Cuatro

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Eran las cinco de la mañana en la mansión

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Eran las cinco de la mañana en la mansión.

Vincent ingresó junto a Jonás, su chofer personal, éste cargaba algunos paquetes. No esperaban encontrar a la servidumbre dando vueltas por la casa. No a esas horas.

«Deja eso en mi estudio y prepárate para salir», ordenó de forma psíquica a Jonás.

—Amo, no fue nuestra intención ofenderla —El ama de llaves se acercó cargada en confusión y enfado.

Era muy raro para la nefilim cometer un error a estas alturas de su vida.

— ¿Qué ocurrió? —Para Vincent era mejor saber las bases del problema.

—Una criada pensó que nuestra señora comería de lo usual y se lo ofreció sin consultarme.

Y lo usual era sangre nefilim o energía espectral.

— ¿Por qué Dariel se alimentaría de alguien más? —Algo se retorció en su interior en una oscura promesa que provocó que el ama de llaves retrocediera un paso—. Asumo que ya tomaste las acciones pertinentes.

—Sí, amo —respondió sin pensárselo. El demonio que tenía en frente era uno con el que no quería meterse ni en broma.

—Bien —dijo él y empezó a caminar hacia la habitación principal. Hacer pactos era un asunto que demandaba demasiada energía, sin olvidar que tenía tras sus pasos a los ángeles cazadores. Hoy estaba drenado gracias a su última invocación.

Vincent se topó con Gabriel cuando llegó a la segunda planta.

—No informaste mis indicaciones al personal —Vincent quería destrozar al nefilim casi ángel que tenía frente a sus ojos, aunque su mirada no mostraba sus intenciones, la oscura energía era palpable en el aire—. ¿Qué debería hacer contigo? —Y su pregunta radicaba en dos opciones—. Debería devolverte en trozos o arrancarte la lengua que tienes de adorno. No he olvidado tu descuido anterior.

«Alguien nuevo podría exponer a Dariel», pensó Vincent calculando.

—A-asumí que si u-us-usted se alimentaba de mí...ella lo haría...lo haría con las...con las mucamas... —tartamudeó Gabriel doblado en dos.

—Una más Gabriel, y podría pensar en una tercera alternativa que será mucho peor que las dos anteriores.

—Amo, le aseguro que no lo defraudaré —gimoteó Gabriel.

Vincent pasó de largo encaminándose hacia su objetivo. Cuando llegó, encontró que la puerta de la habitación principal estaba cerrada por dentro.

«Como era de esperar», se dijo Vincent antes de llamar a la puerta.

—Dariel, soy yo.

Desde su rincón, Gabriel el nefilim observaba hecho un manojo de sentimientos encontrados. Él podía soportar las ocurrencias de su amo, pero no el insulto de otros hacia su amo.

Destinada a un Demonio | Libro 1 serie Ángel del destino [EBOOK Amazon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora