Día 3

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Catherine se encontraba tumbada en una gran cama, supo que era su cuarto. Se iba a dormir. Su padre estaba sentado junto a ella, mirándola. Se sentía muy bien al estar, otra vez, en su acogedor cuarto, junto a él. Un rato después, su padre se levantó y le dio un beso en la mejilla, como todas las noches hacia. Su padre se dirigía a la puerta, cuando de repente se paró y se giró diciéndole a Catherine:

-Lo siento Catherine, es mejor que esto no lo sepa nadie, sino me meteré en problemas. Tu ya no formas parte de esta familia. Diré que has muerto por una enfermedad y nadie sabrá nada de tu secreto.
Catherine, se dio cuenta de lo que estaba pasando, respiraba entrecortadamente y cada vez mas alto a cada paso que daba su padre. Sentía miedo. Pero entonces cogió un cuchillo que había debajo de su almohada y se lo hincó en el corazón. Su padre cayó al suelo y Catherine miró su cara. Estaba muerto. Lo había matado ella. Miró sus manos ensagrentadas que sostenían el cuchillo y gritó aterrorizada. No sabía como había podido hacer aquello. Era incapaz de mirarse, aún así, fue al espejo de su habitación, pero no se vio a ella, sino al ser de ojos rojos que la atormentaba desde siempre en sus sueños, y dijo:
-Bien hecho. Y ella sonrió.
*****

Catherine se despertó sobresaltada. Estaba muy asustada por su sueño. No sabía como había podido hacer eso, aunque fuera un sueño, ella nunca iba a matar a nadie. Y menos a su padre, aun por todo lo que le había hecho ella le seguía queriendo. Todos los días se preguntaba ¿Por qué había hecho eso su padre? Todavía no lo comprendía, aunque su padre le había dado razones pero no llegaba a entenderlo. Siempre tenía la esperanza de que todo fuera una pesadilla y que un día se despertaría junto a él.
Se pasó todo el día pensando en lo mismo, hasta que se hizo de noche. A medida que iba avanzando el carruaje, hacía mas frío y sabía que no iba a aguantar más porque se encontraba cada vez más débil. Ninguno de los dos que dirigían el carruaje le había dado nada de comer ni de beber, seguramente era porque estarían enfadados con ella por su intento de escaparse.

De repente, el carruaje se paró, y Peter abrió la puerta donde estaba Catherine, la bajó del carruaje. El paisaje estaba completamente nevado, eso quería decir que se encontraba en lo alto de una montaña. Enfrente suya había un gran arco  de madera, que ponía en grande: "Snowville" y dentro se veía un poblado. Peter, finalmente, dijo:
- Ya hemos llegado.

La hija del diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora