuerte su íntimidad dejando que sus dedos recorriesen cada fracción de ella. Subió su otra mano abriendo su blusa con rapidez, una vez conseguido su objetivo se concentró en dedicarle toda su atención a sus firmes pechos.

Ai wa yasei da!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora